La democracia, la comunicación y el pastiche del dólar

La democracia, la comunicación y el pastiche del dólar

No es fácil ejercer en Argentina el derecho a la comunicación. ¿Volver a la Ley de Medios?.


En la Sala Alejandra Pizarnik de la Feria del Libro que se lleva a cabo en La Rural, se realizó el II° Foro de Comunicación, Derechos Humanos y Democracia, al que convocaron la Editorial Ciccus, la Revista Periodismo por Venir, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPREBA) y la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa (FATPren).

Los expositores fueron en esta ocasión Daniel Rosso, sociólogo y exsubsecretario de Medios de la Nación; Carla Gaudensi, secretaria general de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa y María Quinteros, directora de la revista Periodismo por Venir (PPV). Moderó Federico Giménez, editor de PPV. Faltó con aviso Amado Boudou, interceptado por otras obligaciones.

María Quinteros: “Revitalizar el derecho a la comunicación”

Abrió la lista Quinteros, que abogó en primer lugar la necesidad por la reposición de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (SCA), “que debería estar en vigencia, pero no lo está a causa de una justicia corrupta”, se quejó.

“La vigencia de la Ley de SCA significa volver al piso de derechos. Es el derecho del pueblo a la comunicación. Si combatir la pobreza es detener el avance del capitalismo, volver a la Ley de SCA es eso, revitalizar el derecho a la comunicación”.

Luego la periodista se refirió al informe MacBride, un documento que redactaron intelectuales de todo el mundo, convocados por la Organización de las Naciones Unidas para la Comunicación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1980.

En el informe, que se llamó “Un solo mundo, voces múltiples”, se atacó para Quinteros el papel de las empresas transnacionales de prensa y la complicidad de los gobiernos de los países desarrollados en el tráfico de información de cuestionable veracidad, “que vulneran el derecho a la comunicación, que es un derecho colectivo”, acotó.

“La Ley de SCA –agregó Quinteros- fue un proyecto originalmente pensado por miembros de los medios comunitarios y tomado por el gobierno popular de Néstor y Cristina Kirchner, que lo convirtió en ley”.

La especialista afirmó luego que “las noticias falsas se articulan con los discursos de odio y con la violencia política, como ya hemos visto con el intento de asesinato de Cristina Kirchner”.

Luego, se refirió a la “paradoja del odio”, que se dio cuando se creó Nodio, el Observatorio de la Desinformación y la Violencia Simbólica creado por la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual. “Una semana antes de que entrara en vigencia el Observatorio, ya se habían generado 650 publicaciones con información falsa. Precisamente, las falsas noticias que venía a investigar Nodio”.

Carla Gaudensi: “Incluir regulaciones a los medios hegemónicos”

A la periodista le siguió la sindicalista de Prensa Carla Gaudensi, que afirmó que “en un año electoral, es necesario el fortalecimiento de la acción gremial, porque consideramos que es imprescindible un Estado presente, que regule lo que se publica en los medios”.

Gaudensi consideró que “la libertad de expresión es igual en jerarquía al derecho a la comunicación, por eso se deben incluir regulaciones a los medios hegemónicos. La disputa en la comunicación es muy desigual. Por ejemplo, ¿cómo se discute con Clarín, que acaba de despedir a 48 compañeros nuestros, en una actitud que atenta contra la democracia?”.

La trabajadora de Télam expresó que “estos grupos empresarios generan discursos que luego se emparientan con las decisiones del Poder Judicial. Por esta razón, existe una gran desigualdad para discutir los contenidos. Con más poder, los trabajadores podríamos discutir contenidos. En 2015, los trabajadores del diario La Nación reunidos en asamblea manifestaron su disgusto con el discurso del diario, del cual dijeron que no los representaba”.

Gaudensi se mostró convencida de que “hay que discutir cómo se comunica. Muchos jóvenes creen que ser influencers o youtubers es el futuro, pero ésa es sólo la ‘uberización’ del trabajo. En estos casos, el Estado debe intervenir. No sólo intervenir, sino que se debe democratizar la pauta publicitaria e incluir a los medios comunitarios en ella. Necesitamos un Gobierno que esté dispuesto a discutir la comunicación con empresarios que poseen un fuerte poder político y hasta judicial. Si no, recuerden Lago Escondido. Necesitamos políticas de Estado”.

Daniel Rosso: “Vivimos en una crisis sin exterior”

Daniel Rosso comenzó cuestionando que “el modelo de comunicación entre el Gobierno y la ciudadanía pasa por los medios concentrados. Ellos relatan la crisis y el esquema que existe es que Macri la generó, Alberto Fernández no la pudo resolver y Massa trata de que no explote. Ésta es una crisis sin exterior, en la que estamos todos adentro. La estrategia del Gobierno, mientras tanto, es que no empeore, pero tampoco puede resolverla”.

Rosso continuó expresando que “la maquinaria estatal gira alrededor de una moneda que no circula, para que circule o reduzca su velocidad. Pareciera que la divisa estadounidense es un programa en sí mismo. Así, uno no sabe si el ministro de Economía mueve el dólar o si el dólar mueve al ministro. Lo seguro es que la política dolarizada no tiene solución. Uno puede ver que la dirigencia ya no habla de distribución de la riqueza, si el dólar sube. Lo peor es que junto con el dólar corren los precios, en una especie de alegoría gimnástica a distintas velocidades, que un Estado ineficiente les asigna”.

Rosso manifestó luego que “los medios concentrados viven la vida como una maratón y ahí desaparecen los responsables de la crisis, es decir que mientras la palabra dólar más se nombra, menos se conoce de él. Se produce así una hegemonía del poder financiero sobre el lenguaje que hizo que el otro día un tachero empezara a hablarme del dólar MEP, del Contado con Liqui y del dólar turista, mientras se hacía una ensalada de la que no sabía cómo salir, finalmente. Así, la mayoría de la gente no sabe lo que pasa, pero habla de lo que pasa sin acertar una”.

Hablando del año político, Rosso advirtió que “no se gana una elección si se dolariza la política, porque la crisis es la crisis del lenguaje. Cuando circulan los jeroglíficos técnicos, se produce un pastiche urbano, en el que hasta los jubilados y los trabajadores usan una terminología que no comprenden. De esta manera, el territorio que abandonó la política es ocupado por los financistas internacionales. En este marco, el discurso que brindó el jueves último la vicepresidenta rompe con esa lógica de la política autónoma del mundo financiero y vuelve las cosas a su eje”.

En diálogo con Noticias Urbanas, Rosso cuestionó que los medios “presentan la crisis como que no tiene solución, como si esa crisis se va a seguir expandiendo, mientras atraviesa toda la vida de todos los ciudadanos. Esto está centralizado sobre todo en una de las variables, que es el dólar, en lugar de dolarizar la economía. Lo que termina provocando esto es algo mucho peor, que es la dolarización de la política. La política no habla de otra cosa que no sea el movimiento del dólar y eso no genera ningún tipo de empatía, ningún tipo de relación con las mayorías”.

NU: Para peor, todo esto impulsado por los grandes medios…una trampa mortal.

Rosso: Esos grandes medios terminan involucrando a una parte de la sociedad en esto que termina siendo un pastiche. El taxista diciéndome ‘hay que ir por el dólar MEP’, entonces, cuando se le pregunta cómo es eso del dólar MEP intenta una explicación que no va a ningún lado, pero la conclusión es que él sabe que existe un dólar MEP y que eso es importante en la Argentina…

NU: …maneja la jerga, pero no el concepto…

Rosso: …eso ocupa un lugar de un vocabulario que debería existir, que es el de la política, que es el de pensar como distribuimos, no qué hacer con el dólar.

Mientras la Argentina se debate en una crisis interminable, mientras algunos especulan con la posibilidad de continuar tomando lo que no les pertenece, la única solución sigue siendo la de volver a lo nacional y abandonar toda pretensión de pintarse la cara de verde-dólar, el color de la desesperanza.

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