“Si los medios muestran violencia de género, hay efecto imitación”

“Si los medios muestran violencia de género, hay efecto imitación”

Por Laura Di Marco

Está al frente de un flamante organismo cuya función es bregar por la equidad en el ámbito judicial y facilitarles el acceso a la Justicia a todos los grupos sociales.


“Me siento orgullosa de que nuestra Justicia cuente con esta herramienta; además fue muy importante el respaldo político que le dio impulso”, asegura Diana Maffía, directora del flamante Observatorio de Género creado en el ámbito del Consejo de la Magistratura de la Ciudad, un cargo sin tintes partidarios, cuya tarea pretende ser doble: mirar hacia el interior de la Justicia y hacia la sociedad. Como consejera académica del Centro de Formación Judicial del Consejo, fue Maffía quien propuso la creación del Observatorio, el primero en el ámbito de la Justicia.

Doctora en Filosofía y una de las más importantes referentes académicas en temas de género, Maffía definió al Observatorio como un herramienta para visibilizar, prevenir y erradicar la discriminación en la Justicia porteña, pero también una vía para eliminar las inequidades del acceso a ella por parte de la ciudadanía en general y de los grupos sociales desventajados en razón de género y sexualidad. El objetivo del Observatorio, según Maffía, es generar redes con organizaciones de la sociedad civil para capacitar e investigar.

–En términos de equidad y género, ¿cuál sería la prioridad en la Justicia porteña?

–Los Tribunales de Familia y, sobre todo, los de vecindad. Los fueros de familia no fueron transferidos, por lo que las mujeres víctimas de violencia se ven hoy obligadas a peregrinar por los tribunales nacionales, haciéndose más dificultoso el acceso a la Justicia en un tema, por demás, delicado. No es justo que las víctimas paguen las fallas de la política porque, en definitiva, si la autonomía no es plena, claramente no es un problema de ellas.

–¿Cuál fue la primera actividad del Observatorio?

–Primero queremos hacer un relevamiento para saber dónde estamos parados, en términos de equidad, puertas adentro. Para medir eso hicimos una encuesta sobre la distribución de los cargos en el Poder Judicial. Y la encuesta nos dio bastante bien: hay que tener en cuenta que se trata de una Justicia joven, por lo que es esperable que sea más equitativa. En el Tribunal Superior, por ejemplo, hay dos mujeres y probablemente haya otra más, de manera que allí estamos bien. Esta semana impulsamos jornadas de capacitación para detectar casos de abuso sexual en chicos, un tema cruel que todavía está muy tapado.

–¿No tendría que ser la escuela el ámbito para esa tarea?

–Sí, claro. Y las jornadas fueron abiertas para que también puedan venir docentes. Es un tema delicado porque, si bien la escuela es el primer lugar donde estos casos podrían detectarse, los maestros muchas veces no quieren o no saben cómo enfrentar a los padres. Les cuesta involucrarse; están quienes no quieren tener problemas con la Justicia. Y no es lo mismo una escuela pública que una privada.

–Los casos de mujeres quemadas –una forma extrema de la violencia de género– se multiplicaron en los últimos años. Esto implica un retroceso, ¿no?

–Es que, en temas de género, como en los de abuso sexual, por momentos hay retrocesos. Por ejemplo, ahora hay casos de psicólogos que debieron afrontar juicios penales (a los que deben responder con su patrimonio) por diagnosticar abusos a chicos a quienes luego la Justicia no les cree que fueron abusados. Se ha puesto de moda el diagnóstico de síndrome de alienación parental, síndrome que carece de todo aval científico, con lo que se quiere decir que la madre obliga al chico a mentir un abuso para perjudicar al padre (NdR: En el caso de que el abuso sea intrafamiliar y el victimario sea un padre).

–¿Y se enjuicia al psicólogo como si fuera parte de una falsa acusación?

–Sí, así es. Y lo más grave es dudar de la palabra de los chicos: eso es un retroceso. En cuanto a los femicidios y las mujeres quemadas, ocurre que cuando los medios replican los casos, se produce un efecto imitación. Y, sobre todo, crecen las amenazas: “Te voy a quemar como le pasó a fulana”. Amenazas que, en algunos casos, se concretan.

–Es una paradoja, porque hacer visible un tema que era tabú debería ayudar.

–También sucede que hay mucha impunidad en la violencia de género. Si vos ves que aunque quemes viva a tu mujer podés zafar si te hacés amigo del poder (NdR: La alusión es para el baterista de Callejeros, preso por el asesinato de su esposa y sacado de paseo luego por Vatayón Militante), si se percibe que no hay consecuencias, la tentación es mayor. Más allá de que yo tampoco creo que aumentar las penas sea una solución efectiva para los delitos.

–¿Cómo está hoy su relación con Carrió?

–Si la pregunta es si sigo respetando a Carrió y a sus ideas políticas, la respuesta es sí. Lo que ocurre es que tener espíritu crítico en esta época de alta polarización es muy difícil. Si decís que estás de acuerdo con algunas cosas, pero no con otras, pareciera que estás defendiendo a unos determinados sujetos en detrimento de otros. Es una época difícil para la política.

–Tal vez la alianza que discute la Coalición Cívica-ARI con Proyecto Sur reposicione a Carrió en la centroizquierda, un lugar del cual el kirchnerismo la había corrido.

–Hay un discurso de confrontación entre el Pro y el kirchnerismo que se desdibuja en los hechos. Quienes hacemos política en la Ciudad sabemos que han votado muchísimas leyes juntos. Así que ese supuesto corrimiento de la Coalición o de Carrió es ficticio.

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