Iron Mountain: el asesinato escondido detrás de una tragedia

Iron Mountain: el asesinato escondido detrás de una tragedia

NU entró en contacto con Rolando Monticelli y Liliana Baricola, familiares de las víctimas, entre otros, para conocer en primera persona lo que ocurrió.


Aquel 05 de febrero de 2014

Liliana siempre tuvo facilidad para recordar. Y de ese dia, se acuerda de todo. Hasta los olores. Ese miércoles, madrugó como de costumbre. Camino al trabajo, escuchó en la radio que había un incendio en Balvanera. Balvanera No. Barracas. Pensó en su hermano. EnPedro. Llamó a sus hermanas y les pidió que estuvieran atentas.

En otro punto de la ciudad, Rolando habló con su hijo Juan. Lo miraba desde afuera del baño donde Juan se estaba terminando de afeitar. Los ojos le pesaban. Así que lo saludó y volvió a la cama a dormir un rato más.

Liliana seguía atenta la voz del locutor. “Se acaba de confirmar un muerto más de la Defensa Civil”, escuchó. Su hermana Patricia insistía con ir al hospital. Liliana la frenó. Había que esperar. Su teléfono volvió a sonar. ¿Su hermana? No. Su cuñada Mariana. “Pedro no me contesta”, dijo desesperada. Liliana la calmó diciéndole que ella tenía el número de Defensa Civil. Cortó y llamó. Pero ellos solo querían hablar con Mariana. Les explicó que ya estaba en contacto con ella. Que ella era la hermana de Pedro. Quedaron en llamarla si tienen noticias.

“Así era él: siempre haciendo bromas y riendo”, recuerda Liliana a su hermano Pedro Baricola, una de las víctimas e integrante de Defensa Civil.

Mientras tanto, el despertador de Rolando empezó a sonar. Fingió no escucharlo hasta que se dio cuenta de que en realidad lo estaban llamando. Era un conocido, alguien del Ministerio de Seguridad de Ciudad. Le preguntó si se había enterado del incendio. Rolando todavía seguía preguntándose por qué lo había contactado. Pero no, no sabía del incendio. “¿Y hablaste con tu hijo?”, dijo la voz al otro lado del teléfono. Rolando cortó la llamada y marcó el número de Juan. No atendía. Volvió a marcar. No atendía. No era poco frecuente. Rara vez, atendía cuando estaba de guardia. Además, si el celular estaba vivo, significaba que Juan también.Rolando aprendió la televisión. Puso el noticiero. Vio la imagen de cómo caía la pared y sintió como si estuviera cayendo ahí, en su casa.

A los pocos minutos, el teléfono de Liliana volvió a sonar. Era el Cuerpo Psicólogos de la Defensa Civil. No hacia falta que dijeran algo mas. Pero como la esperanza es lo último que se pierde, insistió en preguntar y la confirmación no tardó en llegar: Pedro estaba en la lista de desaparecidos. Llama a sus hermanas. Tiempo después, se enteró de que Patricia había estado todo el tiempo encerrada en el baño gritando: “Pedro está muerto”.

Rolando salió de su casa y fue directo al cuartel de policías. Cuando entre, se encontró con las miradas de los compañeros de su hijo. Hay códigos que dicen todo. Él también lo sabía. ¿Intuición de padre? Vaya uno a saber. Su mujer le apretaba el brazo. Rolando notó que su esposa miraba fijamente hacia adelante. Un sacerdote caminaba hacia ellos. Rolando no le dio oportunidad de hablar. “Dígamelo directamente”, le exigió. El sacerdote imitó la mirada de los policías y luego dijo: “Falleció”. A pesar de que Rolando nunca se caracterizó por ser un tipo memorioso, esa palabra le quedó grabada para siempre.

A esta altura, Liliana estaba con sus hermanas en la esquina de la casa de su mamá. No se animaban a entrar. Ensayaron una y otra vez hasta que decidieran pasar. Su madre todavía no había llegado. La esperaron junto a Mariana que gritaba las lágrimas que no podía disimular. En eso, Liliana y sus hermanas vieron a su mamá cruzando de una casa a la otra. Liliana corrió a su encuentro. “¿Vos qué hacés acá?”, le dijo su madre. Liliana le respondió que algo había pasado. Y su madre lo supo. “Mi Pedrito”, susurró. Liliana la siguió hasta su cuarto y la vio mientras se acostaba en su cama y se encogía cada vez más. Liliana supo que no podía dejarla sola.Ella había perdido a un hermano. Pero su madre había perdido un hijo. Se quedaron en Tortuguitas. El resto de las hermanas fueron a reconocer el cuerpo a la morgue. Patricia había sido la primera que lo vio nacer. Y esa noche, la primera que lo vio muerto.

Rolando Monticelli junto a su hijo Juan Matías, una de las víctimas del Incendio de Iron Mountain.

Descubrir la verdad oculta

A los pocos días, Liliana y Rolando visitaron el lugar del incendio. Quizás hasta se cruzaron. Quizás hasta hablaron. Lo que recuerdan es lo mismo. Los hierros retorcidos entre el humo blanco todavía caliente. Y los bomberos peritos. Les hablaron de transformadores que nunca debieron estar en ese lugar. De los papeles manchados de combustible, papeles que habían sido rotulados con la leyenda “Lavado de dinero”. Liliana siempre dice que para ella no es una tragedia. Es un asesinato. ¿Pero a quién acudir?

Rolando pareció encontrar la respuesta cuando le llegó una invitación de la Presidenta. Cristina Fernández de Kirchner citó a los familiares en la Casa Rosada. Por azar o por convicción, Rolando terminó sentado al lado de ella. No dejes de mirarla a los ojos. La Presidenta dio un discurso protocolar y luego, dijo lo que tanto temían escuchar. En el medio de su discurso, Cristina convino que el incendio había sido intencional. Rolando siguió mirándola a los ojos. Cuando terminó, los familiares se apelotonaron. No todos los días se tiene a la Presidenta al alcance de la mano. Rolando esperó. Cuando llegó su turno, se acercó sigilosamente a ella y le pidió una sola cosa: que hizo justicia.“Esto a mí me excede”, atinó a decir la Presidenta.

Liliana continuó con su vida. Un medio . Junto a su mamá y sus hermanas, busquen un abogado. Con la llegada de nueva y más información, la teoría de que el incendio había sido intencional se transformó en un hecho. La oscuridad tomó cada aspecto de su vida. Incluso de su intimidad. Lo que en algún momento ella había interpretado como ruidos de interferencia, eran en realidad signos de que sus llamadas estaban siendo intervenidas. Las sombras del fuego que se habían apoderado de la vida de su hermano no se habían apagado.

Rolando se tomó los días de duelo y al poco tiempo, volvió a trabajar. No solo porque era su deber, sino porque esperaba distraerse un poco. Pero es dificil olvidar lo que uno no quiere olvidar. En cada momento que podía, investigaba. Tecleaba nombres en busca de respuestas. Pero uno en particular se volvió una obsesión: Juan José Gómez Centurión, el titular en aquel entonces de la Agencia Gubernamental de Control (AGC). ¿Quién era? ¿Cuál era su rol en el incendio? ¿Por qué no lo impidió?

Gabriel Fuks, actual embajador ante Ecuador, fue el encargado de hacer frente a estas preguntas. En el 2015, en su primer año como legislador porteño, citó al titular de la AGC de ese momento. Él sabía que donde había caos estaba la política. Desafortunadamente, la intervención no ofreció ninguna respuesta. Gómez Centurión no negó la intencionalidad del incendio, pero lo uso para desligar cualquier responsabilidad por parte del Estado. Incluso, cuando Fuks le consultó acerca de los informes de Defensa Civil que indicaban que no estaba aprobado el plan de evacuación del depósito –lugar donde se originó el fuego–, Gómez Centurión evitó contestar. Hasta el día de hoy, sigue sin estar imputado.

Cuando la desgracia llama dos veces

Rolando siguió de cerca esa intervención. Lejos de bajar los brazos, decidió perseguir la justicia de la única manera que podía: denunciando. Como la Justicia había demostrado ser manca, optó por otro canal. Y ese canal fue la red social. Desde su cuenta personal de Facebook, Rolando expuso a Gómez Centurión. A pesar de sentirse como un cuatro de copas, creía que sus mensajes eran una manera de hacer valer la vida de su hijo Juan. Y lo que él pensó que eran gritos silenciosos de ayuda terminaron llegando a los oídos de todos. En poco tiempo, los principales medios de comunicación se hicieron eco de sus denuncias y lo entrevistaron. Por fin, su voz estaba siendo escuchada. Pero quizás, demasiado.

En 2018, luego de casi veinte años trabajando en el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), recibió un telegrama de despido. Al principio, fue cooptado por la confusión que genera el desaparo. ¿En qué había fallado? Hasta que grabó las amenazas que había recibido un tiempo antes. Luego de haber denunciado al entonces titular de la AGC, Rolando había comenzado a recibir mensajes a través de Facebook en donde le sugerían parar lo que estaba haciendo si no quería ganarse enemigos poderosos. Gracias a peritos informáticos, descubrió la identidad detrás de esa sombra: el mismísimo Juan José Gómez Centurión. Y no solo eso.Después de que Mauricio Macri haya asumido como Presidente, Gómez Centurión –probablemente, presionado por su entorno político– le acercó una oferta de disculpas. Rolando sabía que el perdón no iba a devolverle a Juan. Y declinó. Nunca imaginó que la búsqueda de la justicia iba a dejarlo huérfano de hijo y de empleo. Todos le dieron la espalda. Incluso, la nueva y actual gestión que lo hipnotizó a través de promesas que terminaron transformándose en cenizas.

Hay una sola persona que sigue estando ahí para Liliana. Para Rolando. Para el resto de los familiares. Y para todas las victimas. Ese hombre que desde el día que vio caer la pared desde la televisión en su despacho, supo que su misión era encontrar la verdad. Ese hombre es Gabriel Fuks.

Cuando no hay justicia, queda la memoria

A pesar de la magnitud del caso, la tragedia de Iron Mountain sigue siendo mayormente desconocida. Renato Miari, productor del documental “En cumplimiento del deber”, admite que el incendio llegó de casualidad por una investigación que estaba haciendo junto al director, Jorge Gaggero, sobre los Panama Papers, fenómeno de filtración de documentación sobre compañías offshore. El tema les resulto atrapante. Pero no solo por la trama oculta, sino por la memoria de los familiares. Gracias a sus testimonios, podemos crear una película que, a través de la locución de la gran Cecilia Roth, nos cuenta acerca de uno de los acontecimientos más tristes de nuestra historia.

El director Jorge Gaggero y el productor Renato Miari

El director Jorge Gaggero y el productor Renato Miari.

Renato recuerda con añoranza el estreno. Tenían planeado hacerlo en el 2020, pero la pandemia cambió sus planes. Sin embargo, el interés permaneció intacto y en enero del 2021, la vereda donde se proyectó el documental fue invadida por miles de espectadores. Solo habían puesto 350 sillas. Ante esta reacción, se dio cuenta de la necesidad de seguir expandiendo el recuerdo. Y este año, como motivo del noveno aniversario de la tragedia, hicieron un nuevo estreno en los Cines Gaumont. Hoy, la película se puede ver en cines del conurbano e interior del país.

Tanto Renato, como Gabriel notan el efecto positivo del documental sobre el avance de la justicia. Pero saben que todavía falta. “Creo que es un poco ingenioso creer que una Justicia que viene cajoneando una causa de esta magnitud por casi una década, va a tomar conciencia a partir de esta película”, sostuvo Cecilia Roth. “Pero sí creo que va a ayudar a que más personas entren en contacto con la causa. Y quizás, la presión social ayude a que el noveno inicio de este proceso judicial sea el que finalmente dé vuelta el tablero”, agregó la actriz.

Cecilia Roth en el estreno del documental.

 

El incendio y consecuente derrumbe de un depósito de Iron Mountain fue un siniestro sucedido en la Ciudad de Buenos Aires (barrio de Barracas) el día miércoles 5 de febrero de 2014 a las 09:15 am y que dejó un saldo de diez personas fallecidas, entre bomberos y rescatistas, mientras que otras siete resultaron gravemente heridas. En febrero de 2015, las autoridades judiciales confirmaron que el incendio fue intencional. En mayo del 2014, a cuatro meses del siniestro, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) allanó distintas localidades y oficinas de Iron Mountain en una investigación por lavado de dinero.La AFIP detectó maniobras financieras sospechosas de la compañía por 17,8 millones de dólares entre 2007 y 2014. En 2015 el fisco nacional denunció al HSBC, una de las firmas con más archivos quemados en Iron Mountain, por facilitar la evasión impositiva de 4040 cuentas de argentinos sin declarar en su sucursal de Ginebra. La intencionalidad confirmada por la justicia respecto del inicio del fuego en el depósito de Iron Mountain, dejó abierta una investigación sobre las razones que llevaron a cometer el siniestro. Desde la Unidad de Información Financiera (UIF), entregaron a la justicia ya la Fiscalía 37 material que sustenta un presunto acuerdo entre Iron Mountain y sus clientes para eliminar evidencias de posibles delitos de carácter económico.En el caso del BNP y el JP Morgan se encontraron cajas con el rótulo lavado de dinero y material de cuentas off shore. Además de datos de fideicomisos de Cablevisión, del Grupo Clarín, y también está investigada Sideco, la empresa de Franco Macri, padre del Jefe de Gobierno que no investigará, que perdió entre las llamas una caja con el rótulo de “Coimas Perú”.

La única manera de seguir luchando por Juan, Pedro, Damián, Eduardo, Maximiliano, Anahí Garnica, Leonardo, Julián, José Luis y Facundo es negarse al olvido.

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