Discurso en la Cámara de Diputados sobre el envío de tropas a Haití

Discurso en la Cámara de Diputados sobre el envío de tropas a Haití

"Haití es uno de los cuatro países más pobres de la Tierra. Sobre una población total de ocho millones de habitantes, apenas hay cien mil empleos regulares. Allí reina la miseria y hay terribles enfermedades como el sida. Existe un cuadro general de violencia social y política que determinó el envío, primero, de una misión civil de la OEA, y luego, de cuatro misiones de la ONU, no todas ellas militares".


Pediría con todo respeto a la señora diputada Walsh y a otros diputados preopinantes que no partamos de la descalificación del voto de los legisladores sin escuchar todos los argumentos que pueden exponerse aquí. Digo esto porque algunos modestamente acreditamos un largo historial en la lucha concreta contra el imperialismo yanqui.

No cabe la menor duda –y esto se manifiesta incluso en las divergencias en nuestro propio bloque, que como corresponde a la transparencia política hago públicas y que además nuestros compañeros seguramente expresarán de que es una decisión muy difícil y de que hay argumentos muy sólidos en favor del “no”.

Quienes hemos estudiado en profundidad el tema de Haití, y hemos hablado con algunos protagonistas para informarnos, como el ex embajador haitiano de Aristide, y con funcionarios de Naciones Unidas largamente vinculados con los derechos humanos, como en el ACNUR, o el doctor Rodolfo Matarollo, recopilamos alguna información que por lo menos permite plantear algunas reflexiones alternativas a simplemente la condena.

No cabe duda de que la tragedia de Haití parece la condensación extrema de lo que el colonialismo y el imperialismo le han hecho a nuestros pueblos. Se ha recordado aquí muy elocuentemente que Francia comenzó esta saga trágica cuando en 1804 Haití adoptó la decisión heroica de ser la primera república de América latina y el Caribe que se independizó.

Napoleón Bonaparte reprimió de manera salvaje la rebelión de esos estados negros y ya entonces Estados Unidos apoyó la posición colonialista de Francia.

Además, como sabemos, Francia impuso una gigantesca indemnización a Haití, que algunos importantes estudiosos de los Estados Unidos, como Noam Chomsky, han condenado como una actitud indigna del gobierno de Francia.

Después Francia fue desplazada por Estados Unidos con más de cien años de intervención. Y como bien se dijo aquí efectivamente los marines se quedaron entre el gobierno de Woodrow Wilson y el de Franklin Delano Roosvelt.

Más tarde Estados Unidos apoyó la sangrienta dictadura de Papá Doc Duvalier y luego la de su heredero Baby Doc Duvalier.

Esa conducta imperialista se mantuvo inalterada hasta el presente. En este punto me permito una discrepancia con el señor miembro informante de la Comisión de Relaciones Exteriores. ¿Por qué digo hasta el presente? Porque en 1990 el gobierno de Bush padre realmente se inquietó por la primera elección popular que existió en Haití y que llevó a la presidencia al depuesto Jean Bertrand Aristide, y derivó la ayuda económica que debía darse al gobierno constitucional a lo que Estados Unidos suele llamar las “fuerzas democráticas”, que ya sabemos que en general son las fuerzas económicas.

Siete meses después se produjo el golpe de Raúl Cedrás. Y como ya se dijo –por eso no voy a abundar en este punto en 1994 Aristide fue repuesto por Estados Unidos durante el gobierno de Bill Clinton, que tampoco se portó muy bien con el país cuya democracia supuestamente venía a restaurar. Y vamos a decir por qué.

Una de las fuerzas que ahora viene actuando es heredera del terror de Raúl Cedrás, que supuso el asesinato de más de cinco mil haitianos, en terribles violaciones a los derechos humanos que no han sido castigadas.

Para dar una idea de lo que ha pasado con la justicia en Haití podemos decir que justamente aquellos que hicieron el primer juicio por violación a los derechos humanos están hoy todos exiliados; ninguno se encuentra en territorio haitiano.

De esas fuerzas quedó como herencia la Fraph –en francés significa golpe, que fue fundada por un agente de la CIA, Emmanuel Constant, que según el ya citado Chomsky actualmente vive en el barrio neoyorquino de Queens.

Tanto Bill Clinton –como dije antes como George Bush han rechazado los pedidos de extradición de ese genocida; por eso vive en Queens, aunque esté debidamente documentado que es un terrorista. Por lo tanto, el gobierno de los Estados Unidos está amparando a un terrorista.

Respecto de Haití, no mucho mejor fue el desempeño de Clinton porque obligó al presidente Aristide a imponer un programa neoliberal que el Banco Mundial definió textualmente de la siguiente manera: “El programa beneficiará a la clase comercial más abierta e instruida y a los inversores extranjeros”.

Además, como aquí se ha dicho, Estados Unidos subsidió su propia producción de arroz hundiendo así las exportaciones haitianas. Los resultados están a la vista. Haití es uno de los cuatro países más pobres de la Tierra. Sobre una población total de ocho millones de habitantes, apenas hay cien mil empleos regulares. Allí reina la miseria y hay terribles enfermedades como el sida. Existe un cuadro general de violencia social y política que determinó el envío, primero, de una misión civil de la OEA, y luego, de cuatro misiones de la ONU, no todas ellas militares.

En este contexto se fue produciendo en Haití una crisis político-institucional que data de 1996; tuvo un pico muy importante en el año 2000, hasta llegar al presente, donde sin ninguna duda el FRAP y otras fuerzas de mercenarios, financiadas y asistidas por la CIA norteamericana, cruzaron desde la República Dominicana para ayudar y contribuir a la desestabilización del gobierno de Aristide. Finalmente, tal como se ha dicho, fue secuestrado y enviado en un avión fuera del territorio nacional. Esto es rigurosamente cierto y quiero que quede explicitado como parte de nuestra oposición.

Ese gobierno provisorio es ilegítimo, y tienen razón quienes han argumentado en este sentido. El actual presidente Boniface Alexandre es el anterior titular de la Corte Suprema, y el primer ministro –Gerard Latortue es un ex funcionario que ha pasado la mayor parte del tiempo fuera del país.

Es verdad que Haití se halla en una situación absolutamente caótica. Han colapsado veintidós de sus treinta hospitales. La policía haitiana, correctamente sospechada de corrupción, ha sufrido la deserción de dos mil quinientos de sus cinco mil efectivos totales. Por otra parte, las fuerzas terroristas y desestabilizadoras que ingresaron desde la República Dominicana amparadas por la CIA norteamericana, como lo prueban los casos de Guy Philippe, mercenario entrenado por la US Special Force y ciertos sicarios como Chamblain y Tatoune, controlan buena parte del centro del territorio. Este es un dato muy importante porque, según me explicaba el ex embajador de Aristide, tienen una presencia determinante. En este marco se produjo la resolución 1.542. Esta es la situación real.

Naturalmente todos nosotros, y en forma principal quien habla, compartimos la idea de que haya una comisión bicameral de seguimiento de este proceso. En tal sentido hemos presentado un proyecto de ley, al que me referiré después, porque considero importante pasar de la protesta a la propuesta.

En este momento surgen razones que abonan la difícil decisión del gobierno nacional. Rechazo que se diga que es un gobierno cipayo. En relación con el caso de Cuba se abstuvo. Es un gobierno que efectivamente trata de construir con Brasil y otros países una diplomacia o alianza en el Sur. Se trata de un gobierno que propuso el ingreso de la Venezuela de Hugo Chávez –no de cualquier Venezuela al Mercosur, como ocurrió el año pasado en la reunión de Asunción.

Por si todo esto fuera poco, de las cárceles haitianas se fugaron más de dos mil presos comunes. La situación es caótica y requiere que nos preguntemos qué es lo que pasa. ¿Quiénes pueden ser los rehenes de estas fuerzas? Si nosotros nos limitamos a condenar la comisión de un golpe de Estado y no asumimos responsabilidad alguna en relación con Haití, ¿quiénes son los rehenes no sólo de la FRAP y las fuerzas mercenarias sino, como bien se ha señalado aquí, del famoso Grupo de los 184, un grupo empresarial muy poderoso, que tiene mucho que ver con el golpe de Estado que determinó la salida de Aristide? El pueblo haitiano, o sea, los partidarios de Jean-Bertrand Aristide, los miembros del Partido Famille Lavalas, que están siendo reprimidos a sangre y fuego. Este es un dato de la realidad.

Se decía que sería conveniente mandar una misión humanitaria, lo que me parece perfecto. ¿Pero cómo podría actuar la misión humanitaria en un marco en el cual algo semejante a la Triple A todavía está activo en el centro de Haití?

Sin duda alguna esta misión tiene riesgos, lo cual torna aún mucho más grave la decisión de apoyar el envío de tropas argentinas. Creo que uno debe hacerse responsable de ello, y naturalmente, como en todos mis actos, me responsabilizo de esta decisión.

Cabe preguntar si con este argumento de la autodeterminación de los pueblos no dejaríamos a la población civil como rehén de las bandas armadas y de este grupo económico de los 184.

Recuerdo que este gobierno condenó la infame invasión a Irak. Quiero que quede muy claro en esta exposición y para la sociedad argentina que en caso de que hubiera un intento de golpe de Estado en Venezuela o una agresión a Cuba, seríamos los primeros en expresar nuestra condena de manera activa, movilizando a sectores populares en contra de una agresión de esas características.

Quiero recordar lo que sucedió en América latina en la década del 80, en lo que hemos retrocedido en relación a los intentos que hizo en su momento México, un país que en términos de política exterior ha cumplido cabalmente con los principios de autodeterminación y no intervención. Se generaron grupos político diplomáticos que pese a la correlación de fuerzas abrumadoras favorables a los Estados Unidos –no soy cándido, señor presidente, intentaron soluciones como la del Grupo de Contadora, el Grupo de Río o el Grupo de los 8. Todos recordarán las intervenciones del Grupo de Río durante el gobierno del doctor Alfonsín.

Pues bien, nosotros creemos que la República Argentina debe tener una presencia en la diplomacia latinoamericana, asociada con sus socios naturales, los más cercanos, como Brasil, que es el que comanda las tropas.

Por supuesto que aquí no se trata solamente de quién comanda las tropas. Las Naciones Unidas envían un jefe político de la misión. Se trata de una misión político militar, y yo comparto las críticas expuestas por algunos diputados preopinantes en relación con la debilidad y la docilidad de las Naciones Unidas. Sin embargo, me pregunto qué otra instancia internacional fuera de las Naciones Unidas existe en el planeta Tierra donde podamos debatir los litigios y acordar diplomáticamente con países afines. Esto ocurrió justamente en Venezuela con la participación del Grupo de los 15, en el que hay países africanos, y el propio Grupo de los 77; en algún momento existió un movimiento de no alineados.

Voy a expresar mi opinión con toda modestia, y espero no ser considerado cipayo por este motivo, porque no lo soy. Si queremos tener una influencia político- diplomática, no podemos marginarnos de una decisión que han aprobado los países de la Caricom.

En un reciente reportaje concedido a la CNN, el propio presidente Jean Bertrand Aristide ha dicho que exhortaba a las Naciones Unidas no sólo a proteger los derechos humanos del pueblo de Haití, sino también sus derechos cívicos, algo que conocemos bastante en la Argentina, porque pueden ser proscriptos el partido Famile Lavala y Jean Bertrand Aristide.

Creo que si el pueblo haitiano vota en el año 2005 para elegir a quien ocupará la Presidencia en el 2006, el pueblo haitiano tiene todo el derecho de escoger a Jean-Bertrand Aristide, y nuestra misión lo debería garantizar.

Aquí el problema no es ideológico, sino de decisión política. Si nosotros adoptáramos esta decisión política, luego la historia nos mostrará si el envío fue acertado o no, con todo el respeto que me merecen ambas posiciones.

En nuestro bloque de Convergencia hemos propuesto un proyecto de ley -no de resolución-, que ya fue presentado en Mesa de Entradas, sobre la creación de una comisión especial bicameral de seguimiento de la misión de las Naciones Unidas en Haití.

Uno de los propósitos fundamentales es restablecer una diplomacia parlamentaria, que ayude a la diplomacia del Poder Ejecutivo y que asuma la diplomacia como una cuestión de Estado, como ocurrió con buen suceso con el tema de los hielos continentales.

Entonces, creemos que es imperativo que se cree esa comisión bicameral y que se considere la iniciativa en la próxima sesión. Por supuesto que apoyamos la idea de la señora diputada Jarque de condonar la deuda externa de Haití y el envío de ayuda humanitaria -lo que está contemplado en uno de los artículos de nuestro proyecto de ley.
Asimismo, en este momento debemos pensar en los intereses de quienes son rehenes de fuerzas mercenarias y los intereses político-diplomáticos del Estado argentino. Por este motivo vamos apoyar, con las disidencias que se expresarán, el envío de la misión. El éxito o el fracaso dependerá de si en las elecciones del año próximo se imponen los mercenarios, como los Tatuones o los Latortuises, o se 0impone la voluntad libre y democráticamente expresada por el pueblo haitiano.

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