En busca del tesoro perdido

En busca del tesoro perdido

El derrotero económico y político de Cambiemos inspira a los dirigentes que quieren suceder a Mauricio Macri.


Lo que empezó siendo un eslogan voluntarista en el medio de la marea amarilla que pintó al país en las elecciones legislativas del año pasado, hoy se repite en los mentideros opositores con convicción, casi como un mantra: “Hay 2019”. El derrotero económico y político de Cambiemos durante este annus horribilis habilita el cálculo e inflama las aspiraciones de los dirigentes que quieren suceder a Mauricio Macri a fines del año próximo.

El peronismo, primera alternativa a este gobierno si impera la lógica, cosa que no siempre sucede en estos lares, prepara la(s) estrategia(s) electorales, paso previo a la consagración de las o los candidatos, algo que no va a suceder antes del fin del verano. La minuta cotidiana entre Comodoro Py, la Casa Rosada, el Consejo Federal de Inversiones y la sede del FMI permite ir leyendo la jugada, medir la correlación de fuerzas y tratar de predecir sus próximas fluctuaciones. Allá vamos.

El martes de esta semana, el Presidente dio cita a los gobernadores en la Casa Rosada para allanar el camino hacia la aprobación del presupuesto 2019 y dar una señal de confianza a los mercados (sea lo que sea esa entelequia que se escapa como agua de las manos del mejor equipo de los cincuenta años). Antes de acudir al encuentro, los mandatarios provinciales peronistas hicieron la previa en el Consejo Federal de Inversiones, hasta donde fue a visitarlos el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, que salió de esa reunión celebrando un “consenso total”. No dijo lo mismo el pampeano Carlos Verna, que a pesar de la terrible enfermedad que lo aqueja viajó a Buenos Aires a enfatizar su postura crítica. “No nos pusimos de acuerdo ni para redactar un comunicado de prensa”, señaló tras el encuentro. En efecto, no hubo ni acuerdo ni comunicado.

Después de Frigerio, pasaron por el CFI representantes de la CGT, que transmitieron la importancia de que la mayor parte de los ajustes que se plasmen en el presupuesto no recaiga sobre los trabajadores y los sectores más vulnerables de la sociedad. Estaban los triunviros Héctor Daer y Juan Carlos Schmid, además de otros dirigentes de primera línea, como José Luis Lingeri y Antonio Caló. Dos gobernadores se fueron cuando ellos llegaban, el salteño Juan Manuel Urtubey y el cordobés Juan Schiaretti, a quienes Verna unas horas antes había señalado, sin nombrarlos: “Están más cerca de Macri que de Perón”. En la Casa Rosada también hubo ausencias: además del pampeano faltaron el puntano Alberto Rodríguez Saá y la santacruceña Alicia Kirchner. Así, se dibuja un mapa con dos polos, uno cuasioficialista, y el otro, más crítico. En el medio, la mayoría de los mandatarios aún aguarda para manifestar su posición abiertamente.

A la misma hora en que el Presidente recibía a los mandatarios, a un poco más de un kilómetro, en el Congreso de la Nación, el bloque de diputados del PJ daba una conferencia de prensa junto a otro sector sindical, representado entre otros por Pablo Moyano y Omar Plaini. El mensaje fue claro: resulta necesario promover la unidad de cara a 2019. La propia CGT pospuso las discusiones sobre su conducción para unificarse detrás de la convocatoria a un paro nacional el 25 de este mes. La figura clave en esas gestiones fue Hugo Moyano, que resignó sus aspiraciones personales para ganar volumen como armador de la unidad opositora en el campo gremial. El camionero coordina la estrategia directamente con el Instituto Patria; el reencuentro con Cristina Fernández de Kirchner en un plenario de Smata, hace poco más de un mes, no fue la última ocasión en la que se vieron cara a cara. La tercera pata de ese armado actúa a distancia, porque no pisa suelo argentino desde 2013.

La gran divisoria de aguas en el peronismo hoy separa a quienes ponen a la expresidenta como límite de un acuerdo y quienes están dispuestos a participar de una estrategia electoral común con ella; el segundo grupo viene ganando volumen de forma constante desde diciembre del año pasado. Urtubey y Schiaretti, junto a Miguel Pichetto, son los únicos “presidenciables” que no transigen en ese punto. Hoy tienen más lazos abiertos con el socialismo santafesino, Libres del Sur y algún sector del radicalismo que planea irse de Cambiemos que con CFK. El que se despega lentamente de ese espacio es Sergio Massa, que después de haber escuchado en las últimas semanas a gobernadores e intendentes del conurbano evitó ser muy crítico con la senadora en sus recientes apariciones públicas. Incluso hay quienes aseguran que, en privado, estuvo diciendo que se animaría a ir a una interna contra ella. Hasta el cordobés José de la Sota comprometió sus esfuerzos a la tarea de la unidad.

Así, la idea de un armado opositor que incluya al peronismo territorial, el PJ, buena parte de la CGT y Unidad Ciudadana comenzó a tomar forma en las últimas semanas. Algunos, incluso, ya paladean una nomenclatura: Frente Patriótico. El plan es avanzar en acuerdos para presentar el flamante espacio antes de fin de año, de forma tal de ir pudiendo darle rodaje en las elecciones locales que irán sucediéndose a partir de marzo en todo el país.

Ya hay un principio de acuerdo para cambiar el reglamento de las PASO de forma tal que los lugares en las listas parlamentarias se adjudiquen por sistema d’Hont sin piso, dándoles espacio a todas las minorías y conteniendo a los perdedores. Las candidaturas presidenciales se discutirían, entonces, una vez que el andamiaje político esté consolidado, aunque habría consenso para dejar competir a todos los que acuerden con una plataforma política básica, que solo se hará pública cuando se presente el espacio.

A once meses de las PASO, la danza de nombres se angosta y difícilmente aparezca un cisne negro que hoy esté afuera de todos los cálculos: Donald Trump coqueteó con lanzarse a la política durante casi dos décadas antes de ser candidato; el brasileño Jair Bolsonaro cumplió más de un cuarto de siglo como diputado y comenzó a hacer campaña hace más de un año. Todos los ojos estarán puestos en la decisión que tome Fernández de Kirchner, que suele esperar hasta último momento para mostrar sus cartas. A la espera de esa decisión aguardan Massa, Rodríguez Saá, acaso el sanjuanino Sergio Uñac, diputados como Agustín Rossi, Felipe Solá y hasta Axel Kicillof. El nombre no excederá esta lista.

Hasta que llegue el momento de esas definiciones, la tarea consistirá en ganar volumen político en el territorio, para conformar propuestas competitivas en todos los distritos, a sabiendas de que al próximo presidente no le alcanzará con ganar las elecciones; deberá, también, sumar un enorme caudal de poder para tomar las medidas que resulten necesarias para sacar al país de la crisis que dejará atrás Cambiemos.

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