2005: Una sórdida pero excluyente puja política

2005: Una sórdida pero excluyente puja política

"Gobernar la Capital Federal expresaría como ninguna otra cosa la viabilidad política del pensamiento kirchnerista y el Presidente hará hasta lo imposible para lograrlo. Para ello -lo saben-deben ganar el 2005"


Es absolutamente cierto que dentro de la política argentina se están desarrollando importantes transformaciones en la modalidad del cómo se lleva ésta a cabo, con algún acento más pronunciado en las formas que en fondo de las mismas. De ahí que se hable de estilo. Sin pretender calificar -aprobar o no- las reglas hoy en circulación, éstas existen de manera objetiva a pesar de todos aquéllos que se oponen a modificar el status quo que imperaba o pretendan otra dirección en los cambios de construcción de poder y de conducción.

La Ciudad de Buenos Aires no permanece ajena a los mismos. En realidad, casi se puede decir que fue pionera a la hora de "tranversalizar" fuerzas políticas, aunque esto sirviera nada más que para concurrir detrás de un candidato común, más allá de los acuerdos políticos programáticos, lamentablemente ya fuera de agenda de cualquier contienda electoral.

Aníbal Ibarra y Mauricio Macri protagonizaron el pasado año un duelo emocionante por las características de los personajes. Diferentes vivencias en los pasados y presentes personales marcaron a fuego la decisión del electorado. El Presidente de la Nación, sin propuesta propia, por consejo de Alberto Fernández, se encargó del resto.

Aún no se acallaron los ecos de aquel duelo y ya empiezan a resonar con fuerza los nombres de las legislativas del 2005 y con más prudencia -pero no menos ciertos- los precandidatos a "jefatear" a partir del 2007.

Dentro de las fuerzas en pugna, la mayor responsabilidad de crecimiento la tiene el pero-kirchnerismo del distrito, hoy envuelto en una guerra santa contra las huestes que lidera el intervenido líder pejotista, Miguel Ángel Toma. Más allá de cómo termine la interna de los "soldados porteños de Perón", el kirchnerismo continúa con la duda de cuál es el camino correcto para sumar adhesiones y todavía más confuso es el rol que tendrá el PJ -y el hombre que lo conduzca- si lo obtuvieran, en ese desarrollo hacia la toma del poder en el distrito.

No son pocos los ministros que tienen trabajo político en la Ciudad de Buenos Aires, empezando por el propio Fernández quien ha depositado su preferencia sobre el experto educador y ex secretario porteño, Daniel Filmus, para encabezar la reconstrucción de un peronismo victorioso en las elecciones que recién serán dentro de un año y medio.

Por otro lado, el rosarino Rafael Bielsa también ha incrementado geométricamente sus adeptos en la Capital, pero suena absurdo que uno de los mejores ministros del gabinete nacional y nada menos que el canciller, mute la delicadísima función que viene construyendo junto a líderes mundiales por un modesto lugar entre 257 representantes, varios de ellos ilustres desconocidos. La danza de su nombre en la puja catapultará en definitiva a alguno de sus compañeros de inicios en GESTA, quizás Eduardo Valdés o Guillermo Oliveri, en lugares de privilegio a la hora de la "birome".

En la nueva línea impuesta, Gustavo Béliz es sin duda el más transversal de todos, ya que es capaz de compartir fórmula con Domingo Cavallo como apoyar a Aníbal Ibarra -omitiendo su rosario de denuncias- en dos elecciones consecutivas. No parecería ser la opción aunque el ministro de Justicia tiene un piso aceptable de votos, pero resulta "intragable" para la inmensa mayoría de los peronistas.

A todo esto, el jefe de Gobierno mira de reojo el panorama, consciente de que un desembarco en la Ciudad de Elisa Carrió, más la necesidad del Gobierno nacional de jugar fuerte para empezar a transitar el camino de acceso al poder, dejarían sólo las migajas de los votos progresistas del distrito.

Habilísimo para salir de situaciones complicadas, Ibarra no apurará la decisión sobre el qué hacer, aunque si se mantuviera este escenario, todo indica que volverían a compartir cartel el palacio local con el nacional. Si esto así se diera, la eterna pulseada determinará en ese momento cómo se repartirán lo conquistado electoralmente; podría anexarse -quizás como extra bonus-, la vicepresidencia primera de la Legislatura, que retornaría de esta manera al oficialismo.

El macrismo -y más precisamente Macri- es otro que no definió aún hasta dónde llegará en su rol opositor en la Ciudad. Muerta la foto de la gobernabilidad con Ibarra, Mauricio rápidamente la cambió por una más "futbolística" con Eduardo Duhalde, que dicho sea de paso viaja más con Lula que con Kirchner. La indefinición pública en la discusión porteña, salvo en las modificaciones al Código Contravencional, hace aparecer su figura a priori como en la búsqueda de un perfil nacional para la que nutrió de expositores desde Compromiso la megareunión de cuadros político-técnicos de Jorge Sobisch en Neuquén, con quien se habló hasta de un "eje opositor". Su relación con los legisladores porteños no pasa por el mejor momento y parece un milagro que haya sobrevivido hasta ahora sin fracturas expuestas más allá de la contradicción Nogaró-Festilindo.

La certeza de la no reelección de Ibarra genera que estas expectativas de poder se disparen prematuras, mientras el jefe de Gobierno recién inicia su segundo mandato. El kirchnerismo, con serios problemas en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, necesita un distrito de los denominados "grandes", ya que sabe que en política la popularidad de un presidente no dura toda la vida ni alcanza para afianzar un proyecto nacional.

Gobernar también la Capital Federal expresaría -a través del efecto vidriera- como ninguna otra cosa la viabilidad política del pensamiento kirchnerista y el Presidente hará lo imposible para lograrlo. Para ello -lo saben- deben ganar en el 2005. Desde el gobierno local, mientras se acomodan a esta nueva realidad, ya algunos piensan en la construcción de un postibarrismo que trascienda la salida individual de su jefe y que sirva para condicionar casi hasta la asfixia la llegada de quien logre saltar todos los obstáculos.

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