¿Y si sólo fue un accidente fatal?

¿Y si sólo fue un accidente fatal?


En el proceso de investigación de una muerte dudosa, como la del fiscal Nisman, toda hipótesis es valedera ante la ausencia de indicios, rastros, pruebas y evidencias indubitables, que hagan a la comprobación fehaciente del cómo, cuándo, porqué, quién, dónde ocurrieron los hechos. En este orden de ideas, y luego de escuchar, de boca del propio Lagomarsino, como se produjo la entrega y recepción de la mentada pistola “Bersa” cal. .22L, nos parece prudente reflexionar respecto a varias cuestiones que, por lo menos, hasta ahora no han sido tenido en cuenta, a saber: a) Al momento de recibir el arma, el fiscal, recibió indicaciones de cómo manipulear el arma, en razón carecer de elementales conocimientos al respecto; b) Quien le da la indicaciones no era un profesional –vgr. instructor de tiro-, sino que le retransmite cuestiones elementales, que dice recordar de lo que, en el pasado, le explicaron a él mismo; c) Parte de la “instrucción” que recibiera fue, precisamente, cómo realizar la operación de carga del arma. En más de tres décadas que poseemos de experiencia como Profesor Instructor de Tiro (Legajo RENAR ITA 0025), hemos tenido oportunidad de comprobar que, es más común de lo que cualquier profano pueda imaginar. el hecho de ver en las prácticas de polígono a personas que, para verificar la presencia/ausencia de cartucho en recámara/tambor –pistola/revólver según el caso-, empuñar un arma y dirigir la boca del cañón hacia el rostro, con el propósito de observar el interior. Este tipo de acto inconsciente y, por ello, peligroso para sí mismo, permite conjeturar respecto a otros en que se dirige la boca del cañón de un arma con dirección a un tercero, que termina muerto por un disparo accidental. En igual sentido, estarán aquellos que, parados frente a un espejo –o no-, llevan el arma empuñada a la altura de la sien y, accionan la cola del disparador (gatillo) provocando el disparo, a veces “en seco” -si no había cartucho-, otras con las consecuencias como la que planteamos como hipótesis en estas líneas. En este punto le preguntamos al lector: ¿Se acuerda del caso Walter Olmos?. Piénselo. Nisman no tenía elementales conocimientos para el manipuleo de un arma. Erróneamente puede haber considerado que estaba descargada. El juego macabro, de mirarse en el espejo mientras colocaba el cañón a la altura de la sien, podría haber sido acompañado de pensamientos negativos, tales como que si su denuncia no tenía la recepción y efecto que buscaba, esto podía ser considerado su “suicidio” profesional y político y, por tal, ejecuta el disparo en una representación de un eventual porvenir nefasto que, seguramente, no era el deseado, empece haber sido así su colofón.

*Abogado, profesor universitario, licenciado en Seguridad, criminólogo, metodólogo en Investigación Científica, diplomado en Psicología Social, perito mecánico armero, profesor instructor de Tiro, doctorando en Derecho.

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