Cuando la proliferación de bandas se torna más intensa, cuando las formaciones se encolumnan detrás de una etiqueta general (rock barrial, chabón o fusión) o del ?estilo propio? que no las diferencian sino que hace que todas terminen sonando igual, La Renga sale a la cancha con Algún Rayo, disco que demuestra porqué la banda que se formó hace más de 20 años es la más grande y convocante del país. Y no admite discusiones.
Ningún punto flojo en el nuevo disco, sucesor de Truenotierra. Con una lírica que habla del cosmos y le tira paredes a los relatos de Bradbury, la particular voz de Chizzo una vez más permite deleitar los oídos con historias por suceder, narradas en su mayor parte en futuro.
Los temas, destinados al éxito en su totalidad, arrojan frases tanto para el nick del MSN del adolescente medio como para la remera del recitalero que jura transpirarla en cada uno de los recitales que La Renga ofrezca.
Al terminar de escuchar el disco por tercera o cuarta vez, ya todas las canciones suenan familiares: ninguna hace agua ni méritos para saltearla o adelantarla.
La musicalidad, que por momentos suena vintage, se apoya en las bases poderosas y sutiles que arman el Tanque desde la batería y Tete en el bajo, allanando el terreno y dejando todo preparado para que Chizzo dibuje más que nunca y entregue los mejores solos de guitarra ?sutiles y arremetedores? que se encuentran a lo largo y ancho del disco.
Imposible la sinécdoque con Algún rayo, ya que la elección de un tema o pasaje de alguno de ellos es un acto de injusticia: de los primeros segundos de ?Canibalismo galáctico? (track que abre el disco) hasta los últimos acordes de ?Caricias de asfalto? (tema que cierra el CD), todos los tracks merecen ser escuchados y hacen méritos para ello.
Si la verdad es la que canta el Chizzo, ?hace falta un poder, poder, poder para poder?, La Renga deja de manifiesto que tiene un gran poder para hacer un disco como Algún Rayo, que justifica por qué esta banda es la más grande del país y continúa más vigente que nunca.
