De la ocupación al desmadre

De la ocupación al desmadre

Por Horacio Ríos

Los actos vandálicos contra la iglesia San Ignacio de Loyola provocados por alumnos del Colegio Nacional Buenos Aires generaron el rechazo hasta de aquellos que promueven la toma del establecimiento.


Desde hace once días, un sector del estudiantado secundario que representa a los centros de estudiantes de 40 escuelas mantiene tomadas 13 de éstas, en reclamo de una serie de reivindicaciones, que incluyen postergar las reformas a la currícula educativa y descartar otros cambios que consideran que las comunidades educativas de sus escuelas no han discutido ni han aceptado.

Hasta allí, uno de los típicos conflictos que suelen producirse en el ámbito educativo, poblado por jóvenes de clase media que luchan por materias que no tienen que ver con las cuestiones de la supervivencia. En efecto, la explicación de estas luchas que ocurren puertas adentro de la Ciudad suele ser de difícil comprensión para los habitantes de las calles polvorientas de La Matanza. De todas maneras, este argumento no les quita validez a las razones sus reclamos, que hasta ahora no han sido escuchados.

Pero lo verdaderamente incomprensible e inaceptable es cuando estos conflictos se mezclan con los actos de vandalismo y con ciertas ideologías destructivas, que implican un ataque a los porteños que se identifican como católicos, que son muchos.

Esta afirmación viene a cuento por el ataque del que fue objeto la iglesia de San Ignacio de Loyola, situada junto al Colegio Nacional Buenos Aires, por parte de un grupo que, si bien había votado contra la toma del colegio, se mantuvo dentro de sus instalaciones, fingiendo haber acatado la decisión de la mayoría, que había aprobado la ocupación pacífica del instituto educativo.

La incalificable agresión ocurrió en la madrugada del miércoles, cuando cinco jóvenes pertenecientes a la agrupación La Revancha intentaron ser coherentes con su nombre y penetraron en el templo más antiguo de la Ciudad de Buenos Aires, quemaron un sillón, orinaron en el altar de la parroquia y pintaron dos grafitis que vomitaban “Ni Dios ni amo” y “La única iglesia que ilumina es la que arde”. Un hecho que puede calificarse como delictivo.

El propio presidente del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional Buenos Aires, Juan Manuel Cuello, manifestó, en diálogo con Noticias Urbanas, su condena. “Repudiamos ese acto y lo consideramos un boicot a la lucha de los estudiantes. Queremos solidarizarnos con el padre Francisco (el cura párroco) y con la gente de la iglesia San Ignacio y pedirles perdón”, expresó.

Con respecto a los vándalos –a los que Cuello se negó a identificar–, este deslindó las responsabilidades con “las instituciones pertinentes que deberán investigar el hecho”, una tarea que consideró ajena a sus obligaciones.

Entretanto, en la tarde del miércoles, un comunicado redactado por los alumnos del colegio, 400 de los cuales se reunieron en asamblea, sintetizaba el desconcierto de los jóvenes.

“La Asamblea del Nacional Buenos Aires repudia los destrozos contra la iglesia San Ignacio de Loyola y denuncia que su objetivo es desprestigiar una lucha ejemplar del movimiento estudiantil contra una contrarreforma educativa de claro contenido reaccionario”, señalaron. “Denunciamos que detrás de esta acción lumpen se esconde la mano de agrupaciones que se han opuesto a la toma y que, por sus vínculos políticos, están interesados en su fracaso, para hacer pasar la contrarreforma impulsada por el Gobierno nacional y de la Ciudad. Por eso alertamos con que serán estos los que querrán valerse de este hecho producido de espaldas al movimiento estudiantil para desprestigiar nuestra lucha”, prosiguieron.

Situando cronológica y políticamente el suceso, los jóvenes advirtieron que “la acción vandálica se produce luego de que ocurriera un hecho extraordinariamente positivo. Nos referimos a la asamblea de padres que se solidarizó con nuestra lucha, lo cual fue ampliamente difundido por los medios de comunicación”, narraron.

Luego, echando luz sobre su mecanismo de funcionamiento, los estudiantes informaron que “todas las medidas llevadas adelante por el movimiento estudiantil del Nacional Buenos Aires son decididas democráticamente en asambleas donde todos tenemos voz y voto. La acción contra la iglesia San Ignacio de Loyola es, por lo tanto, una violación artera de la democracia estudiantil que tan celosamente defendemos”.
Por último, los alumnos del colegio que depende de la Universidad de Buenos Aires notificaron que “la Asamblea de Nacional Buenos Aires llama a continuar la movilización por la no aplicación de la Ley Nacional de Educación a todo el movimiento estudiantil, docente y de los padres”.

Cuatrocientos estudiantes aprobaron el texto por unanimidad, en una votación a mano alzada.

La punta de la lanza

En la Escuela de Educación Media N° 2 “Mariano Acosta”, ubicada en las cercanías de la plaza Miserere, se percibe la toma desde la entrada al establecimiento. No bien entra en el colegio, dos chicos sentados tras un escritorio le preguntan al cronista qué desea y adónde va. Enterados, mandan a buscar a un miembro de la conducción del Centro de Estudiantes para que informe acerca de las actividades y los próximos pasos.

Estos jóvenes actúan como si no fueran totalmente conscientes de que muchos consideran a esta escuela como la punta de lanza de la rebelión estudiantil en Buenos Aires.

Bruno Balbis, alumno de cuarto año e integrante del Centro de Estudiantes, conduce al cronista a un patio interior para charlar, mientras decenas de chicos juegan al fútbol alrededor y muchos otros simplemente están allí. El bufet, a unos metros de nosotros, atiende normalmente a los hambrientos.

Balbis relata que en el organismo estudiantil del que forman parte, la Coordinadora Estudiantil de Base (CEB), conviven distintas líneas políticas, todas de izquierda. Entre ellas se cuenta Marea Popular, cuyo máximo referente, Itai Hagman, encabeza la lista de diputados nacionales de Camino Popular, la coalición que reúne al sector de la CTA que lidera Víctor De Gennaro y a otros sectores de la militancia social.

Otra de las agrupaciones que forman parte del Centro de Estudiantes es La Revancha, que son fuertes en el Nacional Buenos Aires, el Colegio Carlos Pellegrini y el Normal 1. Un pequeño grupo de esta tendencia fue el que atacó la iglesia San Ignacio en la madrugada de este miércoles.

Por su parte, el Frente de Estudiantes Libertarios (FEL) es descripto como una agrupación con un perfil más sindical de origen anarquista, aunque ahora se definen simplemente como una corriente de la nueva izquierda. Tiene mucha presencia en las escuelas técnicas.

Los estudiantes denominan a esta última agrupación como el “FEL bueno”, a diferencia del “FEL malo”, el Frente de Estudiantes en Lucha, que responde a la Tendencia Piquetera Revolucionaria. Esta es una cofradía que no suele acordar con las demás corrientes estudiantiles y por esto se quedó con la Coordinadora Unificada de Estudiantes Secundarios (CUES), que abandonaron todas las demás agrupaciones, “para no estancarse junto con ellos”, explican.

La evolución de las entidades de segundo grado del gremialismo estudiantil abarcó desde 2009 a la Coordinadora de Estudiantes Secundarios (CES), que después se convirtió en la CUES, que ahora responde solamente al “FEL malo”. Actualmente conviven en una alegre atomización la CEB, la CUES y la Federación de Estudiantes Secundarios (FES). Esta última es de tendencia kirchnerista.

“Los colegios tomados –informa Balbis– son la punta de lanza del movimiento estudiantil. En 2013 crecimos gremialmente y hemos encontrado además una mayor capacidad de síntesis política. Desde 2012 hubo en nosotros una fuerte evolución cualitativa”, reafirma el joven de 16 años, que cursa cuarto año.

El petitorio y la rebelión

Lo primero que piden los jóvenes es la postergación hasta 2015 del cambio curricular. “La habíamos pedido ya el año pasado –dice Balbis–, pero el ministro Esteban Bullrich siempre se negó a reunirse con nosotros. Solo lo hizo cuando la Justicia lo obligó en 2012. En esa instancia, Bullrich convocó a nueve jornadas de reflexión que fueron una burla. Primero, nos pasaron un Power Point con una propuesta del Ministerio y luego nos dieron dos cartulinas –en la era digital– donde nos pidieron que describiéramos ‘La escuela que tenemos’ y ‘La escuela que queremos’. Ahí nos dimos cuenta de que no nos iban a tener en cuenta para los cambios que ya anunciaron que van a implementar en 2014.”

“Nosotros no queremos las Nuevas Escuelas Secundarias de Calidad (NESC), que van a ser las escuelas piloto del cambio. Como existe mucha resistencia para estas, comenzaron a ofrecerles grandes beneficios a los directores, que incluyen aumentos en sus presupuestos y capacitaciones en el extranjero. El Gobierno apela a la fragmentación y aprovecha para operar adonde el sindicalismo está más débil”, continúa Balbis.

Los jóvenes también solicitan que se aprueben las 17 modalidades que el Gobierno nacional quiere suprimir. Entre ellas, dejaría de existir el título de Perito Mercantil y, además, los egresados de las escuelas artísticas dejarían de tener la doble titulación: bachiller y docente en materias de arte.

Hay un punto en el reclamo que es netamente político, aunque se puede decir que todos los reclamos lo son. Los chicos quieren que se amplíen las instancias de participación. “Pedimos espacios institucionales con representación gremial y estudiantil para discutir las nuevas currículas de manera democrática”, vuelve a la carga Balbis.

Entre las materias en las que disminuiría o desaparecería la carga horaria están Historia, Geografía, Psicología y Cívica, “en tanto que quieren agregar Educación para la Salud, que no sabemos qué es”, se extiende el incisivo alumno.

La cuestión edilicia no es un tema menor en el universo de los reclamos del alumnado. “Sin reforma edilicia no hay cambio curricular –vuelve al tema el joven del Mariano Acosta–, porque esta reforma implica una mayor carga horaria y existen muchos colegios que no tienen espacio físico, ni predios deportivos, ni edificios propios. Hay escuelas que son liceo de tarde y comercial de noche, por lo que es imposible que se extiendan los turnos ya que se superponen con los que vienen después.”

Nacional Buenos Aires: después venimos nosotros

Más allá de la polémica por la incursión antirreligiosa de algunos de los jóvenes ocupantes del Colegio y el posterior repudio de los otros acampantes, Juan Manuel Cuello, presidente del Centro de Estudiantes, explicó al cronista que la currícula de su establecimiento se diseña en la Universidad de Buenos Aires y no en el Ministerio de Educación de la Ciudad. La explicación de la toma que da, entonces, es la siguiente: “Si frenamos hoy la reforma podremos intervenir en la reforma futura. Hace poco el rector manifestó su orgullo porque los programas del Colegio son los mismos desde hace 30 años, por lo que sabemos que van a cambiar porque es demasiado tiempo de inmovilidad”.

“Este jueves vamos a marchar desde el Palacio Pizzurno (sede del Ministerio de Educación de la Nación) hasta el Ministerio de Educación porteño y después vamos a reunirnos nuevamente en asamblea”, plantea Cuello.

“¿Por qué tantas asambleas?”, dispara el cronista. “¿Existe un método mejor?”, contesta el joven militante del Partido Obrero.

Hallú y Zorzoli reprobaron duramente el ataque

El rector de la UBA, Rubén Hallú, manifestó su “preocupación y su más enérgico repudio a los actos de vandalismo cometidos presuntamente por alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires”, ya que “no solo se ha destruido parte del patrimonio de esta histórica iglesia, sino que también se ha agraviado a la religión católica”.

“Como rector de una universidad pública, no arancelada, laica, abierta a la comunidad, este hecho significa una terrible aberración que no podemos dejar de despreciar. Esto claramente va en contra de nuestro espíritu y vocación de diálogo permanente”, afirmó Hallú a través de un comunicado.

“Esto ocurre en un contexto que nos preocupa, una medida de fuerza en la que las autoridades no pueden ingresar a la institución y tampoco pueden velar por la seguridad de los estudiantes y los bienes de la Universidad”, lamentó el decano de la UBA. “En esta situación, solicitamos que quienes promueven y apoyan la toma también asuman la responsabilidad de haber facilitado el ingreso de personas desconocidas a la institución y de estos gravísimos hechos”, apuntó.

El rector además instó a los padres y alumnos a que “reflexionen sobre lo sucedido, reparen –dentro de lo posible– los daños”, y pidió “que prime la cordura facilitando el regreso a la normalidad en forma inmediata, para no tener que lamentar nuevos hechos de esta índole”.

Por su parte, el rector del Nacional Buenos Aires, Gustavo Zorzoli, se mostró apenado por el hecho y afirmó: “La verdad es que esperaba que no sean alumnos del colegio, me hace sentir muy avergonzado. La profanación de la iglesia merece la sanción más grave”.

“En cuanto se los identifique, tendrán una sanción muy severa, pero además hay una denuncia correspondiente en la comisaría realizada por el padre. Espero que la Justicia actúe y determine las responsabilidades. Esto no tiene que ver con el valor material, sino el simbólico”, expresó Zorzoli.

Esteban Bullrich: “La nueva escuela secundaria de la Ciudad”

Hay algo más que la tradición, en los últimos años, de tomar escuelas en el mes de septiembre. Este año se vincula, además, con la reforma educativa.

El sistema educativo de la Ciudad cuenta con una gran diversidad gracias a sus distintas modalidades de enseñanza: escuelas de arte, escuelas de formación docente, escuelas técnicas y las escuelas medias en general.

En la actualidad nuestro sistema cuenta con 158 planes de estudio, algunos de los cuales datan de 1960. Esos 158 planes tienen en un 80% las mismas materias. Lo que varia es la carga horaria, y en los últimos años las materias más específicas que dan sentido a la denominación del plan.
Estamos creando el primer marco educativo para la escuela secundaria. Estamos ordenando el nivel educativo secundario, falto de un plan que regule qué es lo que los estudiantes deben aprender. Estamos poniendo al estudiante y su formación para el futuro en el centro de toda conversación. De eso queremos hablar.

Hoy en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la escuela secundaria está en crisis. El 25% de los estudiantes repiten 1er año, 6 de cada 10 egresa con el nivel más bajo de la evaluación de fin de secundaria en matemática y lectoescritura, 4 de cada 10 alumnos no termina la secundaria en tiempo y forma. De esto queremos hablar y de esto nos estamos ocupando. Para ello es necesario que las escuelas estén abiertas.

En el mundo, los sistemas educativos de mejor desempeño tienen muy bien estructurado lo que los alumnos deben aprender y los docentes enseñar.

Eso es exactamente lo que estamos haciendo. Construyendo el primer marco de la educación secundaria que garantice la validez nacional y los saberes necesarios de cada uno de todos los estudiantes. Lo estamos haciendo de la mano de las comunidades educativas trabajando junto a las escuelas hace tres años.

Vamos a seguir trabajando en esa dirección, manteniendo los canales de diálogo, pero sin tomas. Las escuelas tomadas son un ataque a la escuela pública. No se practica la democracia cerrando escuelas.

Desde 2012, venimos realizando Jornadas de Participación con las Comunidades Educativas. En las primeras cinco realizadas hasta ahora, participaron 78.658 personas. Son reuniones abiertas para debatir la reforma en las que hemos recibido más de 3.100 aportes por escrito de las escuelas secundarias de la Ciudad.

En lo que va del año, hemos mantenido más de 40 reuniones con los representantes de los Centros de Estudiantes y una mesa de trabajo mensual con los 17 gremios de la Ciudad, donde garantizamos la estabilidad laboral de los docentes.

Trabajamos para renovar la escuela secundaria que, entendemos, debe modificarse para que los estudiantes estén preparados para el futuro de la sociedad del conocimiento que los espera. Es hipócrita tomar una escuela y, al mismo tiempo, defender la escuela pública. Hablemos de calidad, hablemos de futuro, hablemos de estudiantes y de la educación que necesitan.

Lía Rueda, legisladora Pro: “Mi repudio más enérgico”

En la madrugada del 25 de septiembre la iglesia de San Ignacio de Loyola, declarada monumento histórico nacional en 1942, sufrió actos de vandalismo que dañaron parte del mobiliario y afectaron sectores recientemente restaurados.

La iglesia, inaugurada en 1722, es uno de los edificios más antiguos de la Ciudad de Buenos Aires y representa un monumento de enorme valor patrimonial y cultural por la historia que alberga.

Las obras de restauración del edificio, impulsadas por el actual párroco Francisco Baigorria, constituyen un verdadero esfuerzo arquitectónico y de preservación patrimonial. Cabe aclarar que estas obras, recientemente finalizadas, contaron con el apoyo del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que aportó una parte de los fondos necesarios para llevarlas a cabo.

En primer lugar, entiendo que quemar muebles y pintar frases con tono antirreligioso y ofensivo en una iglesia es un acto de gran irresponsabilidad y una falta de respeto a todos los conciudadanos, sean ellos religiosos o no. No hay reivindicación ideológica que justifique estos hechos. Quemar y pintar un espacio común es no saber convivir.

En segundo lugar, espero que no sean ciertas las sospechas que circulan en varios medios de comunicación que dicen que los responsables de estos actos fueron alumnos del Colegio Nacional Buenos Aires. Deseo seguir pensando que estos alumnos no son delincuentes, sino estudiantes que condenarían también estos actos de descuido e intolerancia.

Finalmente, mi repudio más enérgico se dirige tanto contra los responsables directos de estos actos como contra aquellas figuras públicas, dirigentes sociales y políticos, legisladores de la Ciudad incluso, que utilizan su exposición pública para promover mensajes anticlericales intolerantes.

Como presidenta de la Comisión de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, pero también como vecina de la Ciudad, llamo a todos los ciudadanos, cualquiera sea su edad, a reflexionar sobre estos hechos y sobre la importancia de respetar los espacios comunes y promover ese respeto.

Gullo (FpV) presentó un proyecto para condenar el vandalismo

El vicepresidente 2º de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Juan Carlos Dante Gullo, presentó un proyecto de declaración en el cual expresó su más enérgico repudio a los actos vandálicos perpetrados el día 25 de septiembre de 2013 en la iglesia San Ignacio de Loyola, la más antigua de la CABA, ubicada en la Manzana de las Luces.

El Proyecto insta a las autoridades competentes a fin de que se investiguen los graves hechos cometidos y se sancione a sus responsables, adoptándose las medidas necesarias para evitar su repetición en el futuro.

En este sentido, el diputado afirmó que “resulta imperativo levantar la voz de este Cuerpo para expresar el más enérgico rechazo a actos vandálicos que atentan contra las formas civilizadas de convivencia y que agreden a un monumento histórico nacional tal como fue declarada la iglesia aludida en 1942, y a los símbolos religiosos que expresan las creencias de numerosos feligreses y de una parte importante de nuestra población”.

Enríquez: “Lo más triste es el apoyo de algunos padres”

Jorge Enríquez, consejero de la Magistratura porteña, calificó de ilegales las tomas de las escuelas y condenó el apoyo de dirigentes gremiales y políticos que ven acá “una oportunidad de provecho partidista”. Pidió responsabilidad a los padres de alumnos que consienten “estas conductas absurdas”.

“No hay motivo alguno que justifique la apelación a esas vías de hecho. Se trata de un acto manifiestamente ilegal, que debe cesar inmediatamente. Más absurdo aún es en el caso del Colegio Nacional Buenos Aires y la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, no alcanzados por la reforma educativa que originó las tomas, pero que se plegaron a esa medida por solidaridad”, señaló, consultado periodísticamente esta mañana.

“Es condenable el apoyo de dirigentes gremiales o políticos que ven en esto una oportunidad de provecho partidista. Por otro lado, no se entiende la pasividad de las autoridades competentes ante actos de barbarie como los perpetrados por algunos de los ‘tomadores’ en la iglesia San Ignacio, vecina al Nacional Buenos Aires. Lo más triste es el activo apoyo que algunos padres prestan a estas conductas absurdas, con una increíble irresponsabilidad. Es hora de volver al cauce de la normalidad, antes de que sea tarde.”

 

 

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