No alcanza si no se "repolitiza" el 24 de marzo más allá del fechado.

No alcanza si no se "repolitiza" el 24 de marzo más allá del fechado.

"Es espectacular, quizás, la proliferación de afiches, actos, y discursos que se observan en la calle y auditorios por estos días. Pero eso en sí mismo no garantiza nada".


Treinta años después de iniciada la dictadura más feroz y socialmente depredadora de la historia contemporánea argentina. Glosando el tango….”pueden no ser nada”. Me explico: no es cuestión sólo de tiempo; más bien de enseñanzas, de significados otorgados desde el presente y hacia el futuro. Se trataría de interrogarnos si hemos transitado desde un mayor conocimiento de los hechos a la sabiduría de creer en lo imprescindible de mejorarnos como sociedad. Acrecentando conciencia. Luchando por la justicia social, derribando a los ideólogos de la sociedad que excluye. Rebelándonos contra la “naturalización” de la injusticia.

Es espectacular, quizás, la proliferación de afiches, actos, y discursos que se observan en la calle y auditorios por estos días. Pero eso en sí mismo no garantiza nada. O mejor dicho: no asegura que hayamos otorgado sentido colectivo profundo y perdurable, que hayamos dado vivencia a la palabra, llenando la “nada” del tiempo transcurrido. Que hayamos podido simbolizar plenamente el vacío del silencio, de la muerte, el miedo, el retroceso por la vulneración de la sacralidad de las personas, que se desató con ferocidad desde aquél 24 de marzo.

Esa abundancia de consignas, programas especiales, notas de color sobre dónde estaban ciertas estrellas aquella aciaga jornada no alcanza.

Ni siquiera el discurso sobrentendido sobre gran parte de los que vivieron aquella época y que se enteraron, luego, qué era el terrorismo de estado y qué consecuencias irreversibles se abrieron hasta nuestros días. Hoy todo ello puede movilizar desde lo emocional. Y vale, pero no alcanza.

Hoy, grandes sectores juveniles pueden no comprender las implicancias profundas de lo que significa que un Estado pierda su dignidad adoptando métodos ilegales para punir. Que justifique el uso de la tortura.

Pero todavía más. Será insuficiente la evocación si no se elabora con precisión, con nombres propios – de mentes criminales – pero explicando o constituyendo una narración que se jalona con el derrocamiento de movimientos populares, su persecución, el bombardeo de la Plaza de Mayo asesinando civiles desarmados. Cárcel, persecución, listas negras, cerrazón del pensamiento. Una narración que no puede dejar de demostrar la injusticia de la filosofía radicalmente individualista, de doctrinas económicas que solamente han producido pobreza y crueldad. Violencia larvada que explota hasta en las aulas escolares.

No alcanza si no se “repolitiza” el 24 de marzo más allá del fechado. Si no se esclarece, se divulga con pedagogía las relaciones de poder, quiénes fueron beneficiarios, qué secuelas perduran más allá de la visibilidad del dolor por tanto dolor. Si no se explica que los patrones culturales, individuales y colectivos como en un palimpsesto sobrevive a la pintura de arrepentimientos – sinceros u oportunistas – no conviene raspar o una pintura de ocasión si no luchamos por construir una verdad colectiva sobre nuestra historia original. Si no se aborda la discusión sobre las nuevas prácticas del poder, la pérdida de conocimiento, los disciplinamientos sobre los cuerpos y una subjetividad que extrema cada vez más el ser solamente como objeto de consumo.

Mucho esfuerzo y dedicación deben asumir como compromiso los dirigentes de todas las esferas. Desde lo político, lo económico, lo social, lo espiritual y lo académico.

Esta posmodernidad no autoriza el borramiento de la razón, no está autorizada a dibujar un horizonte para la hora crepuscular del deber.

"Cultivemos el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad", es un buen ejercicio que señaló, alguna vez, Antonio Gramsci.

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