Boudou, cada vez más solo

Boudou, cada vez más solo


La última vez que hablaron sin intermediarios fue en febrero. Y más allá del apoyo que disfrutó en situaciones límite, tal vez porque su ocaso proyectaba sombras también para su protectora, la nula relación entre Cristina Kirchner y Amado Boudou provocó por estas horas en el vice una reacción instintiva, animal: el ex disc jockey siente un poco de alivio y bastante de revancha por la complicada situación judicial de su jefa. Así como el kirchnerismo se empeñó en enchastrar a Claudio Bonadío y lo denunció por delitos parecidos a los que el juez le atribuye a la mandataria, Boudou reaccionó con lógica similar.

El presente del vice da apenas para eso. Su soledad es total. No solo no habla con la Presidenta; quienes recorren los pasillos del Senado cuentan asombrados cómo, en estos meses de penuria, ningún funcionario K que asistió a la Cámara alta –a hacer una exposición, encabezar una charla o ser interpelado por la oposición– tuvo la deferencia de parar a saludar en el despacho principal del primer piso. Todos se hacen los distraídos y van derecho al segundo, para charlar con el jefe del bloque, Miguel Pichetto, o con algún otro senador amigo.

Boudou sabe que no hay futuro político en su horizonte. Si la maquinaria de inventos oficialistas pensó para Cristina algún atajo con fueros –y de paso alimentar las chances electorales–, con la jugada de votar en 2015 candidatos para el parlamento del Mercosur, el vice deberá elegir otro camino para eludir las rejas. Las diferencias en la reacción de los compañeros de ruta se reflejarán también en el documento que prepara el PJ nacional para “denunciar” la supuesta conspiración judicial, política y mediática que se empeña en perjudicar a la Presidenta. Habrá papel escrito y ampliación oral. En cambio, cuando los compañeros del vice, tiempo atrás, salieron a buscar firmas para publicar una solicitada en los diarios en defensa de Boudou, los nombres aparecieron a regañadientes. Y nadie quiso hablar demasiado en público.

Los peronistas le achacan a Boudou no ser un par, no tener los códigos que supuestamente ostentan quienes pertenecen al partido. Por caso, una larga carrera militante que el vice claramente no posee ni cierta sensibilidad para no olvidarse de los compañeros. Nadie se atreve por ahora, claro, a recordar que quien puso en un lugar de privilegio al funcionario fue la líder del espacio. La que se supone que sí es peronista y sensible. El kirchnerismo es así de desmemoriado y desagradecido.

El clima contra Boudou se percibe en la Cámara alta no solo cuando va de visita (y pasa de largo) algún funcionario nacional. Los senadores creen que, hace rato, por el bien del Congreso, el vice debería haberse corrido con una decorosa licencia. Aquí la crítica incluye a los legisladores oficialistas. Ya son un clásico en el edificio los enojos de Pichetto con Boudou por su empecinamiento para seguir presidiendo las sesiones. Incluso algunos opositores se quejan cada vez que se enteran de que el funcionario estará al frente: “¿Otra vez? Que se deje de joder. Si está ahí nos obliga a criticarlo”, refunfuñaron, más de una vez, cara a cara frente al jefe del bloque K. La figura del vice rompió la convivencia corporativa, típica de cualquier parlamento. Esa que permite, entre otras cosas, avanzar en acuerdos para intercambiar proyectos o favores. También implicó una traba para los senadores K que aspiran a ser candidatos (Pichetto, por caso, que aspira a la gobernación en Río Negro) y deben perder el tiempo protegiendo a su jefe desde las bancas.

“En algún momento, Amado presidía las sesiones porque era una manera de protegerse. Pero ahora ya no hace falta. Es más, te diría que hasta es un capricho de él y una manera de pasarles facturas a los compañeros de la Rosada por cómo lo dejaron solo”, razona por estas horas un dirigente que pasa buena parte del tiempo sufriendo las penurias de Boudou. “Él tendría que dar un paso al costado y ver cómo hará para no ir preso cuando termine su mandato. En vez de enfrentarse y generar mal clima con todos, debería tratar de tender puentes; acá en el Congreso, en la Justicia. Pichetto, por ejemplo, que estuvo en la Magistratura mucho tiempo, conoce a un montón de jueces que pueden ayudarlo o perjudicarlo. ¿Qué sentido tiene estar peleado con él?”, siguen con la “catarsis” cerca del vice.

Con el futuro político recortado, en el entorno de Boudou también empezaron a plantear escenarios sobre qué presidente le convendría al caído en desgracia para zafar del calabozo. Paradójicamente, al que menos confianza le tienen es a quien más cerca estuvo de Boudou durante muchos años: Sergio Massa. Creen que el exjefe de Boudou en la Anses no soportará una eventual presión pública para darles un escarmiento a Boudou y su trayecto corrupto: “Hasta ahora, Sergio mandó alguna señal. Él es amigo de Bonadío, por ejemplo, y a veces nos avisaba si se venía alguna medida o fallo complicado. No más que eso. Pero si es presidente, no va a soportar la presión y le puede soltar la mano”.

Es probable que de aquí a que terminen su mandato, Cristina y (su ex) Amado no vuelvan a hablar. La falta de contacto, sin embargo, no impedirá que su presente y su futuro se mantengan emparentados. Con más o menos frecuencia, ambos temen que la Justicia se cobre algunas deudas que dejaron por su soberbia política.

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