Este martes, la Legislatura porteña aprobó finalmente el Despacho de Mayoría de la Junta de Ética, Acuerdos y Organismos de Control por el que se decidió que, en una sesión especial que se llevará a cabo el 22 de mayo próximo, serán elegidos los nuevos integrantes de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires.
Para que esto fuera posible fue necesario que previamente se prorrogaran los mandatos de los auditores actuales -vencieron el 20 de abril pasado- hasta el día de la sesión.
Los que exigían que se realizara una Audiencia Pública para que los ciudadanos puedan presentar sus objeciones a los postulados se fueron con las manos vacías, aunque los nombres de los postulantes a ocupar los cargos se publicarán en el Boletín Oficial de la Ciudad entre el ocho y el 16 de mayo próximos.
Los bloques legislativos acordaron que el justicialismo designe a tres auditores y el radicalismo a dos. Entretanto, el Frente Grande y Juntos por Buenos Aires nombrarán a uno cada uno.
La nota risueña de la jornada estuvo dada por el arranque de la diputada Juliana Marino que, hastiada de la discusión, se levantó repentinamente para retirarse del recinto, mientras instaba a sus colegas del bloque oficialista Fuerza Porteña a que hicieran lo mismo. Mientras esto ocurría, por otra puerta ingresaban los ibarristas "puros" Marcelo Vensentini y Laura Moresi, que se quedaron en el recinto para otorgar quórum y obligando a Marino a permanecer en su banca contra su voluntad.
Las caras que ponía la legisladora se parecían mucho a las que ponía en otros tiempos Liliana López Foresi cuando las autoridades de un canal de TV la obligaron a cesar en sus cáusticos comentarios cuando leía las noticias. Para peor, algunos legisladores le recordaron a la diputada su fugaz militancia en el Partido de la Generación Intermedia, que llevará como candidato a jefe de Gobierno porteño a César Augusto Arias (h) en las próximas elecciones.
De todos modos, lo que debió haber sido sólo un trámite -la designación de los siete miembros de este organismo de control- se convirtió en una batalla política cuando los bloques de Ibarra y de Macri se negaron en tres ocasiones a tratar el tema en el recinto.
Con las encuestas electorales en la mano, ambas bancadas confiaban en que la próxima composición de la Legislatura les permitiría negociar más lugares en el organismo, en detrimento del justicialismo y el radicalismo, que suponían que lograrían menos bancas que las que hoy poseen.