“El Gobierno calculó mal el proceso de recuperación económica”

“El Gobierno calculó mal el proceso de recuperación económica”

En diálogo exclusivo con Noticias Urbanas, Sergio Berensztein sostiene que el crecimiento de Cristina en la Provincia se debe a que el macrismo no pudo evitar la caída del consumo.


Sergio Berensztein, doctor y magíster en Ciencia Política y licenciado en Historia, es el cofundador de Poliarquía, una de las consultoras más respetadas del país. La dirigió durante casi diez años, hasta que la dejó en 2014. Hoy sigue asesorando a dirigentes de la Argentina y América latina a través de una empresa que lleva su nombre. En esta entrevista, analiza las elecciones de medio término que se celebran este año, donde ve a una Cristina Kirchner más fuerte de lo que esperaba Cambiemos, pero también con un techo más bajo con respecto al oficialismo, y en la Ciudad, a un Lousteau disminuido en su potencial por el crecimiento de los dirigentes porteños de Mauricio Macri, dos “pesos pesados”: Elisa Carrió y Horacio Rodríguez Larreta.

 

–¿Cómo ve la performance de Cambiemos en las próximas elecciones?

–Cada vez que un gobierno llega más o menos coordinado a la elección presidencial enfrentando a una oposición dividida, gana el gobierno. Siempre pasa lo mismo. Pasó en el 85, en el 91, 93, 95, 2005 y 2011. Y, por el contrario, siempre que el gobierno llegó dividido pero la oposición mínimamente coordinada, como en el 87, el 89, el 97, el 2001, el 2009 y el 2015, ganó la oposición en distritos clave y, en algunos casos, incluso forzó la alternancia al poder. Esta elección se parece al primer grupo, donde los gobiernos llegan mejor que la oposición. A nivel nacional, el Gobierno tiene la única fuerza que compite en 23 de 24 distritos. Y en el distrito donde no compite llega con fuerza, porque está Lilita de candidata. De hecho es allí donde tiene una distancia más significativa con respecto al segundo.

 

–En la Provincia, las encuestas están dándole mejor a Cristina de lo que muchos pensaban.

–La elección en la provincia de Buenos Aires es la que suscita más interés. Allí lo que se advierte, en un contexto como este, en un momento en que el electorado está apático y desinformado, es que hay que ser prudente. La elección luce pareja, con la característica de que el techo de Cristina es bajo y su piso es alto, y de que el techo de Cambiemos parece ser más amplio que el de Cristina. Ella tiene techo de 35 y Cambiemos de 45 en la Provincia. Son diez puntos más.

 

–Sin embargo, la semana pasada trascendió que el Gobierno está cambiando la estrategia de campaña pensando en una Cristina más fuerte.

–La elección está muy reñida en la provincia de Buenos Aires. El Gobierno tenía una hipótesis que resultó imperfecta. Las cosas no salieron como pensaban. Creían que con Cristina tenían una rival fácil, que ella iba a llegar desgastada, que los intendentes no iban a apoyarla tanto, que Randazzo iba a ser un desafío efectivo. Y nada de eso pasó.

 

–¿A qué se debe que la elección sea tan competitiva?

–La elección es competitiva porque el Gobierno tiene una dificultad enorme, que es la economía, que no termina de arrancar. Técnicamente, la Argentina no está en recesión y hay cifras interesantes en términos de crecimiento. Al margen de la obra pública que el Gobierno está haciendo, que puede tener impacto positivo, el principal drama es que la Argentina estaba acostumbrada a consumir mucho con el anabólico de los subsidios y la inflación, y eso se cortó. Por más que haya buenas noticias, esto no compensa la caída en el consumo, que no solo afecta a los consumidores sino a los actores vinculados, fundamentalmente los comerciantes en el Gran Buenos Aires, donde hay una red grande de pequeñas y medianas empresas vinculadas con ese consumo. Allí hay una dificultad grande que da a Cristina una posibilidad. Ahí veo que el Gobierno minimizó o no tuvo un diagnóstico correcto sobre quiénes son los ganadores y perdedores del proceso de control económico. La inflación está bajando este año. A pesar de que sigue siendo alta para el mundo, está casi a la mitad con respecto al año pasado. Y aunque esto tiene su correlato en salarios y jubilaciones, no alcanza para evitar la caída del consumo y el impacto en sectores sociales formales, pero sobre todo informales, que tienen un peso relativo enorme en el Gran Buenos Aires.

 

–¿Cuánto influye el aumento de la pobreza y el desempleo?

–La pobreza, técnicamente, no aumentó, según el Indec. Pero allí hay una cuestión más metodológica. La raíz del voto tiene muchas causas. Materiales y no materiales, emocionales. Cuando el votante mira lo material, le pesa más lo micro que lo macro. Cómo le va individualmente, cómo les va a sus amigos y a su entorno inmediato. El país puede estar mejor, pero, en general, no se votó al oficialismo por el país sino por cada situación. Las cuestiones emocionales tienen otra lógica, pero en cuanto al componente racional o económico, cómo lo micro impacta más que lo macro, el Gobierno calculó mal el proceso de recuperación económica, que genera un costo inmediato pero no menor, que es lo que pasa ahora.

 

–¿En qué favorece a Cristina Kirchner el cambio de imagen?

–Cristina perdió tres de las últimas cuatro elecciones en la provincia de Buenos Aires. Siendo presidenta, controlando la provincia a través de Daniel Scioli y la mayoría de las intendencias. Pero era obvio que era algo que tenía que hacer para cambiar porque su método había sido negativo. Ella ahora trata de perforar el techo que tenía, que era relativamente bajo, porque tiene un tercio que la quiere y dos tercios que la rechazan. Para romper esta situación tenía que definir las características de su liderazgo. No sabemos todavía realmente el éxito de esta operación, pero es lógica. De lo contrario, se ponía en una camisa de la que no podía salir. Cuando desplegó sus características de firmeza y mujer peleadora, de las cuatro elecciones perdió tres. Y la única que no perdió fue la de 2011, cuando desplegó atributos más humanos porque era viuda. Más allá de que la economía estaba volando por las commodities, del lado emocional ella aparecía como alguien que extrañaba, que presentaba elementos vinculados con su sufrimiento. Estaba más blanda. Entonces, entendió que la Cristina más confrontativa, del “vamos por todo”, del conflicto con el campo, etcétera, pierde elecciones. Ahora ella está recuperando su componente más blando. Está más empática. Y como es consciente de que la gente tiene dudas sobre su palabra, trae personas de carne y hueso al escenario. Testigos o protagonistas, gente que da fe de que lo que ella dice es cierto, que está peor y estaba mejor con ella. Ella dice que Macri vino a desorganizar nuestra forma de vida. Y es cierto, porque Macri propone un país sin inflación, más abierto, y eso es una modificación en la forma de organizar. Sobre todo para estos actores que crecieron con un consumo artificial. La gente no pagaba los servicios públicos porque había una distribución desde el gasto público no genuina, porque se financiaba con la inflación. El cambio de Cristina es bastante lógico y veremos si es convincente, pero en principio trata de perforar un techo bajo que la obligaba a pelear en desventaja. Lo que hace es inteligente. Desplaza a las figuras más desacreditadas, como Amado Boudou, Luis D’Elía y compañía, y los reemplaza con caras nuevas, con la excepción de Fernando Espinoza y Scioli, con lógicas más territoriales, por el poder de Scioli en Mar del Plata y de Espinoza en La Matanza.

 

–¿Es por esto que en sus primeros spots ella no aparece?

–En algunos spots ni siquiera está ella para no perder votos. Detrás de esto hay una situación interesante: ahora ella no es la jefa de los intendentes, sino la candidata de los intendentes. Ellos son los que bancan la campaña, el factor clave son los intendentes. Antes ella daba órdenes, ahora es una candidata que negocia y no tiene la misma discrecionalidad. Y detrás de esta tensión aparece otra pelea más profunda e interesante y definitoria, que es la pelea con los gobernadores. Ella rompe con el PJ para, eventualmente, generar tensiones en las provincias donde ella va a forzar que los gobernadores la apoyen o que quienes apoyan a sus gobernadores rompan y vayan con ella. Por ejemplo, Alperovich. Si Juan Manzur se queda en el PJ, Alperovich se va con Cristina. Por ahí no son fuerzas mayoritarias, pero son importantes. El desarrollo de esta tensión puede ser definitorio para 2019.

 

–¿Cree que Lousteau se equivocó en la Ciudad?

–Me parece que Lousteau creyó que iba a poder competir con muchas chances, como hace un año y medio o dos años. Y no tuvo en cuenta que el peso de Lilita es mayor hoy que hace dos años, tanto en la Ciudad como en la política nacional. Entonces, su jugada de pactar con ella para darle espacio y visibilidad, con un rol en la Ciudad y la Provincia, lo debilitó. Se quedó sin su aliada fundamental. Este Lousteau no es el mismo que hace dos años.

 

–¿Ve más fortalecido a Rodríguez Larreta?

–Rodríguez Larreta se fortaleció porque el despliegue de obra pública, entre otras cosas, fue muy significativo. Él heredó la imagen positiva que tenía el Gobierno de Macri, del cual es continuidad. Rodríguez Larreta hace dos años era menos, ahora está mejor, al revés de lo que pasó con Lousteau, perjudicado negativamente por la dinámica del proceso en la Ciudad. Larreta era funcionario de Macri y no tenía tanta visibilidad, y ahora su buena imagen ya es de él. Larreta y Lilita hoy son dos pesos pesados y aparecen a menudo con María Eugenia Vidal. Esa foto de los tres es terrible para Lousteau. De todas formas, es joven. Al igual que Massa y Urtubey. Son los que están ahí para protagonizar, aunque les vaya mal ahora. En parte porque no hay mucho más.

 

En primer plano

 

  • Un lugar en la Ciudad: El Monumental.
  • Una comida. Gefilte fish, que hace su madre.
  • Un personaje histórico: Marco Tulio Cicerón.
  • Una frase: “Hay que ahorrar” (de su bobe Fanny, “que siempre estuvo preocupada por la baja tasa de inversión de la Argentina”).
  • Un libro: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, de Fernand Braudel.
  • Una película: Kung Fu Panda, de Mark Osborne yJohn Stevenson.

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