“Las mujeres de mi generación”, el poema para ellas de Luis Sepúlveda

“Las mujeres de mi generación”, el poema para ellas de Luis Sepúlveda

En el Día Internacional de la Mujer, NU homenajea a todas las mujeres independientes y luchadoras con un hermoso poema de Luis Sepúlveda.


Luis Sepúlveda Calfucura, es un escritor, periodista y cineasta chileno, autor de cuentos y novelas, que escribió este poema que encaja, precisamente, con este Día Internacional de la Mujer.

Por esta razón, desde la redacción de Noticias Urbanas le dedicamos estas hermosas líneas a todas aquellas mujeres independientes y luchadoras de nuestro país y el mundo.

Las mujeres de mi generación abrieron

sus pétalos rebeldes de rosas, camelias,

orquídeas y otras yerbas,

de saloncitos tristes, de casitas burguesas,

de costumbres añejas,

sino de yuyos peregrinos entre vientos.

Porque las mujeres de mi generación florecieron

en las calles, en las fábricas,

se hicieron hilanderas de sueños,

en el sindicato organizaron el amor

según sus sabios criterios.

Es decir, dijeron las mujeres de mi generación,

a cada cual según su necesidad

y capacidad de respuesta,

como en la lucha golpe a golpe,

en el amor beso a beso.

Y en las aulas argentinas, chilenas o uruguayas,

supieron lo que tenían que saber,

para el saber glorioso

de las mujeres de mi generación.

Minifalderas en flor de los sesenta,

las mujeres de mi generación

no ocultaron ni las sombras de sus muslos,

que fueron los de Tania.

Erotizando con el mayor de los calibres

los caminos duros de la cita con la muerte.

Porque las mujeres de mi generación,

bebieron con ganas del vino de los vivos,

acudieron a todas las llamadas

y fueron dignas en la derrota.

En los cuarteles las llamaron putas

y no las ofendieron,

porque venían de un bosque de sinónimos

alegres:

minas, grelas, percantas, cabritas, minones,

gurisas, garotas, jevas, zipotas,

viejas, chavalas, señoritas.

Hasta que ellas mismas escribieron

la palabra Compañera,

en todas las espaldas

y en los muros de todos los hoteles.

Porque las mujeres de mi generación nos

marcaron con el fuero indeleble de sus

uñas la verdad universal de sus derechos.

Conocieron la cárcel y los golpes,

habitaron en mil patrias y en ninguna,

lloraron a sus muertos y a los míos como

suyos, dieron calor al frío y al cansancio

deseos, al agua sabor y al fuego lo orientaronpor

un rumbo cierto.

Las mujeres de mi generación parieron

hijos eternos, cantando Summertime les

dieron teta, fumaron marihuana en los

descansos, danzaron lo mejor del vino

y bebieron las mejores melodías.

Porque las mujeres de mi generación,

nos enseñaron que la vida

no se ofrece a sorbos, compañeros,

sino de golpe y hasta el fondo de las consecuencias.

Fueron estudiantes, mineras, sindicalistas,

obreras, artesanas, actrices, guerrilleras,

hasta madres y parejas

en los ratos libres de la Resistencia.

Porque las mujeres de mi generación,

sólo respetaron los límites que superaban

todas las fronteras.

Internacionalistas del cariño, brigadistas

del amor, comisarias del decir te quiero,

milicianas de la caricia.

Entre batalla y batalla, las mujeres de mi

generación lo dieron todo y dijeron que

eso apenas era suficiente.

Las declararon viudas en Córdoba y en

Tlatelolco, las vistieron de negro en Puerto

Montt y Sao Paulo, y en Santiago, Buenos

Aires o Montevideo, fueron las únicas estrellas

de la larga noche clandestina.

Sus canas no son canas, sino una forma de

ser para el quehacer que les espera.

Las arrugas que asoman en sus rostros,

dicen he reído y he llorado y volvería a

hacerlo.

Las mujeres de mi generación, han ganado

algunos kilos de razones que se pegan

a sus cuerpos, se mueven algo más lentas,

cansadas de esperarnos en las metas.

Escriben cartas que incendian las memorias.

Recuerdan aromas proscritos y los cantan.

Inventan cada día las palabras y con ellas

nos empujan, nombran las cosas y nos

amueblan el mundo.

Escriben verdades en la arena y las ofrendan

al mar.

Nos convocan y nos paren sobre la mesa

dispuesta.

Ellas dicen pan, trabajo, justicia, libertad,

y la prudencia se transforma en vergüenza.

Las mujeres de mi generación son como

las barricadas: protegen y animan, dan

confianza y suavizan el filo de la ira.

Las mujeres de mi generación son como

un puño cerrado, que resguarda con violencia

la ternura del mundo.

Las mujeres de mi generación no gritan,

porque ellas derrotaron al silencio.

Si algo nos marca, son ellas.

La identidad del siglo, son ellas.

Ellas: la fe devuelta, el valor oculto en un

panfleto, el beso clandestino, el retorno a

todos los derechos.

Un tango en la serena soledad de un aeropuerto,

un poema de Gelman escrito en

una servilleta,

Benedetti compartido en el planeta de

un paraguas, los nombres de los amigos

guardados con ramitas de lavanda.

Las cartas que hacen besar al cartero, las

manos que sostienen los retratos de mis

muertos, los elementos simples de los días

que aterran al tirano, la compleja arquitectura

de los sueños de tus nietos.

Lo son todo y todo lo sostienen, porque

todo viene con sus pasos y nos llega y nos

sorprende.

No hay soledad donde ellas miren, ni

olvido mientras ellas canten, intelectuales

del instinto, instinto de la razón, prueba de

fuerza para el fuerte y amorosa vitamina

del débil.

Así son ellas, las únicas, irrepetibles, imprescindibles,

sufridas, golpeadas,

negadas pero invictas mujeres de mi

generación.

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