Cuando se cumplan 35 años de su fallecimiento, la Comisión de Homenaje a Mario Abel Amaya, el 19 de octubre, descubrirá una placa en su honor, en la plaza que lleva su nombre, situada en Constitución, entre Boedo y Colombres.
Los oradores en el acto serán, entre otros el dirigente radical porteño Luis Rodríguez Fontán, el legislador porteño Rubén Campos y el senador Hipólito Solari Yrigoyen, que fue amigo de Amaya y compartió con él el secuestro y el cautiverio.
El texto de la placa, rezará: Mario Abel Amaya-
Dolavon, Chubut 3/8/1935-Cárcel de Devoto, Buenos Aires 19/10/1976
A quien fue ejemplo de militancia popular y abogado, a quien sólo le importó la justicia, la vigencia del estado de derecho, el compromiso con su pueblo y los DD HH, llevando a lo más alto de la vida el ejercicio de la noble actividad política, a quien demostró que
?en política no se hace lo que se quiere o se puede, se hace lo que se debe?
Buenos Aires, 3 de Agosto de 2011
Un hombre comprometido
El 17 de agosto de 1976, un grupo de tareas, integrado presumiblemente por personal de la Policía de Chubut, detuvo en su domicilio de la calle Pecoraro, en Trelew, al abogado radical Mario Abel Amaya, diputado hasta el 24 de marzo anterior, defensor de presos políticos y un inclaudicable promotor de la lucha por los derechos humanos.
En los meses posteriores, mientras permanecía prisionero en el centro de torturas de La Escuelita de Bahía Blanca y luego en las cárceles de Villa Floresta y Rawson, Amaya fue salvajemente atormentado por sus guardianes, a causa de lo cual debió ser trasladado, el 28 de septiembre, al Hospital Penitenciario Central ubicado en la Cárcel de Villa Devoto, adonde murió finalmente el 19 de octubre de 1976 a las 22:20 por ?una insuficiencia cardíaca aguda no traumática?.
Sus captores le habían quitado su inhalador ?era asmático-, lo habían mantenido durante varias noches de pie y desnudo en el frío clima patagónico y lo habían sometido a brutales golpizas, según explicaban, por orden del mayor Carlos Alberto Barbotta, jefe por entonces del Área Militar 536 Chubut, lo que lo convertía en dueño de la vida y de la muerte en la región.
El 22 de noviembre de 2010, finalmente, cuando apenas se habían cumplido los 34 años de su muerte, el juez federal Hugo Ricardo Sastre decretó la elevación a juicio oral de la causa por el asesinato de Amaya, procesando, además de a Barbotta, a los penitenciarios Osvaldo Fano y Jorge Steding y a los médicos Juan Carlos Saleg y Luis García.
Un poco de justicia para reparar el crimen cometido contra un hombre íntegro, que fue coherente hasta sus últimos días de vida con el ideario que predicaba a los demás. Una honor que no todos los hombres pueden reivindicar.