¿Es el cambio el camino o lo es encontrar la coherencia?

¿Es el cambio el camino o lo es encontrar la coherencia?

La continuidad del cambio. O el cambio para retomar otra continuidad.


La continuidad del cambio. O el cambio para retomar otra continuidad. El juego de palabras, confuso, en apariencia contradictorio, encierra quizás el centro de la discusión política del momento. Que también puede resumirse en una pregunta binaria. ¿Sigue Macri o vuelve Cristina? 

Como pocas veces desde la vuelta de la democracia, la incertidumbre se concentra entre dos proyectos con un fuerte rechazo de la sociedad, decepcionantes en puntos centrales, y donde la motivación principal la representa el espanto por el otro.

El dato comenzó a aparecer tímidamente en las encuestas para la elección de 2017, pero se consolidó con la debacle económica del Gobierno actual. Un sector de la sociedad empezó a reclamar una salida por afuera de la grieta. Lo hizo, lo hace, cuando no sólo no se pudo cumplir con una de las tres promesas centrales de Cambiemos (“unir a los argentinos”), sino, por el contrario, cuando el oficialismo decidió forzar al extremo la polarización como único salvavidas para intentar sobrevivir en el poder.

Un sector de la sociedad empezó a reclamar una salida por afuera de la grieta.Lo hizo, lo hace, cuando no sólo no se pudo cumplir con la promesa de unir a los argentinos, sino cuando el oficialismo decidió forzar al extremo la polarización.

El hartazgo de mucha gente a esa antinomia real y sobreactuada fue creciendo en los sondeos. Hoy, entre un 30% y un 50% de los consultados a nivel nacional se muestra gustoso de votar a un candidato que no sea Macri o Cristina. Así queda reflejado cuando la pregunta es específica sobre esa tercera posibilidad de modo abstracto. Pero empieza a desdibujarse si se ponen los candidatos sobre la mesa.

Desde hace ya varios meses viene dándose una tendencia invertida en las encuestas: crece Cristina y cae Macri. Esto ubica hoy primera a la ex presidenta para la elección general de octubre, aunque sin porcentajes como para ganar sin balotaje. Suele oscilar entre los 30 y 35 puntos, contra 25 o 30 del Presidente. ¿Y el tercer lugar en las preferencias? Con nombre y apellido, quedan lejos de los dos primeros lugares. Roberto Lavagna, apenas mejor que Sergio Massa, en general y éste, a su vez, un poco mejor que Juan Manuel Urtubey. Aunque todos se encuentran entre los 5 y los 15 puntos.

Será un desafío de Alternativa Federal (de allí provendría la variante a la grieta) posicionarse con chances reales de disputar el poder y convertirse en una oferta concreta para esa demanda, por afuera de la polarización. Hoy, los principales referentes de ese espacio, sin embargo, están enredados en estrategias distintas, motivadas, claro, por las aspiraciones personales de cada uno.

Lavagna pide una consagración por consenso y apuesta a mostrarse como el único que es capaz de vencer en un balotaje tanto a Macri como a Cristina. Los números en ese sentido lo favorecen claramente. Pero está muy lejos aún de la chance de llegar a esa segunda vuelta.
Massa reclama una PASO con Lavagna adentro y juega a que no se presente Cristina. Por eso, mantiene puentes subterráneos con referentes K, pero evita un encuentro que trascienda con la ex presidenta. Quiere seducir a sus votantes sin quedar pegado a ese polo de la grieta. Ésta es una sugerencia de su consultor extranjero estrella.

Lo de Urtubey, en cambio, ya pinta para testimonial. Su última jugada política desnudó su debilidad: finalmente decidió separar la elección provincial de la nacional. Temía terminar perdiendo la gobernación, que ganó él mismo en 2003 y conservó por tres mandatos consecutivos.

También habrá que estar atentos a los movimientos de los gobernadores del PJ, a priori más cercanos a Alternativa Federal, pero que vienen comprobando en sus provincias que la unidad los ayuda…y mucho. Las pruebas más firmes las dieron Sergio Uñac en San Juan y Gustavo Bordet en Entre Ríos. También se espera un similar triunfo contundente de Juan Schiaretti en Córdoba.

La duda es: ¿usarán ese poder para potenciar a un peronista no K o intentarán convencerlos de que la unidad en sus provincias es una prueba de que hay que arreglar con Cristina?
El escenario está abierto.

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