Economía: los brotes verdes no crecerán en un jardín de rosas

Economía: los brotes verdes no crecerán en un jardín de rosas

La política económica que se plantea el Gobierno se limita a limitar el alza del dólar y de la inflación, sin medidas que favorezcan la producción.

Los brotes verdes se demoran y la recuperación se pinta de amarillo.

La situación económica sigue sin entregar alegrías, ni siquiera a los argentinos más optimistas, algunos de los cuales habitan en la Casa Rosada.

La política económica hasta fin de año tiene, para el Gobierno, dos prioridades: controlar los devaneos alcistas de la inquieta moneda estadounidense y sujetar una inflación cada vez más indócil.

Para lo primero, volverán las subastas diarias de dólares, si fuera necesario hasta de 60 millones de la verde moneda. Paralelamente, el banco Central saldrá a quedarse con todos los pesos que encuentre. La autoridad monetaria alberga la esperanza de que el FMI le autorice a gastar unos mil millones de dólares mensuales, para alegría de todos los que se lanzan a especular con divisas.

Dentro de su estrategia, el Banco Central impedirá la expansión de la base monetaria y seguirá la evolución de las Leliq. Esto quiere decir que si sube, la dejarán irse sola. De esta manera, esperan llegar hasta octubre con una inflación del dos por ciento mensual

Hace unos días, el Comité de Política Monetaria recomendó, seguros de que las tasas reaccionan por sí mismas a “las condiciones y expectativas del mercado” y, como la inflación sigue siendo muy alta, sugirió que es “necesario reforzar el control sobre los agregados monetarios”. Los economistas coinciden, en general, con este último aserto y en este sentido, los analistas del Citibank Andrea Kiguel y Jorge Díaz, el régimen se estabiliza solo, aunque las altas tasas impiden que se hagan visibles “los brotes verdes” que desvelan a todo Cambiemos. Eso sí, en economía hay que elegir.

El que prioriza la recesión, posterga el desarrollo.

Resumiendo estas materias, si el dólar se mantiene estable -y no hay traslado a los precios- y, por lo tanto, la inflación baja y se mantiene en estado meseta, en Cambiemos esperan que el público se convenza de que aún falta una segunda etapa, en la que Macri, ejecutaría hipotéticamente, las reformas estructurales pendientes y si no lograra esto, el resultado sería catastrófico.

De todos modos, los planes oficiales deberá soportar algunas limitaciones, condicionantes y dificultades. La primera es la caída del salario, que dificulta la recuperación económica, lo que obliga a concentrar las inversiones y los resultados en el sector de los servicios, en detrimento del sector productivo. Éste, al no poder germinar en un mercado interno favorable, ve crecer solamente las restricciones, sin brotes verdes a la vista.

Además, sin financiamiento interno -el peso es cada vez más caro, porque las tasas son cada vez más altas- y con salarios cada vez más bajos -este año, las paritarias apenas alcanzarán, en el mejor de los casos, a empatarle a la inflación-, todos los productos de manufactura nacional sufrirán fuertemente la recesión.

Para paliar una situación que lo pone en crisis constantemente, el Gobierno espera contar con la colaboración de los escasos sectores que resultaron más favorecidos en los últimos años, léase: el campo y la actividad petrolera. De todos modos, es dificultoso que los empresarios se sientan demasiado en deuda con Cambiemos, ya que su actividad les exige constantemente nuevos objetivos. No existe la mirada retrospectiva, excepto para analizar los problemas, los ya superados o los que quedan por superar. La paradoja aquí es que el incremento de las inversiones que se les solicita, debería darse en paralelo con la elevación de los índices de la actividad, una ecuación imposible en estos días de retracción de la demanda.

Como los productos que más impactan en la canasta familiar son los de los alimentos y los servicios, el Gobierno se plantea concentrar los incrementos anuales antes de abril. Sólo quedarán para después de esa fecha el alza de los combustibles de mayo y los de la luz en mayo y agosto, que serán del cuatro por ciento.

Volviendo a las paradojas vegetales, los analistas del JP Morgan auguraron, hace pocos días, que habrá “brotes verdes”, pero que la recuperación “no será un jardín de rosas”.

En un informe optimista, los banqueros evaluaron que febrero se encaminaría a ser el tercer mes consecutivo de recuperación económica, mientras que existiría un repunte en la actividad del tres por ciento en el primer trimestre, medido contra el último trimestre de 2018. Alegres, los economistas reconocieron que “el 2019 arrancó un poco mejor de lo que habíamos estimado en relación al nivel de actividad”.

De todos modos, para aguar tanta densidad, en el JP Morgan sostuvieron que aún el reverdecimiento de los brotes no alcanzará para enviar hacia el alza al PBI, que terminaría 2019 con una caída del 1,2 por ciento.

De todos modos, todo este optimismo será puesto a prueba en los próximos meses. Más aún, cuando el 13 de marzo las tasas trepaban hasta el 63,5 por ciento, pintando de un desleído amarillo los brotes.

Con este panorama, desde el Ministerio de Hacienda reconocen por estos días que es poco lo que pueden hacer, fuera de operar sobre el mercado cambiario. Esta escasez de herramientas acentúa su vulnerabilidad -y la del país- hasta tal punto que el ministro sólo está “convencido”, no seguro, de que la inflación disminuirá en 2019. Y eso es lo que le transmitió al presidente.

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