De un búnker de venta de drogas a una nueva oficina de Larreta

De un búnker de venta de drogas a una nueva oficina de Larreta

El Jefe de Gobierno porteño inauguró el martes su despacho privado donde funcionó, hasta mayo pasado, un reconocido búnker de venta de drogas.


De un popular búnker de venta de drogas a un Centro de Desarrollo Laboral (Cedel). Del “corralón de Tarzán” a la oficina privada de Horacio Rodríguez Larreta. El martes, el Jefe de Gobierno porteño hizo su primera reunión con ministros y funcionarios en un llamativo lugar de la Villa 31, donde en mayo era un puesto de almacenamiento y venta de marihuana, según determinó la Justicia tras numerosas investigaciones.

“El corralón”, también conocido como “Disco Tarzán”, estaba en la manzana 109 de la villa de Retiro, en el Playón Este. Ahora es una flamante oficina de dos planas, con aire acondicionado, donde funciona el Cedel, y abrió sus puertas para la primera reunión privada de Larreta en la 31. Allí, el funcionario hizo un inventario de las obras que están en marcha. La Ciudad invertirá 6000 millones de pesos para transformar ese asentamiento en un barrio, que, prometió, estará terminado para finales de 2018.

“Voy a hacer reuniones acá al menos una vez por semana. Y otra en Parque Patricios. Después estoy mucho por la calle. Urbanizar las villas de la Ciudad es posible porque el Gobierno nacional nos traspasó las tierras. Éste será un lugar fijo de reuniones para mí”, adelantó Larreta.

Lo curioso es que la casa que hace menos de un año era manejada por narcos paraguayos oriundos de la ciudad de San Pedro, acusados de haber protagonizado una sangrienta guerra con otras organizaciones criminales por el control del negocio de las drogas, según sostuvo la Justicia, hoy está equipada con mesas de reuniones, baños, escritorios y computadoras con personal que capacita a los habitantes para obtener trabajo y regularizar la situación de los que tienen algún comercio a la calle.

El lugar fue uno de los varios inmuebles allanados el 7 de abril por la Policía Federal en una investigación del fiscal federal, Jorge Di Lello, y del juez federal, Ariel Lijo. La Justicia ordenó que se convirtiera en un centro gubernamental.

“Cuando hablamos de transformación en las villas hablamos de hacer cloacas y agua potable, algo que no se ve pero que es indispensable. Ese trabajo es lo que estamos haciendo en el barrio 31, además de colocar luces LED en varias calles ya terminadas”, comentó el Jefe de Gobierno porteño.

Consultado sobre el último informe de Techo, donde se especifica que en las villas porteñas más del 80 por ciento de los habitantes “no tiene cloacas ni agua potable”, Larreta comentó: “Por eso estamos haciendo estas obras. Antes era imposible hacer en las villas cuando los terrenos eran del Gobierno nacional”.

De la reunión en el nuevo centro participaron el ministro de Justicia porteño, Martín Ocampo, y el jefe de Gabinete, Felipe Miguel, entre otra veintena de funcionarios. “Este lugar será también importante para el contacto con los vecinos. El barrio 31 tal vez sea el más visible de la Ciudad, pero también avanzamos mucho en el barrio 20. Cuando hagamos las cloacas y mejoremos el tendido de cables, los vecinos van a tener que pagar esos servicios. Mucha gente quiere regularizar su situación. Lo mismo cuando les demos las escrituras: deberán comprar sus casas con créditos blandos”, dijo Larreta, que camina por las calles para supervisar el avance de algunas obras.

Además del “corralón de Tarzán” fueron abiertas otras dos propiedades que habían sido clausuradas durante los allanamientos en abril: “Lo del tuerto Fabio” y la “Casa del Pueblo”, que fueron entregadas a las Agencias Territoriales de Acceso a la Justicia (Atajo) de la Procuración General de la Nación y a la Secretaría de Integración Social y Urbana del Gobierno porteño, respectivamente. Fue una decisión de Lijo, por un pedido de Di Lello.

Otra de las novedades que se advierten en la Villa 31 es la fuerte presencia policial: patrulleros y agentes están apostados en distintos sitios, aunque los vecinos sostienen que después de las 20, cuando cae la noche, lo mejor es “quedarse en las casas, y bajo llave”. Entonces, cuentan en el barrio, algunos grupos de personas consumen alcohol en la calle y se repiten algunas escenas de violencia. “Pero la Policía se mete cuando quiere, no siempre”, cuenta un habitante de la 31.

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