Postales desde el páramo argentino de Coronalandia (II)

Postales desde el páramo argentino de Coronalandia (II)

Nuestro país, aún en medio de la cuarentena, no deja de producir viralmente noticias que no excluyen a la poesía en Cajas Chinas.


En estos días de estresante Coronavirus, nuestro país, aún en medio de la cuarentena, no deja de producir viralmente –si se acepta la ironía- una serie de noticias que no excluyen a la poesía en Cajas Chinas, al crimen que propuso el teniente coronel Ortega, a la esperanza que encarna en los Curas en Opción por los Pobres, al planteo filosófico que propuso el psicoanalista Jorge Alemán, a la desesperación de un argentino en Ecuador y a las habituales marrullerías en las que in”curren” algunos empresarios a la hora de gastar su dinero en salarios y no en lujos propios.

 

El Coronel ya tiene quien le escriba

No hay peor condena para quien debe permanecer encerrado que se le suelten los fantasmas. Mientras la mente divaga sin destino, a veces reaparecen los espectros que enceguecen, enfurecen y aún obligan a pensar en los asuntos que realmente aterrorizan a algunos.

Algo así le debe haber ocurrido al teniente coronel retirado Alberto Aquilino Ortega, que repentinamente, poseído por un furor ciego, tomó su teléfono y grabó un mensaje dirigido a sus viejos camaradas incitándolos a volver a tomas las armas para expulsar al Gobierno y regresar a los gloriosos tiempos en los que se sentían dueños de la vida y de la muerte.

Ortega es un exponente típico del viejo vicio del “fragoteo”, un término que fue acuñado en la década del ’60, cuando en la casa del secretario de Guerra del entonces presidente Arturo Frondizi, el general Rosendo Fraga -padre del analista político homónimo-, se reunían civiles y militares para conspirar contra el presidente que estuviera en el cargo, fuera civil o militar.

Se lo hicieron a Frondizi, a Arturo Illia y aún al general Juan Carlos Onganía, el que derrocó a Illia. Como se puede ver, en una actividad que no puede ser ignorada, más allá de que estos son tiempos en los que pareciera que el éxito de una de aquellas asonadas sería una posibilidad muy remota.

Ortega llamó a sus camaradas de armas a “salir” e “incitar” al Pueblo argentino a liberarse del régimen “estatista, totalitario, comunista, maoísta, subversivo, hijo de remil putas” que mantiene esclavizado al Pueblo argentino, que pareciera no haberlo escuchado su mesiánica propuesta.

Ahora el teniente coronel fue convocado por el Juzgado Federal N° 3 a cargo de Carlos Vera Barros para que ampliara sus dichos, pero no aprovechó su oportunidad. Se negó a declarar, por lo que debió escuchar, con su silencio autoimpuesto, que se le aplicarán las figuras previstas en los Artículos 211 y 212 del Código Penal por “incitación a la violencia”. Un posterior allanamiento a su casa ordenado por el juez, en el que se secuestraron su celular y su computadora, permitirá al magistrado, si fuese necesario, ampliar la acusación.

El teniente coronel fue denunciado por el propio jefe del Ejército Argentino, una jugada que no esperaba, probablemente. De todos modos, el único antecedente que se conoce en las redes acerca del pasado del ínclito oficial es una autorización firmada el 28 de mayo de 1981 por el general Roberto Viola, por la que se declaró en “comisión transitoria” por dos meses al por entonces teniente Ortega a viajar a Estados Unidos para realizar un tratamiento médico.

Poca acumulación de honra para tanta vehemencia castrense. 

 

 

Un Alemán argentino

El psicoanalista y escritor argentino radicado en Madrid, Jorge Alemán planteó que, si bien en todo el mundo se simula una “guerra” contra el Coronavirus, “permanece en silencio la disputa, el antagonismo sobre quiénes pagarán las consecuencias del desastre. El argumento de que la humanidad se proveerá ella misma de los recursos económicos en una nueva lógica distributiva sin que medie conflicto o antagonismo alguno es por lo menos ingenuo o reposa en una idea de supervivencia religiosa de la especie humana que la historia, al menos por ahora, no confirma”.

En este sentido, Alemán se pregunta acerca de la “eficacia simbólica” que aún “posee el discurso de la religión”. “En estos diferentes puntos –planteó el escritor- encontramos algunos de los argumentos que constituyen el interrogante del siglo XXl: el valor de la vida humana en la Civilización construida en la Modernidad. Pero esta vez, como nunca ha ocurrido antes, depende de una elección forzada, Emancipación o Barbarie”.

De esta manera, Alemán vuelve sobre la consigna sobre la que se edificó uno de los bandos en las guerras civiles argentinas del Siglo XIX, que dio origen al país “granero del mundo”. En aquellos tiempos, Civilización o Barbarie fue el lema de los triunfadores. Éstos se autointroducían en la primera categoría, condenando a los caudillos federales, representantes del país profundo, al mote de “bárbaros”.

Hasta la década del ’70, la contradicción del poderoso apotegma no fue retomada. Recién en esos años, la militancia juvenil peronista resucitó el concepto Civilización o Barbarie, con la intención de volver a discutir las premisas básicas que regían en ese entonces en a Argentina, una economía basada especialmente en la producción agrícola-ganadera.

El equivalente de esta consigna en el plano internacional que plantea Alemán, emancipación o Barbarie, es el grado de soberanía al que un país del Tercer Mundo –hoy catalogado como “emergente”- puede aspirar, por estos días bastante acotada ante el accionar de las potencias.

Ésa es una de las discusiones que sobrevendrán, en vista de que en este tiempo de crisis prácticamente arrasó con el concepto falaz de la “cooperación internacional”. Sino, basta con observar las “expropiaciones” de mascarillas perpetradas por Trump y Macron en los últimos días, que estaban en sus territorios en tránsito hacia países extranjeros, entre ellos hacia la Argentina.

 

 

Curas en la opción por los olvidados

Hace apenas tres días, el Grupo de Curas en la Opción por los Pobres expresó en un documento redactado en ocasión de las Pascuas, su reconocimiento “a las autoridades de todos los niveles y colores políticos que se han avocado contra viento y marea a trabajar juntos al servicio de la vida, a las y los trabajadores de la salud que ponen su vida en riesgo para atender a los enfermos, a quienes desempeñan tareas, muchas veces en situaciones de riesgo, sin las cuales la sociedad dejaría de funcionar, a todos y todas las que salen a la calle cada día para garantizar que podamos cumplir con este aislamiento de la mejor manera posible”.

Los sacerdotes consideraron que ellos “son hoy, creemos, una cara visible de Jesús resucitado”.

Trabajando en las parroquias situadas en los barrios populares, los curas expresaron que “no nos cabe duda de que esta pandemia ha desnudado los fundamentos mezquinos sobre los que se construyó el orden económico dominante hasta ahora: el neoliberalismo ha demostrado su desprecio por la vida”.

Desnudando la crisis del sistema, los sacerdotes advierten que los más ricos “en su afán de lucro y poder han creado las condiciones para la rápida extensión de la pandemia”, por lo que “son los que hoy pretenden salir indemnes de ella, sin poner en juego un centavo de sus ganancias, aunque mueran cientos de miles de seres humanos para ello (por supuesto, los más vulnerables)”.

Luego de definir que el Coronavirus es “una amenaza a la vida” y que “los gestos de solidaridad que se multiplican y nos muestran que no todo está perdido”, los curas plantean que “si queremos salir mejores de esta pandemia, si queremos una humanidad para la cual la vida de todos y todas, la vida de cada una y cada uno sea invalorable, sólo podemos hacerlo gestando sociedades que se organicen desde el «partir el pan»”, porque “desde el pan compartido y para compartir el pan debemos darle forma a lo que viene. Cada uno desde su lugar”.

En la línea del Papa Francisco, que desde cuando era Bergoglio fue uno de los mentores de “los curas villeros”, los COPP bregan desde hace años para que se escuche la voz de los que menos tienen, que en los últimos cuatro años fueron agredidos fuertemente.

 

 

Las Cajas Chinas y el Martín Fierro

Siguiendo la tradición de sus poetas más conocidos, Li Po, Tu Fu, Qu Yuan, T’ao Ch’ien y la poetisa Tzu-Yeh, los chinos no abandonan los versos ni aún en estos tiempos de pandemias y depresión económica.

El lunes último llegó a la Argentina el primer avión cargado con donaciones del Gobierno chino para Argentina, con insumos médicos para combatir el Coronavirus. Al cierre de esta edición, el miércoles, se esperaba el arribo de la segunda aeronave con otros equipos donados por el Gobierno que encabeza Xin-Jiping.

El detalle fino es que todas las cajas que contenían los materiales llevaban banderas de China y Argentina y un mensaje alusivo a la relación entre ambos países. “Los hermanos sean unidos porque ésa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea”, podía leerse sobre el cartón, en alusión al gran poema nacional, el Martín Fierro.

Ésta es una acción habitual en las entregas internacionales de ayuda que realiza el Gobierno chino a otros países. En las donaciones que entregó al Gobierno italiano, las cajas llevaban inscriptas parte de un poema de Séneca: “Somos olas del mismo mar, hojas del mismo árbol, flores del mismo jardín”. Entretanto, los insumos médicos destinados a España llegaron enmarcadas por un proverbio que dice: “Las buenas fuentes se conocen en las grandes sequías, los buenos amigos en momentos de necesidad”.

Crisis y poesía parecen ir de la mano, más si el detalle es que el Gobierno chino envía materiales, mientras que otros países se quedan con ellos de maneras poco ortodoxas.

 

 

Una trágica postal desde el páramo ecuatoriano

El argentino barilochense Enrique Carfagnini vive en Baños, Ecuador. Es una ciudad cercana a las selvas tropicales que posee baños termales.

Carfagnino envió a sus contactos argentinos un desesperado pedido de ayuda.

“Hoy no escribo un texto. Lo de hoy es un grito desesperado. En Ecuador nos están dejando morir”, comenzó. 

Luego, para graficar lo que está ocurriendo, continuó: “No es una sensación, es una realidad. Hace tiempo que lo vienen preparando y esta pandemia se los sirvió en bandeja. No alcanzó con la traición bien planificada de Lenin Moreno, ni con el esfuerzo denodado por menospreciar lo hecho por Correa. Era necesario un castigo ejemplar. Decirle a este pueblo de indios que Atahualpa ya había muerto, que a los dirigentes indígenas ya los habían comprado, que ellos habían vuelto para normalizar la patria”.

Carfagnini expresa luego que “la cuarentena sin paliativos, sin contención, sin el estado presente es simplemente aislar para matar de a uno y sin capacidad de resistencia. La desinformación coadyuva a la parálisis que también aísla. En las ciudades donde las autoridades mantuvieron el tejido social, la idea de pueblo, el sentido solidario están sobreviviendo. En donde culturalmente prima el sentido comunitario en torno a la tierra y su producción es donde menos efectividad tiene esta máquina de muerte”, denunció.

Lo que sigue en la carta de este argentino, que regentea un restaurante llamado “Kilombo”, en homenaje a las repúblicas que conformaban los negros que huían de la esclavitud en tiempos coloniales, es estremecedor. “Los muertos en la calle es la manera obscena de mostrar el castigo. Las dictaduras militares dejan los ejecutados en la calles como escarmiento y forma de sembrar el terror. Aquí está bien mostrado el sadismo de dejarlos librados a su suerte. No aparecen en el Guayaquil coqueto, el del modelo exitoso. Aparecen donde se vive apiñado, sin servicios o precarios, con un calor sofocante, donde la muerte se pasea con naturalidad y no hay recursos para pagar 1000 dólares el servicio funerario”.

Luego, Carfagnini les pone nombre a los muertos, para volverlos visibles, para sacarlos de sus tumbas NN, que tan bien conocimos en la Argentina. “A los cadáveres no se les realiza autopsia. Lo que sí podemos contar son historias. Amparito Salinas, encontrada en su casa sin alimento y sin vida. Rosa Escobar, que habiéndose acabado el oxígeno que tenía salió a la vereda y con gritos desesperados murió frente a la mirada impotente de sus vecinos. La familia de los Barriga a quienes encontraron toditos abrazados en la única cama de su habitación, y también los hermanitos Castro, a quienes alguien llevó ante la puerta del hospital y los dejó sentados en una silla hasta que sus cuerpos inertes llamaron la atención de algún enfermero”.

Después de traer los versos de Rubén Blades en Pedro Navaja, cuando recuerda que “la vida no vale nada”, Carfagnini denunció que “a los médicos de la salud pública les está prohibido hacer reanimaciones, cuando llega la neumonía se abandona al paciente y el oxígeno cuando se acaba no se repone. Pero mientras tanto se paga al FMI 320 millones de dólares. Ésa es la prioridad. A nadie extraña que la ministra de gobierno no tenga respuestas o mienta. Es vieja conocida. Comandó la represión en las protestas de octubre. ¿Qué significa para ella una persona más o menos? En Baños quiso meter calladita a cinco policías presuntamente contagiados a pasar la cuarentena en la escuela de policía. Enterado el alcalde le negó el permiso. La respuesta fue dejar a Baños sin policía y, en consecuencia, sin seguridad”.

Tras denunciar la corrupción en la compra de insumos médicos, finalmente, el argentino residente en ese país, mostró su desesperación:  “Ecuador está agonizando. Ayúdennos a que viva”.

 

Garbarino no quiere pagar sueldos

Los empleados de la empresa vendedora de electrodomésticos Garbarino denunciaron que la empresa comenzó a retacear el pago de sus sueldos. Les propuso pagar sólo el 32 por ciento y prorrogó los plazos para hacer efectivos sus salarios.

La empresa viene de una serie de crisis encadenadas. Tiene una deuda con sus proveedores de alrededor de cinco mil millones de pesos y algunas gestiones para vender sus activos que hasta ahora no llegaron a buen puerto o, al menos para que entre algo de efectivo a sus escuálidas billeteras.

Son más de cuatro mil empleados los que se encuentran en cuarentena y sin dinero, una situación difícil de sobrellevar. El 1° de abril, representantes de la empresa se estaban comunicando con sus empleados para advertirles que “no hay fecha de pago de sueldos”, según relató uno de los perjudicados. Esperan soluciones y en estos días se dirigían al Ministerio de Trabajo, convertido hoy en su última esperanza.

La empresa Covelia se convertía la semana pasada en una de las interesadas en la adquisición de Garbarino, pero las necesidades de los trabajadores, aunque la operación llegue a buen puerto, no serán cubiertas si no llega el dinero.

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