Querer menos, amar más

Querer menos, amar más


Winston Churchill decía que el problema de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes. Lo vemos a diario, dirigentes políticos cuyas peleas no radican en verdaderas y sustanciales diferencias sino en una batalla de egos personales. En donde realmente no importa quién es más apto o está más preparado, simplemente importa el ejercicio del poder per se. En muchos casos, sin siquiera saber para que se desea ese poder. O acaso sí, para ser famoso, reconocido, tener dinero, o esa vertiginosa sensación de poder hacer cosas, sin importar si las mismas están bien o mal, si le sirven a la sociedad o no, en definitiva si está o no siendo útil. Desesperados por los cargos, sin preguntarse qué van a hacer con los mismos. Pero no importa, porque lo importante no es ser útil.

Pensamiento cortoplacista si los hay, popular sin duda, es aquel que se preocupa en como incrementar ese poder y no en utilizarlo para algún tipo de causa más o menos noble, o acaso para la que se supone que fuera elegido en primer lugar. De eso se trata una Argentina que no quiere, ni puede, ver los problemas de una sociedad estructuralmente deteriorada. Diez años de una década ganada no fueron capaces de dejar otra herencia que no fuera un 30% de los argentinos por debajo de la línea de la pobreza. No porque no fuera posible, sino porque para hacerlo había que tomar decisiones útiles, aunque no necesariamente felices o populares.
Se trata de una cañería pinchada, que el kirchnerismo decidió una y otra vez pintar y repintar la pared, pero jamás decidió combatir el problema de fondo. El Presidente Macri y su gabinete, fueron por el cambio del caño. En él mientras tanto, todo parece estar peor que antes, porque hubo que romper la pared, la casa está llena de polvo y escombros y para colmo como se está cambiando el caño tampoco tenemos agua. Este gobierno tiene un serio problema: Está decidido a ser útil, cueste lo que cueste, y no está dispuesto a negociar las decisiones que deben tomarse aunque su popularidad disminuya. Está decidido a ser útil para los que más lo necesitan. Está decidido a generar empleo digno, a tener una educación de excelencia. Está dispuesto a ser justo y equitativo, a permitir a los argentinos realizarse emprendiendo, a ayudar a los que menos tienen para que sea la Argentina de las oportunidades para todos. El gobierno de Cambiemos está dispuesto a ser útil aún cuando los resultados finales los coseche otro gobierno en 8 años.
En definitiva, ser útil se trata de un acto de amor. Y he aquí un segundo problema de nuestros tiempos y es que no amamos, queremos. El querer, que tiene que ver con la posesión, el adueñarnos, la recompensa, la retribución a cambio, se trata de ser importante, para algo o para alguien. El amar, por el contrario, tiene que ver con el entregar sin esperar nada a cambio y de eso se trata la utilidad.
El ejercicio del poder por el poder en sí mismo, es un acto de egoísmo que, en última instancia, solo puede significar querer algo para sí. La esencia política en si misma se trata de un acto de amor, y se basa en el servicio al otro, un otro que no conocemos. Se trata de buscar soluciones sin importar quien las aporte. Se refiere a hacer lo que se debe y no lo que conviene. En definitiva, se trata de no querer ser importante sino útil, de querer menos y amar más…

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