Crónica de jóvenes muertes que se podrían haber evitado

Crónica de jóvenes muertes que se podrían haber evitado

Tarde o temprano, iba a llegar el momento y todos lo sabían. Ahora, el momento llegó y para ellos es tarde. Habrá servido para algo sólo si este tipo de eventos queda prohibido para siempre. Es ahora.


Todos los jóvenes que sobrevivieron tras la intoxicación que sufrieron en la fiesta “El Túnel del Tiempo” realizada el viernes último tenían varias drogas en el cuerpo, de acuerdo con las pericias realizadas hasta ahora. Todos ellos habían consumido éxtasis y casi todos, cocaína. Uno de ellos había consumido tres substancias, entre ellas, anfetaminas.

Hubo cinco intoxicados que sobrevivieron y cinco que fallecieron, todos con síntomas similares: anormal elevación de la temperatura corporal, deshidratación severa, convulsiones, aumento desmedido del ritmo cardíaco, mareos, náuseas, dificultades para respirar y peligrosas subas de presión arterial.

Dos de los jóvenes fueron hallados ya muertos en el predio de Costa Salguero. Fueron ellos Nicolás Becerra de 25 años y Francisco Ernesto Bertotti de 21 años. Ambos sufrieron edema pulmonar y, como consecuencia, murieron por paro cardiorrespiratorio. El tercer fallecido fue Bruno Claudio Boni, de 20 años, que falleció de camino al Hospital Rivadavia. En el Hospital Fernández fallecieron, a pesar de haber sido asistidos, Martín Bazano de 22 años y Andrés Valdez, de la misma edad. Todos ellos sufieron síntomas similares.

Un edema pulmonar implica el ingreso de líquido en los pulmones, que por eso dejan de funcionar. El paro cardíaco sobreviene como consecuencia de la falla pulmonar.

Adulterar la alegría 

Las raves, que se desarrollan generalmente en grandes predios, son fiestas electrónicas que se realizan casi exclusivamente para vender drogas, es decir, se las puede considerar el paraíso de los narcotraficantes. En estas fiestas aparecen las “drogas de diseño”, fabricadas por especialistas que combinan sustancias químicas, siempre con fórmulas diferentes. Tan diferentes, que a veces la policía atrapa a los distribuidores y los debe liberar porque son fórmulas que no figuran -por su carácter novedoso- en el listado de substancias prohibidas.

Las autoridades ingresan inmediatamente la nueva fórmula en el listado, para ser eludidas en alguna otra ocasión por algún otro químico talentoso, un Walter White del subdesarrollo. Así se mueven los pliegues del negocio más siniestro, el que estimula a los jóvenes a hacer locuras y los ayuda a crear paraísos artificiales que muchas veces culminan en la muerte.

Dicen algunos especialistas que la razón de la intoxicación fue porque la droga había sido rebajada, lo que provocó un mayor consumo por parte de los clientes. Como estas drogas estimulan y aceleran todas lasfunciones corporales, pueden hasta provocar el síndrome de muerte súbita, que puede haber sido lo que les pasó a los diez jóvenes que sufieron las consecuencias de haberlas consumido. Cinco murieron y, de los otros cinco que sobrevivieron, cuatro están en estado crítico.

Todas las drogas -o casi todas- se venden libremente en las fiestas electrónicas. Es así que se suele ver a los asistentes con una botella de agua en la mano durante casi todas la noche. Esto ocurre porque algunas drogas generan mucha deshidratación y una sed constante. Esto genera otro negocio paralelo. Los dueños de los locales donde se desarrollan cortan el agua corriente y comienzan a vender la botella de agua a 60 u 80 pesos en el inicio y luego, a medida que avanza la noche, comienzan a aumentar aún más el precio llegando a cobrarla hasta 200 pesos.

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