Rebelión en la Granja Radical – Episodio VI

Rebelión en la Granja Radical – Episodio VI

La actitud del candidato a jefe de Gobierno por el radicalismo, Cristian Caram, de enfrentar con dureza a Ibarra motivó una angustiada reunión de los funcionarios de su partido que aún permanecen dentro del edificio de Bolívar 1. En ella, los atribulados radicales decidieron que resistirán atrincherados tras sus escritorios la ofensiva de su jefe, devenido ahora casi en su enemigo. En la pelea, Caram intenta reconquistar el voto radical que hoy, en la diáspora, les dio el triunfo en el distrito a Ricardo López Murphy y a "Lilita" Carrió


La solicitada que publicó días pasados el diputado porteño y candidato a jefe de Gobierno por la UCR, Cristian Caram, en la que golpeó con dureza a Aníbal Ibarra, provocó moretones no sólo en la piel del actual jefe de Gobierno, sino en la de muchos de sus correligionarios.

Tras la misiva de Caram, en la que acusó a Ibarra de haber sido el responsable de una variada colección de los males que aquejan a la Ciudad, comenzaron a sonar desesperadamente los celulares de los funcionarios radicales -unos 70- que aún forman parte del Gobierno porteño.

Luego de llamarse durante varios días por teléfono, anteayer los preocupados funcionarios se reunieron y decidieron, luego de largas discusiones que en algunos casos no eludieron la aspereza, despegarse del vicepresidente primero de la Legislatura y negociar con el oficialismo su permanencia en el gobierno.

La estrategia de Caram es ir a la búsqueda del hoy esquivo voto radical, que él sabe que se expresa por fuera del "viejo tronco". La comprobación más palmaria de este aserto se produjo el 27 de abril último, cuando los disconformes herederos de Leandro N. Alem, aún sin votar por la boleta tradicional, lo mismo sufragaron en bloque y colocaron al tope de la votación presidencial en la Ciudad a los ex radicales Ricardo López Murphy y "Lilita" Carrió.

En esta confrontación, el joven candidato eligió un estilo salvaje, que choca de frente con la prudencia que suelen cultivar los viejos dirigentes -y aún muchos jóvenes-. Plantándose en el centro del "ring", Caram intenta recuperar a los radicales de la diáspora que, escaldados por las experiencias de Alfonsín y De la Rúa, protagonizaron a lo largo de los años -desde 1983- una lenta sangría que con el correr de los años se convirtió en una hemorragia que no coagula.

Si de algo no se puede acusar a Caram es de no apostar fuerte. Ya lo hizo cuando lanzó su campaña en el Teatro Avenida, cuando hasta se animó a modificar el himno y el escudo tradicional del centenario partido. Luego les hizo sentir el rigor del juego fuerte a sus adversarios en la interna radical, en la que se impuso de manera contundente.

Los funcionarios antirrebeldes intentarán quedarse en el Gobierno, aunque los partidarios de Caram casi seguramente lo abandonarán, siguiendo el camino que trazó Gastón Aín -un estrecho colaborador del candidato radical- que fue desplazado de su puesto en el gabinete de Ibarra tras la misiva de su jefe político.

Los antirrebeldes tienen como referentes a los dos secretarios radicales que aún quedan en el gabinete -Gabriela González Gass y Miguel Pesce-, que todavía no han manifestado su decisión. De todos modos, la primera, que enfrentó a Caram en las elecciones internas y sigue siendo su enemiga aún ahora, cuando ya terminaron, habría manifestado su intención de permanecer adonde está, aunque su destino podría estar en AUSA, en vista de que la Secretaría de Promoción Social le sería adjudicada al Partido Socialista, tras la alianza electoral que sellaron con Ibarra.

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