El primer espadachín de este combate fue Axel Kicillof, que se puso la elección al hombro e, inesperadamente, la desdobló. De esta manera, provincializó la campaña y pudo poner el eje en su gestión y en la orfandad en la que la Nación sumió a la provincia que le toca gobernar, la más poblada y la más desfinanciada del país, por lo tanto. De esta manera, debió suplir la falta de fondos (la Nación le debe $12,1 billones de pesos) con dinero propio y suspender muchas obras.
El nuevo liderazgo del peronismo le pertenece ahora a Kicillof. Para revalidar, empezará a construir y para eso deberá convocar a los demás gobernadores, porque lo que viene después de octubre es 2027. La holgada ventaja que obtuvo Fuerza Patria de su mano será prácticamente decisiva el 26 de octubre. Es una diferencia casi inalcanzable para La Libertad Avanza, que comenzó con esta categórica derrota el tortuoso camino hacia su disolución.
Los intendentes, grandes protagonistas de este resultado, pusieron toda la carne en el asador. Era lógico, porque se votaron concejales en esta ocasión y esta circunstancia pone en juego su poder. El peronismo ganó en 99 de los 135 municipios que hay en la Provincia de Buenos Aires y este hecho le mostró a Milei las limitaciones de su poder.
El tercer ganador fue Sergio Massa, que realizó un trabajo subterráneo, tejiendo alianzas que sumaron muchos puntos en la construcción de Fuerza Patria. Hace cuatro días, Kicillof lo dejó claro en un acto en Tigre. “Uno de los más importantes artífices de la unidad, que hoy se expresa en la boleta de Fuerza Patria, es Sergio Massa”, que se emocionó por el gesto, casi hasta las lágrimas.
