El proyecto político que encabeza Javier Milei entró en un estado de crisis que supera los hasta a los peligrosos números de una economía que, por su parte, se acerca cada vez más a un abismo insondable.
La crisis es netamente política. Milei no tiene un plan económico, en vista de que sus operadores -no son simples funcionarios- sólo posan su mirada en el mantenimiento del precio de la divisa y ni siquiera tienen en cuenta el impulso de otras variables, como la capacidad industrial instalada, que es grande en nuestro país. Esta carencia es el fruto de la incapacidad del libertario para construir opciones a corto plazo, que en su caso no alcanza ni a la duración de un relámpago.
Pero, al ausentarse la economía del proyecto libertario, Milei se limitó a resucitar el proyecto económico de sus primos de la Revolución “Libertariadora”, que en 1955 convocaron al economista progresista Raúl Prebisch y éste armó un plan en cuyos puntos esenciales estaba la derogación de las conquistas sociales que habían tenido lugar durante la década peronista. Paralelamente, auspició la firma de los Acuerdos de Bretton Woods.
Éstos, que significaron el ingreso de la Argentina al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial están conectados con Milei por vía familiar, ya que los que firmaron en Washington los Convenios Constitutivos el 20 de septiembre de 1956, fueron el embajador Adolfo Vicchi y el ministro consejero Alberto Benegas Lynch, abuelo del actual diputado “Bertie” Benegas Lynch.
El patriarca de los Benegas Lynch había acompañado a Vicchi en la conspiración que culminó con el bombardeo a Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955. El conservador liberal Vicchi hubiera sido miembro del triunvirato que se aprestaban a designar los golpistas si tenían éxito en su intentona. Los otros dos hubieran sido el radical Miguel Ángel Zavala Ortiz y el socialista Américo Ghioldi.
La economía real es una herida absurda
De acuerdo con un estudio del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), entre noviembre de 2023 -cuando Milei ganó el ballotage y llegó formalmente a la Presidencia de la Nación- y junio de 2025, cerraron 16.322 empresas, tomando las cifras percibidas por las Aseguradoras de Riesgos de Trabajo (ART) y se perdieron 236.139 empleos productivos.
Entretanto, la administración pública expulsó a 89.794 trabajadores. Además, la crisis que desató Milei con aquella devaluación producida el 13 de diciembre de 2023, cuando llevó el dólar de $366 a $800, fue seguida luego por la implementación de una serie de “devaluaciones controladas” (en inglés, crawling peg, arrastre lento) que rondaron el dos por ciento mensual. Esta constante apelación a la timba financiera como única fórmula de la economía, que antes era una “bicicleta” y hoy se volvió “carry trade”, sólo trajo en el pasado -y se repite en el presente- frustración, pobreza y pérdida de votos para quienes la implementaron. Se verá el 26 de octubre.
El martes 16 de septiembre -quizás para conmemorar los 70 años de la Revolución “Libertariadora”- el Banco Central vendió 379 millones de dólares de los que le proveyó el FMI, más otros 100 millones, que fueron utilizados a través de distintos mecanismos. En el ínterin, desaparecieron los exportadores y las empresas, que eligieron guardar lo que tienen, ante la expectativa de que este viernes o el sábado Milei y “Toto” Caputo anuncien una devaluación, que desearían que fuera similar a aquella de diciembre de 2023, algo que quizás no se cumpla. Por ahora, sólo quedaron en el mercado los importadores y los ahorristas chicos, que no pueden elegir el camino de la especulación y compran o venden por necesidad.
En medio de este sombrío panorama, al Banco Central le esperan aún 28 ruedas bursátiles hasta el 26 de octubre, el día de la elección que decidirá el futuro de un gobierno cuya fragilidad es su mayor fortaleza. No tiene con quién negociar, todos se escapan porque el Síndrome del Pato Rengo (el ínclito lame duck syndrome) lo alcanzó antes de tiempo.
Por esta razón, el gobierno casi no tiene aliados y por eso prácticamente no negocia con nadie en el ámbito político. Entonces, para la oposición, es acatar o morir de sequía. Menem acuñó el diez de marzo de 1993 una frase lapidaria: “ramal que para, ramal que cierra”. Su correlato libertario es “no hay plata”, que equivale a decir que no hay soluciones. De esta manera, no existen acuerdos mínimos posibles.
Entretanto, los malos modales del presidente son apenas una cobertura (una tapadera). Entretanto, el maltrato social que entrañaron sus medidas es un tema muy transitado, aunque es necesario destacar que Milei es esto que muestra hoy. No puede cambiar. No quiere cambiar. Sólo poderosas razones de estado podrían torcerle el brazo en este sentido. Esa autenticidad es hoy su único capital político.
Entre brócolis que vuelan cerca, barras bravas que cobran caro, aviones de dudosa procedencia que transportan diputados, ajustes sobre el dinero de los más vulnerables, baksheesh infamantes, peluqueras de lenguas karatecas, tuiteros maleducados, funcionarias hieráticas y un presidente que se sostiene inflexible en el error, el futuro no es muy promisorio.
Los cánticos que llevan la música de Josesito Fernández vienen inundando las calles, las tribunas futboleras y hasta algún recinto parlamentario. Cualquiera diría que este Pueblo es muy versado en ritmos caribeños, pero en realidad ejerce ese humor que suele crecer en los momentos más oscuros. Allí es adonde reside la luz de la esperanza, que era, para los romanos, hermana del Sueño, que da tregua a las penas y de la Muerte, que las termina. Para los cristianos es una de las tres virtudes teologales, junto con la Fe y la Caridad. Para todos, es la base sobre la que se construye el futuro. A pesar de los males que descargan sobre el Pueblo ciertos gobiernos…