Si se UNEN, pueden ganar

Si se UNEN, pueden ganar


Habían pasado casi dos horas de debate en una de las salas de la redacción, cuando surgió la pregunta algo obvia de este periodista, con la mera intención de dejar grabada la promesa: “Los que queden segundos y terceros en agosto, ¿se comprometen a hacer campaña en octubre por el que gane?”. Fernando “Pino” Solanas, Alfonso Prat-Gay y Rodolfo Terragno, candidatos a senadores y competidores en la interna porteña de Unen, se encimaban para jurarse amor eterno. “Sí, obvio.” “Claro, claro.” “Por supuesto.”

Enseguida, mientras partían de Clarín, el jueves de la semana última, vendría el remate más chicanero, con eso de “les agradezco sus palabras, porque voy a ganar yo” y más bla, bla, bla. Pero más allá de la anécdota/promesa, de dudoso cumplimiento, el intercambio esconde uno de los grandes interrogantes que está planteando hoy la elección en la Ciudad y es qué harán los votantes de uno y otro cuando las primarias dejen solo un candidato por ese espacio en carrera.

Solanas, Prat-Gay y Terragno (o Terragno y Prat-Gay, según el sondeo) figuran tercero, cuarto y quinto en intención de voto para las primarias del 11 de agosto, debajo de Gabriela Michetti (Pro) y Daniel Filmus (Frente para la Victoria). Pero si se suman sus números, el total alcanza el segundo y hasta el primer puesto.

Otra vez las preguntas: ¿la gente votará a ese espacio –Unen– sea cual fuere el postulante? ¿O un votante de Prat-Gay, por ejemplo, puede mudar al macrismo si el extitular del Banco Central se queda afuera en la interna?

Algunos números para intentar aclarar el panorama. Para la consultora de Federico González y Cecilia Valladares, el binomio Gabriela Michetti – Sergio Bergman encabeza las preferencias con un 32,5 por ciento. Lo sigue la dupla Daniel Filmus – Juan Cabandié, con 24,9 por ciento, y luego aparecen las principales ofertas de Unen: Pino Solanas – Elisa Carrió (18,8%), Alfonso Prat-Gay – Ricardo Gil Lavedra (7,8%) y Rodolfo Terragno – Martín Lousteau (6,9%). Sumados, estos tres últimos llegan a 33,5 por ciento. Es decir, que si los votantes de Prat-Gay y Terragno le dan en octubre sus votos a un Pino ganador en agosto, el líder de Proyecto Sur estaría ganando la elección general y dejaría sin banca porteña en la Cámara alta al kirchnerismo, ya que se llevaría las dos por la mayoría y el Pro se quedaría con la de la minoría.

El crecimiento de este espacio progresista en las últimas semanas, de acuerdo a la misma consultora, fue notorio: a principios de julio, totalizaban 25,7 por ciento entre las tres listas (11,9%, Pino; 7% Prat-Gay, y 6,8%, Terragno), contra 36,1 por ciento del Pro (cayó 3,2%) y 23,1 del FpV (subió 1,8%).

Si bien ningún consultor se atreve a vaticinar una transferencia de votos lineal y completa, dicen que el de Unen es un caso para ponerle la lupa. “Aunque resulte prematuro conjeturar sobre la probabilidad fáctica de tal alquimia aditiva en las elecciones de octubre, al menos cabe afirmar que el fenómeno en ciernes amerita ser considerado como una hipótesis atendible”, dicen González y Valladares en sus conclusiones.

Y avanzan un poco más: “Por un lado, es probable que en octubre no todos los votantes de los binomios Prat-Gay – Lavedra y Terragno – Lousteau transfieran su voto a favor de la fórmula Solanas – Carrió. Pero, en compensación, no resulta improbable suponer que si el frente Unen se perfilara como un posible ganador en agosto, podría capitalizar en octubre cierta porción de voto antikirchnerista que hoy elige a la fórmula Michetti – Bergman sin demasiado entusiasmo y solo determinada por la creencia de que el macrismo sigue representando la mejor carta para frenar al kirchnerismo”.

La misma consultora, tiempo atrás, había encuestado a la gente sobre qué otras opciones le parecían potables de votar, más allá de la que elegía como primera opción. Allí se veía una alta volatilidad entre las variantes opositoras. Mucho más estático aparece el mundo kirchnerista, con un voto duro por encima del 20 por ciento, pero con un techo cercano al 30 por ciento, ya que casi un 70 por ciento de los encuestados “no votaría” a una fórmula K.

Este escenario explica parte de la estrategia ya definida en el campamento de Pino y Carrió. Apelar al remanido “voto útil” en octubre, si es que ganan su interna de agosto. Se ofrecerán como la fórmula ideal para captar el voto anti-K más indefinido y dejar en un seguro tercer puesto (y sin banca) a Filmus y Cía. Con aditamento extra: cada lugar que pierda el oficialismo en el Senado complicará aún más el ya desgastado sueño kirchnerista de ir por una reforma de la Constitución que habilite otro mandato de Cristina.

Otra encuestadora, Poliarquía, también difundió días atrás un trabajo similar en el diario La Nación. Y uno de sus directores, Fabián Perechodnik, concluyó que “Michetti encabeza holgadamente la intención de voto para senadores (32,5%), seguida por el candidato del Frente para la Victoria, Daniel Filmus (20,7%). Pero es necesario marcar que los candidatos de Unen, en su conjunto, recogen 25,7 por ciento de intención de voto, con lo cual se abre un interrogante entre las PASO en agosto y el resultado en octubre por este segundo lugar, dependiendo, fundamentalmente, del comportamiento que adopten aquellos porteños que voten en la interna de Unen en la general”.

En los sondeos también aparece otro fenómeno de estudio que deja interrogantes. Cuando se miden a los candidatos al Senado y a Diputados por separado, hay notorias diferencias en algunos binomios que comparten espacio. Carrió, por ejemplo, muestra claramente mejor intención de voto que Solanas. Caso inverso al de los macristas Michetti y Bergman. Algunos vienen advirtiendo sobre un posible corte Michetti (para la Cámara alta) – Carrió (para la baja).

Esto preocupa no solo en el Pro (que paradójicamente puso a Bergman para compensar el perfil “institucional, republicano y religioso” de Carrió) sino también en el campamento de Solanas. Su compañera de lista hasta ahora se ha mostrado generosa pidiendo el voto también para su ladero. Con exageración: en privado lo llama el “Alfredo Palacios” de esta elección.

De todos modos, así como nadie garantiza que el emergente para senador de Unen arrastre los votos de sus contrincantes internos, los analistas también toman distancia cuando les hablan de un corte de boleta masivo. Creen que el votante porteño es menos sofisticado de lo que gustan presentarlo algunos. Y que, cuando las boletas sábanas estén en el cuarto oscuro, el arrastre le ganará a la tijera.

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