El Gobierno recalcula el rol de Gendarmería y se le achica la cancha

El Gobierno recalcula el rol de Gendarmería y se le achica la cancha

La Gendarmería pudo haber sido protagonista de la desaparición pero no de todo lo que siguió. ¿Qué pasó mientras? Marcos Peña inauguró hoy un discurso recalculado: "Todas las hipótesis están abiertas".


La pregunta “¿Dónde está Santiago Maldonado?” sigue sin responderse, ni por asomo. Aunque la prudencia indicaría invertir la lógica de la pregunta: “¿Dónde no está Santiago Maldonado?”

¿Quién podría responderlo? Y, en tal caso, ¿cómo?

Desde el inicio de la investigación del paradero del joven artesano sureño, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, junto a su par de Justicia y Derechos Humanos, Germán Garavano, dieron de baja la posibilidad de que Gendarmería fuera la responsable de esta desaparición.

Quizás hubo falta de prudencia en el apresurado relato oficial.

Existe un giro en el discurso que tiene por cabeza al jefe de Gabinete, Marcos Peña, quien durante una exposición en el Congreso este miércoles se refirió al informe que elaboró la fiscal de Esquel, Silvina Ávila, y señaló que “todas las hipótesis están abiertas, y ese es el principio de trabajo desde el cual se ha trabajado desde el primer día”.

Por otro lado, destacó que “no hay prueba que pueda validar la hipótesis de que estaba o no en ese lugar (por la manifestación en la Ruta 40), si fue o no llevado por la Gendarmería, si fue o no una desaparición forzada”.

Sin embargo, el interrogante invertido de “¿Dónde no está Maldonado?” trae una única certeza: la desaparición de Santiago Maldonado sí habría sido una desaparición forzada de algún u otro modo.

La era globalizada de la instantaneidad y la comunicación rompe la hipótesis de que Maldonado, por cualquiera sea la razón que lo impulsara, hubiera decidido “desaparecer” por motus propio, y hacerlo con éxito por casi un mes. Las redes sociales, los testigos, las recompensas, los medios y tantas cuestiones de la vida moderna harían imposible esto sin un actor indispensable en los grandes sucesos: los grupos especiales de seguridad e investigaciones complejas argentinos o quizás organismos similares chilenos asociados a grupos británicos de inteligencia, cualquiera de ellos con capacidad operativa para despistar y esconder con rigurosidad -y por el tiempo necesario-, pruebas y cuerpos.

Nadie vio nada. Nadie escuchó nada. Con tanto, se abren algunas aristas: ¿podría Gendarmería mantener a un hombre privado de su libertad sin dejar rastros de una “torpeza” que, en el peor de los casos, hubiese terminado con su vida? No tiene ni estructura ni medios para generar salidas exitosas de problemas tan complejos.

Mas la teoría contraria en el ámbito popular dicta, por su parte, que es una jugada politizada de los mapuches para esconder a Maldonado en pos de perjudicar a la actual gestión: ¿Podrían los mapuches esconder a su par con tanta maniobra ni ayuda?  

El mismo secretario de Derechos Humanos, Carlos Avruj, abrió igual marco teórico que Peña al indicar que ninguna hipótesis se descarta, todas se contemplarían, y desestimó que sea Maldonado el hombre que aparece en el video de un piquete en la Ruta 40, tal como señaló la propia familia.

El giro discursivo del Gobierno parece haber comprendido esta lógica. Si se sabe dónde no está Maldonado, “¿Dónde está Maldonado?” es una pregunta que, al menos en su boca, suena cada vez más poco verosímil y difícil de sostener. Pero el cuerpo -vivo o muerto- y la verdad parecen estár en pocas manos, y eso desconcierta, quizás hasta algunos personajes del mismo gobierno.

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