El peronismo necesita otra actualización política y doctrinaria

El peronismo necesita otra actualización política y doctrinaria

Hace 54 años, Fernando Solanas, Octavio Getino y Gerardo Vallejo filmaron a Perón, que proponía modernizar el Movimiento.


Las cinco elecciones provinciales que se realizaron hasta la fecha dejaron algunas conclusiones acerca del futuro de la oposición peronista, la más antigua. La primera, la más superficial pero no por eso menos cierta, es que el peronismo es un gigante invertebrado, que ha perdido su capacidad de cuestionar al poder y que ha dejado abandonada su esencia rebelde en algún planeta remoto.

Lo de la oposición más antigua viene a cuento porque el Pro se relacionó con La Libertad Avanza, en principio de manera amistosa. Mala decisión, parece que fue, porque Santiago Caputo chicanea seguido a sus interlocutores del Pro, en especial a Mauricio Macri, enrostrándoles que “no los necesitamos para ganar”. Y parece ser que así será. Si el domingo próximo (el 18 de mayo) Manuel Adorni supera a una tibia Silvia Lospennato, el partido que formó Mauricio Macri habrá iniciado el camino de su desaparición.

Fauda: El Peronismo del caos

Hace pocos años, el PJ gobernó las cinco provincias en las que se realizaron comicios -Salta, Jujuy, Chaco, San Luis y Santa Fe-, en las que por estos días se desempeña en una oposición muy dispersa, excepto en Chaco y en San Luis. De todos modos, en estos dos distritos no tuvo performances brillantes, precisamente.

La difundida plataforma Netflix contiene una serie sobre la guerra en Medio Oriente llamada Fauda, que significa caos, en árabe. El concepto ejemplifica perfectamente la etapa política que atraviesa el peronismo.

La crisis del partido que creó en 1945 el General perón es, en realidad, antigua. Desde el 24 de marzo de 1976, cuando fue derrocada María Estela Martínez de Perón, el peronismo navega a la deriva. El Partido Justicialista, es necesario aclarar, no es el peronismo, sino sólo su herramienta electoral. Éste funcionó casi por inercia, empujado por una cultura de disputar el poder que nunca abandonaron sus dirigentes, pero sin el adicional de aspirar a transformar una realidad lacerante para los sectores a los que representó a lo largo de su historia. No hay hoy bastones de mariscales en las mochilas de sus dirigentes, reducidos apenas a oscuros sargentos de oficina, tristes, grises y resignados.

Al terminar la dictadura, en 1983 quedó clara la crisis que provocó la feroz represión militar, traducida en la ausencia de miles de militantes desaparecidos, encarcelados y obligados a mantenerse en la clandestinidad, cuya condición de recién nacidos a la democracia ahondó la crisis partidaria y de militancia. Tanto es así que en 1987, cuando estaba en auge la Renovación, el peronismo volvió a ser considerado como una alternativa de poder, pero había regresado a los primeros planos de la política privado de su imprescindible esencia revolucionaria, que hasta estos días sigue ausente.

Éste es el núcleo de la crisis del partido más grande de Latinoamérica. Éste está copado hoy por oligarcas que sólo están interesados en conservar raquíticas porciones de poder, sin vivir políticas patrióticas y, en cambio, desalientan la participación popular y fustigan a sus propios militantes y, una vez alcanzada su banca o alguna gobernación, se encierran en sus bunkers y cortan toda comunicación con las bases. El poder de los dirigentes reemplazó al poder popular.

Los resultados del domingo, habidos en provincias en las que el PJ no gobierna, pero gobernó, son catastróficos. En todas las jurisdicciones del país hay disputas rabiosas, todas ellas relacionadas con milimétricos espacios de poder, desde los que no aspiran a favorecer más que a sí mismos. En Chubut, Massa bajó la orden para que el Frente Renovador -que le responde- vaya aliado con el PJ, pero algunos dirigentes amenazaron con abandonarlo si los obliga. Esta situación se repite en casi todo el país. Todos contra todos, en pelea de perros (término aeronáutico, si se permite).

Para peor, en algunas jurisdicciones, como en Salta y Jujuy, los interventores del PJ no lograron rearmar la estructura partidaria (¿partidocrática?) y mostraron una dispersión que sigue siendo alarmante. El caso del PJ salteño muestra además el paso del huracán (Juan Manuel) Urtubey, que lo condujo de manera autocrática y luego abandonó simplemente el barco, dejando un desastre tras de sí. “Después de mí, el diluvio” (aprés moi, le déluge), dijo alguna vez Luis XV. Como consecuencia, Luis XVI, su nieto y sucesor en el trono, conoció la efectividad de la guillotina personalmente. Su cabeza rodó por la calle de París por obra de manos plebeyas, poniendo fin a mil años de reyes franceses. Durante el juicio en el que se lo condenó a muerte por “alta traición”, ya había sido desacralizado y había sido reducido al “ciudadano Luis Capeto”.

¿Actualización doctrinaria?

La crisis del peronismo no es sólo política, es doctrinaria. Sería difícil trasladar al Siglo 21 las políticas que implementó el primer gobierno peronista entre 1945 y 1955. Actualizar la doctrina sería fundamental. En 1971, el General Perón, fue entrevistado en su exilio madrileño por tres integrantes del Grupo Cine Liberación: Fernando Solanas, Octavio Getino y Gerardo Vallejo. Se filmó una película que fue exhibida clandestinamente en cientos de lugares a lo largo y a lo ancho del país. La policía intentó en varias ocasiones interceptar las latas de la película, pero el ingenio popular no lo permitió. Las latas fueron transportadas por falsas embarazadas, por chicos que fingían ir a un partido de fútbol o por obreros que llevaban herramientas y camuflaban la película dentro de sus bolsos.

En San Miguel intervinieron en la proyección de “Actualización Política y Doctrinaria para la toma del Poder” Norman Brisky y Víctor Laplace, que además pusieron en escena una obra de teatro. Ellos dos, tan cerca de las luchas populares y tan lejos del estrellato.

Perón habló allí de tres temas que él mismo les propuso a los directores. En el capítulo uno, que duró 35 minutos, habló del Justicialismo, la identificación del enemigo y la unidad. En el segundo, al que se le concedieron 50 minutos, expuso sobre la conducción política y la guerra integral. Finalmente, en el tercero desarrolló los conceptos del trasvasamiento generacional y socialismo nacional, también en 35 minutos.

En 2025, 54 años después, el peronismo exige otra actualización política y doctrinaria para estar a la altura de las circunstancias. Los proyectos nacionales exigen planificación, posibilismo y difusión en el seno del Pueblo. En 2015 y en 2023, los argentinos votaron contra el peronismo, en el primer caso por el agotamiento de un proceso de cambio y en el segundo, por el agotamiento del peronismo. En ambas circunstancias, el Pueblo votó a los auténticos liberales. Votó a los que reducen los salarios, cercenan los derechos y reprimen a los jubilados, quizás para no ser testigos de la decadencia de la esperanza.

Al fin y al cabo, es la última que se pierde y todos saben a qué vienen los que hoy están. El caos no es ausencia de perspectiva. A veces, preanuncia lo que vendrá. ¿Se está gestando el orden del mañana en estos días de obscuridad?

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