Montañita: Podría haber sido yo

Montañita: Podría haber sido yo

Por Micaela Ermili

Micaela Ermili tiene 21 años y acaba de volver de Montañita. Fue de mochilera, al igual que las asesinadas María José Coni y Marina Menegazzo. Testimonio y reflexión de una sobreviviente.


¿Podría haber sido yo? Sí. No sólo eso, podría haber sido Sofía, Lorena o incluso Mariana. Mis amigas y yo nos salvamos, todas vivimos lo mismo, pero, en fin, todo es cuestión de “suerte” (o no tanta). A lo mejor si nos íbamos caminando solas por la playa esa noche como habíamos planeado no estaría escribiendo esto ahora. De todas formas, puedo hacerlo y es por eso que quiero escribir algo, no sólo por mí.
¿Por qué no fuimos a caminar ese día? ¿Por miedo? No. Nunca. No hay que tener miedo. Ser prudente, cuidadosa, atenta, sí, eso sí. Pero miedo nunca. Nunca. El miedo te imposibilita, impide la libertad, la expresión. El miedo anula las cosas.
Pero hubo algo que en estos días sí me estuvo generando miedo y estoy segura de que no es algo insignificante. Fue por Marina, por María José. Tengo miedo por sus familias, por sus amigas e incluso por las mías. Es un miedo distinto. No es porque todas ellas se “descuidaran”, al contrario, es porque nos están descuidando a nosotras. Nos están queriendo volver vulnerables, miedosas y hasta medio estúpidas. Nos quieren impedir que salgamos a las calles con libertad, con interés, solas o acompañadas.
Quieren usar el término “inconsciencia” (de las víctimas, claro) para justificar un femicidio. Quieren usar la palabra “descuido” para que las piezas encajen y la sociedad descrea de lo que en verdad sucede. Quieren ser machistas, de hecho, lo son. Nos tratan y nos acusan a nosotras mismas de ser las culpables, las provocadoras y hasta le pifian metiéndose con las familias, con nuestras familias, y con sus respectivas crianzas.
No fue una amiga, no fue una conocida, no fue un familiar. No me importa. Estuve ahí, pisé esa arena, ese lugar y ese espacio tan sólo días antes de enterarme de todo esto. Esta tragedia no me pasa por al lado sin afectar. Por ellas y por todas. Porque podríamos haber sido nosotras y que, ahora, otra persona estuviera escribiendo estas líneas.
Mi vivencia y mi estadía en Montañita, seguro, fueron muy similares a las de Marina y María José. Eso me pone la piel de gallina. ¿Por qué no fui yo? No sé. Tampoco me dramatizo pensándolo. ¿Por qué fueron ellas? Tampoco lo sé. Eso es difícil de explicar. Es una cuestión, lamentablemente, de azar. De estar en el momento –poco- indicado para que termine sucediendo eso que ya todos sabemos.
No quiero que tengamos miedo, no quiero que dejemos de salir a la calle, que dejemos de gritar, que dejemos de ser. Seamos. Vivamos. ¡Viajemos! Más que nunca. Que no nos impidan nada. El problema es otro, el problema son los que nos matan, no nosotras. Seamos prudentes, cuidémonos pero sin dejar de vivir, explorar y, por sobre todas las cosas, sin dejar de ser mujeres.

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