Sin lugar a dudas, mientras para algunos kirchneristas el dilema todavía pasa por ungir un candidato “propio”, apoyar a Daniel Scioli o entregar el poder para reagrupar fuerzas y volver con Cristina en 2019, emulando a la Presidenta chilena Michelle Bachelet, en la Casa Rosada parece haber consenso en el nombre del “sucesor”.
A pesar de que Sergio Urribarri se presenta como quien mejor expresa al “modelo” y Florencio Randazzo como la expresión racional del kirchnerismo, el elegido es el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez.
¿Por qué? Según fuentes allegadas a Noticias Urbanas, el problema de Urribarri es que “mide poco” y tiene un bajísimo nivel de conocimiento. Mientras que el de Randazzo es, básicamente, la falta de confianza que le inspira a CFK.
“Florencio trabaja para él mismo”, suele repetir Cristina entre sus allegados.
Por lo que históricos operadores del kirchnerismo, como el polémico exsecretario de Medios de Néstor Kirchner, “Pepe” Albistur, ya se encuentran trabajando en la instalación de Domínguez como “el candidato de Cristina”.
En sintonía con los movimientos de su “jefa espiritual”, La Cámpora -a través del exsecretario privado de Néstor Kirchner y actual diputado provincial, Walter Abarca- hace su juego y le pone algunas fichas al Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, en pos de sostener y ampliar su estructura de poder.
El primer paso que dará “Julián” será la presentación del “Grupo San Martín” -su corriente militante- en los próximos días de mayo. Mientras planea hacerse de un lugar en la agenda mediática, a través del proyecto para combatir la violencia en el fútbol que él mismo elaboró. Otra de las cartas a jugar por “el heredero del proyecto” es su relación con el papa Francisco.
Falta mucho, pero el pulgar romano de Cristina parece haber empezado a inclinarse por el oriundo de Chacabuco.
