Exclusivo NU: Marcelo Maccio adelanta su libro “Todas las camas eran cucheta”

Exclusivo NU: Marcelo Maccio adelanta su libro “Todas las camas eran cucheta”

Tiempo atrás, el autor trabajó en Noticias Urbanas como periodista. Hace un mes presentó su primer libro en París.


Marcelo Maccio nace en Rojas, provincia de Buenos Aires el 7 de junio de 1987, casualidad o destino, Día del Periodista.

Inquieto, curioso, creativo y extrañamente preciso desde su infancia, estudia en su ciudad natal y se traslada a Buenos Aires a comienzos de este siglo. Se recibe como licenciado en Periodismo en la Universidad del Salvador, mientras desarrolla su actividad laboral en Noticias Urbanas a la vez que colabora en otras publicaciones.

Su perfil idealista lo lleva a emprender desde joven distintos viajes por varios puntos del planeta. Solo, con amigos o con su familia recorre decenas de países en diferentes viajes en los que atraviesa distintas culturas, observando con aguda mirada tanto las realidades sociales como los íconos históricos en los cuatro principales continentes.

Radicado en París hace dos años y medio, este rojense incursiona en su opera prima, Todas las camas eran cucheta, con un relato de sus viajes en el cual entra y sale hábilmente de la realidad, se abre y se proyecta en situaciones que pueden ir desde el recuerdo más sentido y profundo hasta la ficción más disparatada. Adelante y detrás de todo ello, se muestra y describe los lugares con una ilación entretenida que involucra al lector en la aventura.

Maccio en París combina su escritura, su actividad en redes sociales y sus viajes con una experiencia gastronómica que muestra su diversidad en las decisiones mundanas de esta maravillosa ciudad. El encuentro, una mesita redonda en la vereda de un cafecito típico en pleno barrio latino, a solo 20 minutos de su morada en el Distrito XV. La copa de vino de la media tarde llega acompañada por esa picada que nada tiene que envidiarle al salamín y al queso con el pan de horno de su “pueblo”.  Empezamos.

–La escritura te acompañó desde muy joven, pero, ¿cómo llegás a la idea del libro, de juntar partes de tu vida en algo menos de 100 páginas y con las peculiaridades que ellas allí presentan?

–El primer cuento de La Habana lo escribí estando en Cuba, pero fue un cuento más, que quedó junto a otros tantos. Después apareció algún otro relato aislado, creo que el de Bangkok, pero no veía entre ambos una relación. Ya en París, participando del taller de narrativa del escritor Edgardo Scott trabajé otros textos y, de a poco, unos y otros se fueron hermanando. Él me dio la perspectiva del libro, al ver que se trataba de un mismo personaje con inquietudes similares en uno y otro caso y con una voz igual en todos los casos. Naturalmente, allí aparecieron los cuentos restantes.

–Sabemos de tu inclinación permanente por conocer nuevos destinos, pero, de las ciudades que tuviste la oportunidad de visitar y reflejás en el libro, ¿a cuáles te gustaría volver y por qué?

–No hay hasta ahora ninguna ciudad o país al cual no volvería. Con Budapest quedó algo pendiente, y eso está en el cuento. A Nueva York también me gustaría volver, y también allí hay algo implícito. Creo que las experiencias de Asia, por el contraste cultural, son las más interesantes, así que hay con el continente entero una deuda pendiente de ir por más.

–Incluirte sutilmente –o no tanto– dentro del libro, ¿es una técnica que se verá en los nuevos trabajos o también evalúas la ficción pura sin el cable propio de tus vivencias?

–Incluirse es casi obligatorio. Yo no podría escribir bien una historia de una jubilada que vive en una casa en Siberia porque nunca lo experimenté y el relato estaría plagado de errores, que alguien que sí pasó por eso no me perdonaría. Entonces, incluirme o jugar con situaciones que sí fueron reales me permite no pisar en falso. Las del libro son todas ciudades o países que conozco, los hostel son un terreno que conozco y las inquietudes en casi todas las ocasiones son mías. Pero el libro no es un diario de viajes, es decir, hay mucho de ficción y el personaje del libro no soy yo, aunque sí tiene cosas mías. Ese equilibrio me permite escribir algo que después puedo defender.

–¿Cómo ves el mundo en la actualidad, qué rescatás como aceptable y que es lo que te resulta ya insoportable?

–Hay muchos cambios y movimientos de todo tipo –culturales, migratorios, políticos y económicos– que se desarrollan en sentidos opuestos. Imagino que siempre fue más o menos así y que eso es lo que hace girar la rueda. Veo mucha desconexión y falta de comunicación entre las distintas capas sociales. La política no se ocupa muchas veces de lo que a las personas les importa y hay mucha gente que, a pesar de eso, intenta hacer lo suyo. Hay un profundo desfasaje y no creo que eso cambie en lo inmediato, ni tampoco sé si lo hará algún día.

–Presentaste el libro en París hace poco. ¿Cómo fue la experiencia?

–El libro está editado de manera independiente, lo que me permite controlar la distribución y hacer una venta con envío incluido a cualquier parte del mundo. La primera presentación fue junto a unos amigos: Pablo Ávila, que es músico, y la artista Hebe Dascalakis, con quienes montamos “Sous le regard argentin”, un evento multidisciplinario a unos 50 metros de Notre Dame, en el barrio Latino. Estamos armando otra presentación en la librería Cienfuegos, que es la única librería latinoamericana de París. Y antes de fin de año habrá una tercera presentación en Rojas. Estoy evaluando algunas propuestas para hacer algo en la Ciudad de Buenos Aires, también. Veremos.

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