Diego Gualda: "Hay una sola clave: romperse el orto"

Diego Gualda: "Hay una sola clave: romperse el orto"

Acaba de lanzar su segundo libro, Pocas pulgas. Reparte sus días en la edición de Libre, el nuevo diario de Perfil, la producción de shows teatrales y su propio espectáculo de stand up. "Tengo hobbies muy rentables", reconoce.


En la mesa de un bar que da a Chacabuco, pleno microcentro porteño, Diego Gualda se acomoda para dialogar con Noticias Urbanas. Entre café y café, llamadas de celulares y chistes, la charla comienza por su reciente libro Pocas pulgas. "Siempre escribí cuentos, porque sentí una gran inseguridad para discutir con mi terapeuta que la novela me quedaba grande. Pero el día que logré entrar en las grandes ligas del grupo editorial fue porque entendí que lo que más vende es la novela y me despaché con una (Hablalo con mi abogado). Después quise hacer un libro de cuentos para pagar la deuda conmigo mismo. La idea también es sentarme abiertamente a tomarle el pelo a un montón de cosas que me parecían geniales cuando era pendejo y ahora no", relata casi sin pausas.

?¿Cuáles son esas cosas?
?Hay una avidez morbosa por cagarme de arriba de un poste en cosas que leí de pendejo y ahora no puedo ni volver a leer. Tomo los autores de mi adolescencia, García Márquez, Cortázar, Borges, Bradbury? y me cago de risa de todo eso.

?¿Es un libro de humor?
?Sí, pero eso no significa que sea frívolo o trivial; es literatura. Si buscás libros para reírte, la mayoría son de ensayos, artículos o columnas. Pero pocos rescatan el estilo fontanarrosesco de los cuentos. Al último al que vi hacer eso fue a Juan Faerman.

?Pero no hay sólo humor?
?La idea era jugar con la literatura y las reglas textuales, que son cosas que a mí me divierten. Después me di cuenta de que estaba escribiendo de la Argentina. Esto es la argentinidad al palo siglo XXI.

?¿Te habías propuesto eso?
?Stephen King dice algo con lo que yo coincido: el tema no se elige, el tema viene. En la escuela una profesora me dijo: ?No escribas cuando tengas una buena idea, escribí cuando tengas una buena historia?. Yo escribo historias. Decir ?voy a escribir un libro acerca de la alienación de los nuevos solteros de 35? es pretencioso y produce libros aburridísimos. Decir ?voy a escribir sobre?, por lo general, provoca grandes desastres literarios.

?El término literatura está bastardeado, pero lo usás para tu libro.
?Literatura es también entretenimiento. Hacer literatura para entretener es tan noble como hacer literatura de alto vuelo. No todos somos Borges o Kafka, no todos podemos escribir La metamorfosis. La gente asocia literatura con intelectualoide, pero no tiene que ser necesariamente así.

Además de sus libros y su trabajo como periodista, Gualda hace stand up. Asegura que empezó "por una sucesión de macabros accidentes". Conoció a Gabriel Grosvald, quien leyó su primer libro y lo obligó a subirse al escenario. Preparó su primer monólogo, "que visto a la perspectiva es horrible". Luego lo mejoró, "pero la segunda versión era todavía peor". "El stand up es un territorio de entrenamiento absoluto y genial, es acá y ahora, si no te hago reír, muero. Es la inmediatez absoluta", explica.

?Muchos lo defenestran como género teatral.
?Es el género más despojado: no hay vestuario, ni maquillaje, ni escenografía. Es el chabón vestido de negro, el micrófono y nada más. Cualquiera hace reír con el chorro de agua que sale de la flor, pero hacer reír con tu texto y sin ningún otro recurso es jodido.

?¿De qué hablás en tus monólogos?
?Yo no hablo de sexo, porque estoy podrido del standapero loser que sube y dice "estoy viejo, gordo y no garcho", ya se convirtió en cliché. El stand up es mejor cuando es auténtico y te cagás de la risa de vos mismo. Yo hablo, por ejemplo, de mis problemas para dejar de fumar, una constante desde hace 20 años.

?También producís shows, ¿cómo surgió eso?
?Tradición familiar, mi viejo era productor de teatro. Murió joven y nadie continuó con eso, pero después salió un "a ver lo que hacía el viejo". Cuando empezaba a actuar fui a dar con la que ahora es mi socia, Nora Schiavoni, que quería que le hiciera el trabajo sucio de los números, así que me sumé al equipo y hoy tengo tres shows en el Paseo La Plaza, que no es fácil.

Gualda es también editor de Información general del nuevo diario de la editorial Perfil, Libre. "Libre está ubicado en un lugar exótico, a mitad de camino entre Crónica y Clarín. Va a ser un diario popular, que no significa grasa ni berreta y no significa que lo que escribamos no sea cierto. No significa necesariamente clase obrera. Significa intereses populares. La que paga 300 mangos para ver a Arjona no es clase obrera, y es popular".

?¿Hay un mercado para eso?
?En los últimos tiempos Clarín perdió lectores. Por un lado, porque muchos se convirtieron al kirchnerismo y ya no le creen; por el otro, hubo una clase media biempensante que si bien no se convirtió en K le dejó de creer por la confrontación permanente con el Gobierno. La gente dejó de creerle a Clarín y no tiene un diario que la represente. No llegan a Diario Popular ni son tan snobs como para leer La Nación.

?¿Y Tiempo Argentino?
?Muy kirchnerista. Los que se hicieron K se mudaron a Tiempo, pero hay muchos huérfanos. Tiempo está muy bien hecho, si no fuera por la bajada de línea sería un gran diario.

?Todos los diarios tienen bajada de línea.
?Todos están ideologizados. La prensa independiente murió. Libre es más frívolo y divertido; la actualidad se toca de manera arrevistada. Darío Gallo, cuando arrancó esto, dijo: "No vamos a hacer un diario, vamos a hacer una revista, pero vamos a hacerla todos los días". La intención es mantenerse lejos de la arena política.

?Una de las mayores apuestas pasa por la web, donde el contenido será pago.
?Es algo de lo que se habló pero no está confirmado. El contenido va a estar en el papel, el portal será para contacto. La tendencia mundial en materia de consumo de contenido es que se pague por los mismos.

Polifuncional, dice que no trabaja sino que "tiene hobbies rentables", y aclara: "No nací editor ni escritor. Estuve desempleado sin saber de qué disfrazarme para poner un plato de comida en la mesa. Trabajé en el puerto más de una década, donde vivir de escribir era una utopía absurda. Escribí las cosas más pedorras del mundo por dinero". Y agrega: "La gente que escribe una novela, la manda a editoriales y se sienta a esperar que lo llamen va a esperar sentado, y lo van a llamar, pero por un reclamo porque va a estar laburando en un callcenter. Hay una sola clave: romperse el orto".

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