Ibarra en el desierto y con una anchoa

Ibarra en el desierto y con una anchoa

"A pesar de la buena imagen que revelan las encuestas telefónicas, los políticos creen que Aníbal Ibarra tiene para un largo destierro. Entre las compulsas y los políticos están los analistas, polítologos y sociólogos. ¿Podrá Ibarra renacer de las cenizas de Cromañón?"


Apartir de Cromañon, la Casa Rosada siempre leyó que Aníbal Ibarra era un muerto político; simplemente por eso, decidió soltarle la mano hasta que, finalmente, el ex jefe porteño, carente de una estructura propia, cayó por su propio peso.

Pero, ¿murió políticamente Ibarra? ¿O podrá capitalizar su victiminización de cara al futuro, a partir de la relativa buena imagen que aún tiene entre los porteños? Cuatro analistas políticos y encuestadores respondieron a esta pregunta para NOTICIAS URBANAS.

Se trata de Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios para una Nueva Mayoría; Ricardo Rouvier (Rouvier y asociados); Eduardo Fidanza (Poliarquía) y Carlos Fara (Fara y asociados).

Ibarra bajo la lupa

Rosendo Fraga es el encargado de abrir el fuego: “Nada en politica es imposible, pero creo poco probable que Ibarra logre rearmarse. Su imagen no es tan buena entre los porteños, por eso ni siquiera presentó una lista en las elecciones de octubre y el kirchnerismo tomó distancia de él”.

Es interesante detenerse en este punto, el de la supuesta buena imagen de Ibarra y el de las encuestas sobre el juicio que lo destituyó. Sobre este tema, Rouvier destaca que un día antes de la destitución, los sondeos le daban así: 60 por ciento en contra de que lo echen; 30, a favor. “Pero a medida que fueron pasando los días, digamos una semana después, a nadie le importaba ya un comino de Ibarra –grafica- Y los
números también fueron cambiando; creció el porcentaje de gente a favor de la destitución, que ahora es de un 38 por ciento, mientras que bajó al 53 por ciento quienes estaban por su continuidad”. ¿Por qué?

Rouvier, responde: “Porque el apoyo a Ibarra en las encuestas siempre fue en un nivel racional, y en este punto, débil. Por eso, cuando dejó de estar en la televisión
y lo remplazó (Jorge) Telerman, la gente empezó a olvidarse de él”.

Está claro para Rouvier que ningún porteño va a dar la vida por Ibarra. “A la sociedad porteña tampocó le importó demasiado acompañar a los padres de Cromañon, que nunca juntaron la cantidad de gente que Blumberg en su momento. Esto tiene que ver con las características de los porteños, quienes siguen desinteresados de los políticos y de la política.
Blumberg también dejó de interesar cuando se metió en la lógica política”.

Carlos Fara piensa muy diferente frente el mismo escenario. “En absoluto creo que Ibarra sea un muerto
político; en primer lugar porque no lo inhabilitaron para ejercer cargos. Pero, además, y sobre todo, porque el juicio político terminó resultando un beneficio para él. De hecho, lo
convirtió en una víctima. Al punto que el macrismo debatía sobre la destitución porque, con las encuestas en la mano, evaluaban que el juicio, visualizado como injusto, lo fortalecía”.

“Esto tiene que ver con la matriz cultural de la Ciudad de Buenos Aires -continúa Fara- que si bien nunca terminó de convencerse con la gestión ibarrista, ante la alternativa de una avance de la derecha, digamos, se abroqueló con Ibarra.

El ahora ex jefe de gobierno hizo responsable a (Mauricio) Macri de querer cargárselo y los porteños le creyeron.
las reglas de un juicio justo? Eso lo favoreció”.

En un interesante contrapunto, Rouvier alerta: “Ojo con hablar de la buena imagen de Ibarra. Nuestras mediciones arrojan que, es cierto, el 45 por ciento de la gente en la ciudad tiene una buena imagen de él, pero también hay un 34 que opina negativamente. Y algo más: la distancia entre la buena y la mala imagen es sólo del 11 por ciento”.

En buen romance, la brecha entre la imagen positiva y la negativa no es tan alta como podría suponerse y, a la hora de medir proyecciones politicas, un porcentaje alto de imagen
negativa es un problema para cualquiera con aspiraciones en la política.

Fara, en la medición del último fin de semana, registra este mapa de imagen: el 37 por ciento de los porteños tienen una buena imagen del jefe caído, en tanto que un 26, cree que lo contrario. Como explica Fraga: “Si la imagen hubiera tenido tan buena, hubiera tenido algún rol electoral en octubre y no hubiera quedado con un bloque de sólo 3 legisladores sobre
60. Lo más probable es que Telerman crezca mostrando la ejecutividad que Ibarra no tuvo y se proyecte como un candidato posible para 2007”, pronostica.

Y concluye: “El punto más crítico que tendrá Ibarra hacia el futuro, serán los padres de Cromañon, quienes seguramente tratarán de estar presentes cada vez que Ibarra intente retornar”.

Memorias de Cromañon

El analista Eduardo Fidanza, de Poliarquía, coincide. “Si bien la opinión mayoritaria es que no debía haber sido removido por el juicio político, sobre Ibarra siempre pesará Cromañon como un estigma, sobre todo en una sociedad como la Argentina que no fomenta la posibilidad de superar algunas cuestiones.

Cromañon, a través de los papás, será una sombra que siempre lo va a perseguir”. Por eso Fidanza coloca la proyección futura de Ibarra a mitad de camino entre el certificado de defunción y la borrachera ibarrista de lanzamiento nacional, previo a la tragedia de Once.

“En este mapa, hay que recordar también que la política es muy cruel y sobre todo en Argentina: nadie se junta con perdedores –destaca Rouvier- , por eso a Ibarra le va a
resultar más difícil a partir de ahora conformar alianzas”.

De allí que Fidanza remata: “Ni tantas, ni ninguna expectativa; digamos que no está para grandes lides”. Más allá de los matices, hay dos puntos en los que coinciden los cuatro analistas. Uno: es muy difícil decretar la muerte política en Argentina –basta ver a Carlos Menem sentado en su banca de Senador-. Dos: Ibarra podría aspirar a un cargo legislativo en 2007, si administra la cuota de popularidad
que aún le queda.

Varios de los análisis también coinciden en que la sociedad porteña, rara y volátil como pocas, está orientada a figuras progresistas, de manera que, dentro de su orfandad, el frentista sigue siendo un interlocutor. Claro que, como apunta Fidanza, su reemplazo por Jorge Telerman (un conocedor de los medios, si los hay) no ayuda a Ibarra.

“Telerman surge como una figura no desgastada y tiene proyección; si hace un buen gobierno, puede enfrentar a Macri y ahí Ibarra va sumar otro obstáculo para volver a
respirar”.

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