Sin presupuesto, el gobierno nacional encara el ríspido sendero hacia el futuro

Sin presupuesto, el gobierno nacional encara el ríspido sendero hacia el futuro

El FMI critica el préstamo que antes entregó sin querellas. Los Bienes Personales. La travesía del desierto.


La política se ve cruzada en estos días por las extremas condiciones que pretende imponer a nuestro país el Fondo Monetario Internacional, como consecuencia de un crédito mal negociado, mal gestionado y malhadado.

Paralelamente, los corresponsables del enorme desatino que fue la toma del préstamo que ahora condiciona el futuro inmediato y a mediano plazo de la Argentina, al rechazar la Ley de Presupuesto se comportaron en el Congreso de idéntica manera a como lo hicieron cuando acudieron a Washington en busca de una ayuda que el país no necesitaba. Una idéntica irresponsabilidad.

De todas maneras, no hay mal que por bien no venga. Es difícil anticipar los próximos pasos que tomará el Gobierno en la gestión del pago de la tremenda deuda que heredó la Patria, pero la falta de presupuesto a la vez dificulta y facilita las cosas. Si se sabe trabajar, la debilidad puede ser un buen argumento para conseguir algún descuento.

Por una parte, los requisitos que exige el Directorio del FMI son tan, pero tan terroríficos que hasta obligaron al Gobierno a gestionar ese mismo presupuesto, muy difícil de digerir para sus propias bases políticas, a causa de los puntos de ajuste que contenía.

Son por todos conocidos los hechos que culminaron con el rechazo de la Ley de Presupuesto Anual, acaecidos el último viernes. Los discursos, las chicanas y los insultos son temas absolutamente desechables en este trabajo. Las consecuencias de los hechos son el objetivo.

Para empezar, sin el instrumento presupuestario todo cambia. Al menos, como si las paradojas no dejaran de arrojar sus contradictorios dictámenes, el problema ahora quedó del lado del FMI. Y de la Argentina, por supuesto, aunque en menor medida. Nada hace pensar que el ministro Martín Guzmán dejará de reunirse con las autoridades del FMI para encontrar una salida, pero los seguro es que el viernes hay un camino que quedó cerrado.

Aún queda por definir el nuevo marco bajo el que continuará la negociación con el organismo de crédito, pero es probable que las nuevas conversaciones tengan que ver con los plazos, porque hay varios vencimientos en diciembre y enero que exigen atención. Es probable que los Derechos Especiales de Giro que envió en noviembre el FMI sean utilizados en dichas ocasiones.

O la sartén o el fuego

De todos modos, tal cual fue anticipado por este medio en múltiples ocasiones, no existen acuerdos exitosos con el FMI. El mejor arreglo es, cuanto menos, desaconsejable. No habrá, pues, buenas noticias, porque los viciosos economistas del organismo multilateral de crédito no cejarán en su intento de condicionar el futuro argentino con imposiciones de ajuste, equilibrio fiscal y otros “consejos” de dudosa índole.

El mismo día en que esta publicación se encuentra en proceso de elaboración, los propios auditores del FMI publicaban un trabajo titulado “Evaluación Ex Post”, en el que aceptaron, ya desde el primer punto, que el Gobierno que encabezaba Mauricio Macrí debería haber implementado controles del flujo de capitales para evitar la fuga de divisas que era inevitable que se produjera, frente al festival de bonos que ofrecía alegremente el Banco Central argentino.

El segundo punto del trabajo elaborado por el economista Odd Per Brekk, que trabaja en el Departamento Asia-Pacífico del FMI, cuestionó que el Gobierno de Cambiemos no haya efectuado, al tomar el préstamo, una reestruturación que permitiera un acuerdo posible para cumplir con los pagos de la deuda que estaba tomando. Recién al llegar al poder el Frente de Todos este trámite fue iniciado.

El tercer punto es el más interesante, porque el FMI reconoció que un ajuste no sirve para controlar la inflación. Incluso plantearon en el documento que la inflación es un fenómeno “multicausal” y no solamente monetario.

Luego, el organismo admitió que el crédito no alcanzó para lograr el objetivo de generar confianza. Como si la confianza fuera una cuestión de tomar dinero a cualquier costo. En realidad, esta afirmación es una aceptación implícita de que el FMI envió a la Argentina 44.000 millones de dólares para sostener a la derecha argentina en el poder.

Un Loco Congreso en disputa

En la noche del martes se realizó otra sesión en la cámara baja, en la que la oposición buscaba cerrar una nueva derrota del oficialismo, como para terminar el año celebrando.

Pero los planes no salieron como esperaban, ya que el bloque oficialista logró la mayoría para sancionar su propio dictamen de comisión, que establecía una reforma a la Ley de Bienes Personales. Lo mismo, la votación arrojó un resultado muy justo: 127 a 126. De esta manera, la norma volverá al Senado para la sanción definitiva, que sería aprobada en la sesión del próximo 29 de diciembre.

El oficialismo logró la adhesión a su proyecto de elevar el monto mínimo para pagar Bienes Personales y para gravar a los que poseen activos en el exterior de los bloques del Frente de Izquierda y del Interbloque del FIT. La deserción con armas y bagajes del peronismo cordobés –el ínclito resultado del “cordobesismo” del gobernador Juan Schiaretti- a la oposición dura a la que decidió unir su destino, más la suma de los bloques de José Luis Espert y Javier Milei a Juntos por el Cambio, dejaron configurado el 2023. Allí irá soldando a acetileno lento la candidatura del jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, si logra sobrevivir a los embates de la muy decidida Patricia Bullrich.

No es seguro, de todos modos, que a partir del año que está a punto de comenzar el oficialismo logre mantener su escasa mayoría en la Cámara de Diputados. La suma de los votos se encuentra en estado gaseoso, que se romperá y se reconstruirá de acuerdo con los temas que se traten a lo largo del bienio que culminará el diez de diciembre de 2023.

La travesía del desierto

Habiendo sufrido las consecuencias de una mala elección y debiendo encarar una negociación con el FMI en la que no hay nada para ganar, el Gobierno deberá hacer gala, desde su propia debilidad, de una fuerte iniciativa política para llegar al 2023 con el margen necesario para que Alberto Fernández –o quien el Frente de Todos designe- siga rigiendo el destino del país.

Hasta entonces, todo será azaroso.

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