Que no despegue ese mal menor

Que no despegue ese mal menor

Por Romina Sánchez

Para combatir el dengue, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad pidió que se implementen políticas de control ambiental. En especial tras la tormenta, que favorece la reproducción del mosquito.


Lo sabemos pero no lo sabemos. O no lo sabemos tanto. El dengue es una enfermedad infecciosa producida por un virus del mismo nombre que se transmite a través de la picadura de la hembra del mosquito Aedes aegypti, pero que no se contagia de persona a persona. La particularidad de este insecto, que antaño nos resultaba tan extraño a porteños y bonaerenses y que hoy nos parece familiar –aunque todavía falte concientización ciudadana y gestión de control ambiental estatal–, es que es intradomiciliario, humanodependiente y se reproduce colocando sus huevos sobre superficies rígidas o duras, de recipientes capaces de contener agua.

Sí, el agua es la cuestión. Otra vez. Por esa razón, solo encontraremos al Aedes aegypti dentro de nuestras casas, y cerca de nosotros, sobre todo si tenemos jardines o patios.

En algunos lugares escasea a rabiar, la anhelan a morir y le piden a los dioses de todos los santorales por su presencia, pero acá no la queremos. En los días en que la Ciudad de Buenos Aires, gran parte del conurbano bonaerense y la capital provincial, La Plata, fueron castigados por un temporal que al cierre de esta edición había dejado un saldo de ocho fallecidos en el ámbito porteño,

concentradas estas pérdidas fundamentalmente en la zona norte, y 51 víctimas fatales (40 reconocidas) y 20 personas desaparecidas en la Provincia, ya no queremos agua.

El mosquito del dengue necesita de las proteínas de la sangre humana para poder poner huevos. Por lo tanto, se mantiene siempre cerca de las personas, a las que trata de picar. El mosquito silvestre, el que encontramos en las plazas y parques, podrá ser molesto pero no es el que transmite el virus en cuestión. Ergo: pueden ser necesarias las fumigaciones en espacios públicos, pero no son efectivas para combatir al mosquito que trasmite el dengue. Tanto los machos como las hembras Aedes aegypti se alimentan de jugos vegetales y no vuelan distancias grandes, por lo que se mantienen dentro de las viviendas que les brindan condiciones de reproducción a partir de cualquier recipiente con agua; como de alimentación, a través de las plantas.

El dengue no tiene demasiadas vueltas, puede presentarse en dos variantes: clásico y hemorrágico. Los síntomas del primero varían desde cuadros febriles hasta estados gripales agudos con dolores de cabeza y articulaciones. El dengue hemorrágico, por el contrario, puede ser mortal y se produce cuando una persona que contrajo la enfermedad es picada por un mosquito infectado por otra cepa del virus. Ahí es donde radica el problema. Ese es el problema que tenemos porteños y bonaerenses. Y que puede potenciarse.

La situación en la Ciudad

Algunos de los países de la región, como Paraguay, Brasil y Bolivia, presentan actualmente epidemias de dengue, y en varias provincias argentinas y en la Ciudad de Buenos Aires se han reportado varios casos “importados”. Basta con googlear dos segundos. El número de enfermos de dengue registrados durante 2012 y en lo que va de 2013, juntamente con la presencia del mosquito vector Aedes aegypti, constituyen, por ende, un escenario de riesgo para la Ciudad de Buenos Aires.

Dado este panorama, el Área de Derecho a la Salud de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires se entrevistó con autoridades del Instituto Pasteur y de la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires para recabar información sobre la situación actual con respecto a la enfermedad del dengue y las acciones que se desarrollan al respecto. Según el Departamento de Epidemiología del Ministe rio de Salud de la CABA, hasta la semana 25 (tercera semana de junio) de 2012 se notificaron 91 casos sospechosos de dengue, de los cuales se confirmaron 24 de residentes (11 de ellos autóctonos).

Durante este año fueron notificados 103 casos sospechosos de dengue en residentes hasta la undécima semana epidemiológica (primera semana de marzo). En 40 de ellos los análisis de laboratorio dieron positivo para dengue. Las personas infectadas se domiciliaban en las cuatro regiones sanitarias, es decir, viven por el norte, sur, este y oeste de esta Ciudad, y los casos confirmados con antecedentes de viaje a una zona endémica provenían principalmente de Paraguay y Brasil y de provincias argentinas con circulación viral.

Al mismo tiempo, se registró un caso confirmado y siete probables sin antecedente de viaje en tres comunas del norte de la Ciudad, justamente, las más afectadas por el temporal de principios de mes. Otra que caldo de cultivo.

Prevenir, esa falta de costumbre

Como no existe una vacuna para tratar el dengue, la prevención se logra eliminando el mosquito de las zonas urbanas. Es así de simple, pero al parecer es una empresa difícil de concretar en su totalidad. Para evitar posibles epidemias, los especialistas en salud de la Defensoría del Pueblo porteña indican que es necesario realizar un trabajo de doble cara: por un lado, de concientización de la población y, por otro, de tareas de control ambiental por parte de las autoridades responsables en la materia.

La prevención más efectiva comienza en los hogares, con la eliminación de los sitios de cría del mosquito, tales como recipientes en desuso capaces de contener agua, y también evitando que se acumule agua en los recipientes útiles por períodos mayores a dos días.

Buenos Aires cuenta con un Programa de Prevención del Dengue que data de 1995. Si bien se ha adaptado y modernizado, sus ejes principales siguen siendo los mismos. Porque la enfermedad es la misma. Sus principios se resumen, sin más, en: vigilancia entomológica continua del vector; medidas de control ambiental; promoción y educación para la salud; vigilancia epidemiológica de casos, y actualización del equipo de salud para el diagnóstico precoz y tratamiento oportuno de casos de dengue.

Desde la Defensoría del Pueblo expresan que el primer aspecto se lleva adelante sin mayores inconvenientes y con óptimos resultados desde 1995, ya que se conocen con certeza las ondas de desarrollo témporo-espacial de los mosquitos Aedes aegypti para la CABA. En tanto que el trabajo relativo a las últimas dos dimensiones fue desempeñado correctamente en los casos en que se debió intervenir. En cambio, en lo que refiere a, precisamente, el control estatal y la educación cívica para la salud, el gobierno, en una tarea que debiera mancomunarse entre las carteras de Salud y Ambiente y Espacio Público, hace agua.

Control es lo que falta

Desde la Defensoría afirman que una política de Estado tendiente a intervenir fuertemente en la cuestión del control sanitario en materia de dengue deberá tomar medidas de tratamiento focal y perifocal; aplicar larvicidas e insecticidas para tratamiento focal y perifocal; complementar con medidas de control integrado de otras plagas; coordinar el accionar de municipios fronterizos a la CABA para operativos conjuntos de control de vectores; realizar un saneamiento ambiental domiciliario y público; efectuar reuniones y recorridos barriales con las autoridades de la comunas y las ONG específicas; organizar jornadas de trabajo voluntario, como podrían ser las “Semanas de la Limpieza”, para la eliminación y tratamiento de los criaderos (descacharrización y aplicación de larvicidas), coordinadas y supervisadas por autoridades del GCBA; reforzar y reorganizar los servicios de recolección de residuos, acentuando la necesidad de impedir la acumulación de los mismos en áreas públicas, y ofreciendo a la comunidad, al mismo tiempo, acceso telefónico a servicios especiales para elementos no cotidianos, con la participación de la Ceamse y de las empresas de recolección de residuos en pos de la realización de las “Semanas de la Limpieza de la Ciudad”.

Otros aspectos que mencionan desde el organismo de contralor porteño aluden al accionar contra el abandono de cubiertas de automóviles a la intemperie, rasgo que caracteriza a la clásica campaña del GCBA en el tema; la disposición de lugares para su acopio en forma segura; participación de los dueños de gomerías y fabricantes de cubiertas; promoción de la instalación de un servicio para la eliminación definitiva de las cubiertas y gomas abandonadas, estableciendo mecanismos para la disposición final de toda la chatarra de automóviles.

La problemática del dengue supera el campo de la salud para transformarse en un problema de saneamiento domiciliario y educación ambiental, ya que el vector puede eliminarse sin la utilización de productos químicos. Para ello, desde la Defensoría enfatizan que la comunidad debe ser motivada, capacitada y apoyada para las tareas de prevención intradomiciliaria, complementando las acciones de tratamiento ambiental en lugares públicos.

Por otra parte, es imprescindible el desarrollo, desde el Estado local, de una agresiva política comunicacional de alta intensidad dirigida a la población, a través de la cual se estimule la toma de medidas preventivas y una activa participación comunitaria para su efectiva concreción, actividades todas que son responsabilidad del Ministerio de Medio Ambiente y Espacio Público porteño.

Y una cuestión importante, sobre la que no suele repararse, es que no es suficiente actuar ante la aparición de los casos o solo en primavera-verano: una campaña seria de prevención implica la realización de actividades interjurisdiccionales que comprometan, durante todo el año y entre otras, a las áreas de salud, medio ambiente, educación y comunicación. La solución siempre es transversal. Mientras, por aquí, se espera que no caiga una sola gota más.

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