Unos decían que no se puede castigar a nadie por lo que piensa, otros hacían eje en el costo de las refacciones de la Legislatura hechas durante su período de secretario administrativo, un chistoso decía que a "Yuyo" Schifrin lo apodan Puerto Madero porque es el "Barrio nuevo" de Buenos Aires, desde la izquierda argumentaban que el antiguo jefe de bancada ahora tenía un "profundo desprecio" por sus ex colegas, pero era el mandamás de los que hoy se enojan. Muchos diputados literalmente se aburrieron, no le daban mucha importancia a lo que pasaba -sobre todo en el bloque justicialista- y se mantuvieron al margen de lo que opinaban era "un problema de la Alianza".
Altamira luego de acusarlo de "gorila de izquierda" que ahora se fija en la baldosas de Oro y Santa Fe porque apoya a Kirchner, le disparó con el antiguo epíteto de "chantapufi". Luego se mostró a favor de no sancionarlo, sólo destruirlo políticamente. También desde la izquierda Ripoll se pasó toda la tarde gritando que "no somos nadie para juzgar a nuestros pares" sin reparar en el momento que hablaban de un funcionario del Ejecutivo.
Cristian Caram y Jorge Enríquez cada uno desde su lugar, se encargaron de brindarle logística radical al duro reclamo contra Schifrin que encabezó el legislador Jorge Mercado, con cinta y transcripciones incluídas.
Carlos Campolongo y Juliana Marino estrenaron en sesión su flamante traje "ibarrista" (el nuevo jefe de campaña y la aspirante a diputada nacional), y fueron los que defendieron con mayor ímpetu al funcionario de marrras, incluso más que los propios compañeros del Frente Grande, que se alinean internamente en las antípodas de Schifrin.
Todo terminó en una lúgubre votación que determinó una citación mas y una sesión menos. Perdió Schifrin, la Ciudad puede esperar.