¿Te acordás del ‘diputrucho’ que con su voto logró privatizar el Gas?

¿Te acordás del ‘diputrucho’ que con su voto logró privatizar el Gas?

Fue en el Congreso de la Nación en 1992, cuando un infiltrado se metió en la sesión y logró el quorum necesario para aprobar el marco regulatorio de la privatización de Gas del Estado.


Argentina es quizás el país donde más fuerte pesa el realismo mágico, ese movimiento literario latinoamericano que busca mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común. Si no, no se explican sucesos como el que pasó el 26 de marzo de 1992 en la Cámara de Diputados, cuando un “diputrucho”, como luego se llamó al caso, votó para aprobar el marco regulatorio de la privatización de Gas del Estado, pero sin ser Diputado.

Se trata del hecho delictivo más grande verificado en el Congreso: el resonante caso del “diputrucho”.  Pero lo grave es que fue su voto el que logró la victoria, un verdadero peligro constitucional. Para peor, lo único que quedó del episodio es la prohibición para los periodistas parlamentarios de ingresar al recinto.

Ese día, la Cámara de Diputados estaba convocada para aprobar el marco regulatorio de la privatización de Gas del Estado. La sesión venía de un cuarto intermedio.

El debate de una ley que desentrañaba a la tercera empresa de explotación de gas en el mundo —y que exigía el Banco Mundial— había comenzado el día anterior. Pero una moción mordaza de cierre de lista por parte del PJ hizo que la bancada radical dejara abruptamente el recinto. El Presidente del bloque era Fernando de la Rúa.

El jueves, mientras los radicales discutían en el bloque, el PJ hizo los máximos esfuerzos para conseguir los 130 presentes que entonces exigía el quórum (hoy es uno menos). Una vez logrado, se trataba de votar a mano alzada sin debate. Presidía la sesión el bonaerense Alberto Pierri.

Pasadas las 16.30, el tablero marcó 130. Se votó en general. En ese momento desde el palco de periodistas se identificó a un extraño en una banca. Corrieron los cronistas por escaleras y pasillos hasta ubicar en la otra punta a un anciano asustado a la salida del recinto. A la pregunta de un periodista de Clarín si era diputado confesó que no. A la pregunta de por qué estaba en una banca contestó que lo habían sentado por hallarse descompuesto. Ese hombre que mentía era Juan Abraham Kenan, asesor de Julio Manuel Samid, el hermano de Alberto Samid.

Kenan no era al único intruso. Había cinco más, que al no ser descubiertos en ese momento consiguieron escapar, todos colaboradores de diputados justicialistas.

Esos diputados eran Felipe Solá, quien echó de inmediato a su empleado infiel; el riojano Carlos Romero; el mendocino Nicolás Becerra, quien desmintió categóricamente haber formado parte de la operación, el porteño Eduardo Varela Cid y el fueguino Carlos Manfredotti.

Presidente de la bancada era Jorge Matzkin. Ministro de Economía, Domingo Cavallo, y José Estenssoro, luego titular de YPF, un impulsor de la ley de venta de la empresa de gas.

La Cámara no sancionó a Samid. A fines de 1994, la Justicia lo condenó con algunos meses de prisión en suspenso, lo mismo que a Kenan.

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