Lluvia de candidatos

Lluvia de candidatos


Según la Ley de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, las elecciones nacionales son el segundo domingo de agosto de cada año impar.

Eso significa que el 9 de agosto próximo más de treinta millones de argentinos estarán habilitados para acudir a las urnas y elegir a los candidatos de cada frente electoral, que se podrán postular 10 semanas después, el cuarto domingo del octubre siguiente.

Ya faltan solo 11 meses. Incluso parece menos si se analiza que el histeriqueo generalizado en la dirigencia culminará ya en junio, al llegar el límite legal para el siempre polémico cierre de listas, momento en el que la cancha no deja entrar más jugadores.

El gobernador Daniel Scioli le haría un favor a su propio electorado si pateara el tablero y decidiera desvincular las elecciones bonaerenses de los comicios generales (algo que permitiría poder enfocarse en los problemas de la Provincia para que no queden subsumidos a la avalancha nacional). Pero semejante gesto imprevisto en un hombre previsible hasta la asfixia es inimaginable y los bonaerenses tendrán elecciones unificadas.

Potenciado por las primarias, para el cargo del sillón de La Plata hay una lluvia de postulaciones pocas veces vista (y de hecho no ocurre en otro distrito). Encarando ya el último cuatrimestre del año vale la pena repasar en qué anda esta tormenta de wannabes provinciales.

Los herederos. El espacio en donde hay más aspirantes es el kirchnerismo gobernante. En el acto que realizó en el Teatro Argentino de La Plata, en el que reunió a su tropa y defendió cerradamente su gestión, Scioli nombró a su vice, Gabriel Mariotto, y al intendente matan cero, Fernando Espinoza, como dos dirigentes “con legítimas aspiraciones” a sucederlo. Ambos de la Tercera Sección, uno representa al kirchnerismo más combativo y el segundo a un pejotismo más tradicional y menos ideologizado.

A ellos dos se suma el ultrasciolista Santiago Montoya (¿se habrá ofendido porque su padrino no lo nombró en aquel acto?), oriundo de Córdoba y presidente del Grupo Bapro. Sus posibilidades son escasas debido a su distancia con el kirchnerismo.

También aparecen en la lista, pero viéndola pasar de lejos, la ministra Cristina Álvarez Rodríguez, el intendente Patricio Mussi (apoyado por Los Oktubres y un sector de la Rosada) y el senador Aníbal Fernández. Con un poco más de gravitación gracias a ser el elegido de La Cámpora figura el director de la Anses, Diego Bossio.

Por último, y quien increíblemente encabeza las encuestas, está el diputado lomense Martín Insaurralde, quien permanece en una rara zona gris en la que zigzaguea entre una futura alianza con Sergio Massa y una con Scioli. Su estética noventista, que se apoya en el show y en la farándula, lo catapulta en los sondeos pero también puede ser un bu-merán a la hora del debate de los problemas serios de la Provincia.

Los renovadores. Ya desde el año pasado, Massa repite la idea de que su candidato a gobernar su bastión será definido en una gran primaria, por lo que da rienda suelta a quien quiera recorrer para sumar. Cae de maduro que quien encabeza la lista (sin un pase de Insaurralde) es el diputado Darío Giustozzi, a quien le gusta repetir que fue el intendente más votado de todo el Conurbano después de Massa. Sin embargo, a nivel provincial, los números no parecen darle buena acogida, y tampoco cuenta con gran consenso dentro del partido.

El intendente Gustavo Posse es tal vez el menos mediático pero probablemente el que más recorre toda la Provincia y es fuerte en la Primera Sección.

Se sumó tarde pero seguro el ex gobernador Felipe Solá, por lejos el más experimentado de todos pero quien cuenta con me-nos recursos para una campaña, y también lo puede perjudicar tener menos asimilado el nuevo timing mediático de la videopolítica actual.

El mandamás de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, parece haber dejado de tener interés en la contienda, pero aparece final-mente una mujer: la diputada provincial Mónica López (Tercera Sección), decidida a ir a las PASO.

Y tiene a su favor el respaldo del gremio petrolero que conduce su esposo, el diputado Roberti.

Los amarillos y los socialdemócratas. Con viejos problemas de construcción en el mayor distrito del país, el Pro hoy por hoy puede ostentar al menos dos precandidatos: la vicejefa del Gobierno porteño, María Eugenia Vidal, y el intendente Jorge Macri. Ella tiene el apoyo del líder del Pro y de casi todo el partido, mientras que él cuenta a su favor con años de trabajar el territorio y el peso del apellido, que decidirá si lo pone en juego o no a último momento.

Desde el Frente Amplio Unen Análisis político bonaerense las cosas están atrasadas. El propio Ricardo Alfonsín suele quejarse de que no se terminan de lanzar los precandidatos de su espacio, aunque el radicalismo descuenta que será Miguel Bazze su carta para las primarias. Desde el GEN impulsan a Gerardo Milman (Avellaneda), mientras que el ala izquierda de la coalición deposita sus esperanzas en el matancero Jorge Ceballos (Libres del Sur).

Sorpresivamente, la jefa del GEN y diputada Margarita Stolbizer, sin ser candidata y habiendo asegurado que no desea serlo, figura segunda en todas las encuestas serias (debajo de Insaurralde), rondando los 16 puntos. Pero su deseo sería ser intendenta de Morón, y es a la vez martirio para la centroizquierda, que no tiene una figura conocida en un distrito en el que el peronismo parece coparlo siempre todo.

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