El jefe de Gabinete de la Nación, Anïbal Fernández parece seguir sin entender el mensaje de la Casa Rosada y prosigue su carrera hacia la nada, algo que morirá en las PASO de la Provincia de Buenos Aires de muerte súbita o antes si el “Bigotón”, que tan claro tenía el tema cuando le tocó el sablazo a Florencio Randazzo, lo capta ahora cuando le toca a él.
Desde su entorno reconocen que “la suerte ya está echada, los intendentes del conurbano nos dieron la espalda, lo de Sabatella los transformó en una corporación imbatible” afirman apesadumbrados.
Si algo faltaba para hacer más pesada la mochila de lo que ya se transformó en una tortura para el admirador de THC, es que Fernández por supuesto ya leyó que las decisiones desde el poder K tienen un sustento extra (mucho más fuerte aún) que emana de Roma que ya parece haber dibujado un mapa hacia el futuro argentino, en el que dirigentes como Daniel Scioli, Julián Domínguez y hasta Gabriela Michetti en el PRO, son algo parecido a los preferidos y se les allana el camino, por más sinuoso que estos sean. En un esquema de “win and win” en el que Gobierno y Vaticano coinciden en una salida elegante aunque nadie lo confirme.
Fernández, justifican sus allegados, “debe mantener el voto de centroizquierda de los K a toda costa. Esa es su misión y la va a cumplir, bancará a Sabatella hasta las PASO ya que eso fue lo que le pidió la Presidenta y luego tratará de recomponer con los compañeros”.
Algo que se supone bastante difícil por la provocación que los “popes” del Gran Buen Aires sintieron cuando Fernández los acusó de que le iban a esconder las boletas suyas. “Nosotros vamos de frente y no nos escondemos de la gente (en alusión a cuando salió en el baúl del auto), y además de referentes, ganamos nuestros distritos” le espetó Fernando Espinoza al lanzar la campaña en el Chacabuco natal de Julián Domínguez.
