Cristina, la utopía de la normalidad

Cristina, la utopía de la normalidad


Desde que el vocero presidencial Alfredo Scoccimarro anunció en la noche del martes 27 de diciembre pasado que la presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, iba a ser sometida a una tiroidectomía, cundió la inquietud en una sociedad ya golpeada en 2010 por una muerte imprevista.
Está claro que la vida de un presidente no es fácil. La cantidad de pruebas y sinsabores que debió soportar la Presidenta son innumerables. Solo como una muestra, existieron tres puntos de inflexión en su mandato, que debió superar apelando al máximo de su capacidad política y de su coraje innegable.
Cuando apenas había asumido su primer mandato, en los primeros meses de 2008, Cristina Fernández de Kirchner debió lidiar con una rebelión fiscal proveniente del campo, que sometió al país a un conflicto salvaje y prolongado. En esa encrucijada, su vicepresidente intentó erigirse en el líder de la oposición, un rol que su propia incapacidad política le impidió asumir.

En las elecciones de medio tiempo, realizadas el 28 de junio de 2009, el Frente para la Victoria perdió las elecciones en el distrito bonaerense, el más importante del país, en el que viven sus electores más fieles, los que son la base de su proyecto político.

Pero fue el 27 de octubre de 2010 cuando la Presidenta de los argentinos debió superar su momento más amargo. La muerte de Néstor Kirchner fue a la vez el más terrible golpe que recibió y la demostración más palpable de su fibra de luchadora.

Hoy la Presidenta no está sola en el padecimiento. Hasta le prometió días atrás al presidente Hugo Chávez que le iba a pelear la presidencia honoraria del “congreso de mandatarios recuperados del cáncer”. 

Es que el caso de Cristina se suma a una larga serie de males que sufrieron distintos mandatarios latinoamericanos en el último tiempo, tantos que hasta es una tentación para los analistas adherir a la teoría conspirativa del presidente venezolano, que culpó de los males a los imperios de la Tierra.

La lista incluye hasta ahora a Dilma Rousseff (cáncer linfático); Fidel Castro (dolencia no conocida, aunque se especula que es un cáncer), Hugo Chávez (cáncer no especificado); Luiz Inácio “Lula” Da Silva (tumor en la laringe) y Fernando Lugo (cáncer linfático).

Por su parte, Evo Morales fue operado de una rodilla en 2010, al igual que su par ecuatoriano Rafael Correa, intervenido quirúrgicamente en el mismo lugar de su anatomía. A ellos habría que sumar al presidente nicaragüense Daniel Ortega, que viajó varias veces a La Habana para someterse a chequeos de salud, y al presidente haitiano Michel Martelly, que se está tratando en Estados Unidos. En estos últimos casos, se desconocen los males que los aquejan porque sus oficinas de prensa no lo han informado.

Un caso aparte es José Alencar, el vicepresidente de Lula en sus dos mandatos, fallecido en marzo de 2010 después de luchar durante quince años contra un cáncer recurrente, que obligó a internarlo varias veces mientras cumplía su mandato y que finalmente terminó abatiéndolo.

La Presidenta tomará un receso de unos 20 días, durante los cuales comenzará su tratamiento posoperatorio, que incluirá de por vida la ingestión de una droga llamada levotiroxina, que reemplaza las funciones de la glándula extirpada.
Luego, todo volverá a la normalidad. Una normalidad que es desde siempre una utopía en la Argentina.

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