Fuego graneado en la oposición

Fuego graneado en la oposición

La interna de Juntos arde en las primeras planas. Aristóteles es chino básico en Argentina. Sarmiento es el gurú de la represión.


Cuando se acerca la hora de las definiciones, los candidatos de Juntos por el Cambio desenfundaron las armas largas y los chisporroteos se convirtieron en candela. Horacio Rodríguez Larreta abrió fuego primero, al decir que el modelo de gobierno de Mauricio Macri fracasó. Patricia Bullrich lo trató como un “oportunista”, que “hace cualquier cosa por un voto” y su compañero de fórmula, Luis Petri se diferenció del porteño, acotando que “no somos todos lo mismo”.

De todos modos, así es la política. Se propone, se cuestiona y se utilizan frases de ocasión, buscando desnudar, molestar, herir o menoscabar a los adversarios, a algunos amigos y a todos los enemigos. Al fin y al cabo, el intenso “declaracionismo” que rige en estos días es sólo retórica y a las palabras se las lleva el viento, tanto que al día siguiente todo se olvidará. Así de vano es el mundo en el que vivimos los argentinos hoy en día.

Pero en los momentos descriptos más arriba, los fuegos, lejos de apagarse, se enardecieron aún más. El jefe de Gobierno porteño dijo exactamente, en referencia a su antiguo jefe político, que “ese modelo fracasó, mirá como estamos hoy. Es lo que intentó Macri, yo propongo algo diferente: que construyamos una nueva mayoría, sólida y firme, para que el cambio se mantenga en el tiempo”, aconsejó.

Por si no alcanzaba, Larreta hundió un poco más el puñal. “Los dos somos parte de Juntos por el Cambio, tenemos una visión común sobre hacia dónde debe ir la Argentina y diferimos en el cómo. El cómo hace toda la diferencia, es la diferencia entre lograrlo y no”. Ingresando en una especie de “sí, pero no”, el precandidato de JxC dejó caer, como al pasar, que comparte los objetivos que enarboló Macri, pero no los modos. Quizás, alejándose de “lo mismo, pero más rápido”, que le arrancó al expresidente el punzante y malévolo Mario Vargas Llosa.

Para peor, el estilete alcanzó el hueso cuando Larreta alineó también a su adversaria principal de estos días a la invectiva. “Patricia propone desde el mensaje fuerte, de expresar la voluntad, de que vamos a… Así no funcionó”, lapidó el exjefe de Gabinete de Mauricio Macri entre 2007 y 2015.

Por contrapartida, Larreta sostuvo que en nuestro país ya hay más de un siglo “de antinomias, peleas, de que si no piensan como yo son enemigos y hay que matarlos, que todo lo que el adversario político diga está mal y de que hay que empezar de cero”. Al día siguiente, quizás alentado por la ovación de los propios, el mandatario porteño olvidó sus buenas intenciones y disparó sobre su adversaria y sobre sus adversarios.

En el club Tres de Febrero, en medio de un fervoroso acto de campaña, aseguró que “no sólo buscamos un cambio de gobierno. Obviamente buscamos terminar con el kirchnerismo para siempre”, profundizando la antinomia. Luego, haciendo referencia a su adversaria interna, llamó a que “no nos enganchemos con las críticas. Nosotros defendemos la unidad, hagan lo que hagan los otros… las otras”, afirmó, echando un chile habanero –el más picante de México, justo donde todo es picante- a la salsa.

Pero a la agudeza, otros contestaron con no menor perspicacia. Néstor Grindetti fue el más educado, al expresar solo que ”lamento estas expresiones, viniendo de alquien que forma parte de nuestro espacio y es socio fundador del mismo. No vale todo!”, cerró, dolido.

El segundo de Patricia Bullrich en la fórmula, el diputado mendocino Luis Petri, tuiteó que “es decepcionante escuchar a @horaciorlarreta criticar más a @PatoBullrich y a @mauriciomacri que a los verdaderos responsables del desastre del país, que son el kirchnerismo y Massa”.

“No vale todo, no somos lo mismo, no se construyen mayorías con los que desprecian los valores republicanos y alientan el populismo decadente en la Argentina, se los enfrenta, con coraje y valentía!”, cuestionó, con su habitual falta de tacto.

Finalmente, la propia Patricia Bullrich, enemiga íntima de Larreta, que expresa la línea más confrontativa de Juntos por el Cambio, le respondió a su manera. Lejos de poner paños fríos, redobló la apuesta y le espetó al jefe de Gobierno porteño que “es un ventajero total y oportunista, que hace cualquier cosa por un voto”.

Como aún tenía munición en el cargador, Bullrich siguió disparando. “Me parece de una enorme bajeza moral, oportunismo y falta de ética que Larreta, que se jacta de haber trabajado 20 años con Macri, haga cualquier cosa con tal de conseguir un voto”. La exministra de Seguridad, como si lo hubiera estado esperando, remató su diatriba directo a la cabeza. “Hay límites en una campaña, es un ventajero total, no puede decir algo así de quien fue su jefe político durante tanto tiempo. Me parece muy deleznable. Es todo muy oportunista lo que dice”, espetó, casi al borde del vitriolo.

El turno de Macri

Luego fue el turno de la inefable Elisa María Avelina “Lilita” Carrió. En sus comienzos, la chaqueña se autoproclamaba “progresista y de izquierda”, pero luego fue virando hacia posiciones no menos desproporcionadas, para luego volver al redil. En estos días, alineada con Larreta, cruzó con cierta dureza a Mauricio Macri, de quien relató que en 2015 no le atendió el teléfono durante cinco meses. Trascartón, rendida su fortaleza, justificó su aceptación a unirse al empresario aclarando que “él vino al centro cuando hizo la alianza conmigo, yo nunca fui a la derecha y menos a la extrema derecha”.

Para explicar su alianza con Rodríguez Larreta, que es más parecido a Macri que él mismo, Carrió afirmó que en estos días “dos tercios de JxC, toda la Coalición Cívica, la mayor parte del radicalismo y casi la mitad del PRO seguimos manteniendo la identidad. Quizás la haya perdido Mauricio” ironizó, sin filtro sobre su examigo.

Salando las heridas

Entretanto, mientras, unos hablan, otros actúan. Los chisporroteos verbales son materia corriente en la política, pero fuera del palacio y de los medios, cuando las acciones toman status de política de estado, las cosas son diferentes.

Un juez jujeño ordenó peritar los teléfonos de dos periodistas, en medio de las investigaciones por las movilizaciones contra la reforma constitucional en esa provincia.

Luciano Aguilar (La Izquierda Diario) y Camilo Galli (corresponsal en Humahuaca del diario digital El Submarino) fueron detenidos por la sutil policía jujeña, durante la represión en Purmamarca. Estuvieron detenidos un día y fueron liberados, pero la policía retuvo sus teléfonos, que fueron sometidos a distintos peritajes, sin que sus abogados fueran notificados de la realización de la audiencia en la que esto se decidió.

Todo esto, en medio de los allanamientos ilegales, las golpizas brutales y la cruel represión desatada contra maestros que ganan 38 mil pesos por mes y organizaciones sociales que protestan contra las injusticias y contra una nueva ley de leyes que los califica de delincuentes y autoriza a las fuerzas “del orden” a reprimirlos de cualquier manera. Esta es la “paradoja sanjuanina” que creó en el Siglo 19 Domingo Faustino Sarmiento, que le aconsejó alguna vez a Bartolomé Mitre que matara a sus enemigos sin darles status de opositores políticos, sino el de bandidos. Es decir, “una guerra de policía”, no una discusión política.

La paradoja es que en las rutas y en las calles jujeñas protestaban los más pobres de la sociedad. Si la respuesta al clamor de los más pobres es la guardia de infantería, la política se convierte en guerra. La pobreza se combate, no golpeando a los pobres, sino imponiendo la Justicia Social.

La palabra “Politeia”

Aristóteles designó como “politeia” (Πολιτεία) a “lo concerniente al Estado”. El filósofo nacido en Estagira (Macedonia) consideró a la politeia una de las tres formas virtuosas de gobierno, junto con la monarquía –el gobierno para uno- y la aristocracia –el gobierno para unos pocos. Politeia, en cambio, era “la regla de la mayoría”.

En su tratado “Política”, Aristóteles plantea cinco principios: 1) la teleología, es la rama de la metafísica que se refiere a la doctrina filosófica de las causas finales; 2) la eudaimonia, en la que plantea que la felicidad del ser humano consiste en buscar la perfección; 3) la comunidad más perfecta era, para el estagirita, la ciudad-estado, que no es demasiado grande ni demasiado pequeña y permite alcanza una buena vida; 4) el principio de gobierno, ya que “la existencia y el bienestar de cualquier sistema requiere la presencia de un elemento gobernante” y 5) la regla de la razón, ya que Aristóteles pensaba que la razón debía gobernar la parte no racional del hombre.

La paradoja argentina

Este saber milenario que nos legó el gran estagirita, que vivió entre el año 384 a.C. y el 322 a.C., ha sido desmentido de manera contundente por la política argentina en los últimos tiempos.

Sin defender las virtudes, más que superficialmente; sin buscar una teleológica profundidad; sin buscar la perfección; sin encontrar una racionalidad que supere a los estímulos sensoriales no hay futuro.

No se escuchan más que enunciados acerca de cómo “terminar” con el adversario. Tampoco se apela a la sabiduría para resolver los desafíos de la política. No existen planteos inteligentes, que signifiquen un aporte para resolver los problemas que asedian a los argentinos, que no son pocos y que fueron provocados, en gran parte, por las imprevisiones de la política, como por ejemplo, una toma una deuda por 45 mil millones de dólares, a pagar en dos años. Este último va a ser el gran problema argentino en los próximos 30 años, siempre que no se vuelva al FMI para pedir más “fondos frescos”.

Se habla mucho en el último tiempo de las “fake news” o noticias falsas. Pero si la norma es la mentira se entra en el territorio de la posverdad, que es una apariencia de verdad, una mentira que atrae porque el público desearía que fuera cierta por indignación, por odio, por prejuicios o porque sí.

Cosas veredes, Sancho, que non crederes, ladraba más que decía el Caballero de la Triste Figura, Don Quijote de la Mancha, antes de arremeter contra los molinos de viento. Así empezó el 19 de diciembre de 2001, atropellando ciegamente pero no irracionalmente contra la injusticia.

 

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