Literatura y nuevas tecnologías

Literatura y nuevas tecnologías


La tecnología no ha dejado de estar nunca al servicio de la comunicación y al servicio de la literatura.

Hay una línea divisoria clara entre literatura no creada con medios no digitales y literatura creada con medios digitales, pero la segunda se vale de la primera para su reproducción.

La literatura y el texto propio de los formatos digitales y, entre ellos de las redes sociales y el blog y el uso del smartphone, tienen como característica la rapidez y la inmediatez. Eso provoca una transformación literaria que lleva desde la preanunciada pérdida del autor hasta la sencilla pérdida de la ortografía que es propia del Whatsapp como medio de comunicación.

Estas transformaciones son conservadoramente criticadas pero se pierde de vista el valor de la tecnología en la reproducción del texto que lo constituye en hipertexto y, entre otras cosas, a través de las bibliotecas virtuales y el libro virtual hace masiva información que solo era para elegidos.

Tal nivel de circulación de información lleva también a veces a una sucesión de errores propios de la creación acrática y anónima, pero generalmente esos errores son subsanados por un principio de concentración que juega dentro de la misma web. Hay una suerte de equilibrio en ello.

La gran pregunta es: ¿será reemplazado el soporte papel y el formato libro por formatos digitales? Aunque es dudoso que eso suceda mi opinión es que no. En efecto, el soporte papel es un complemento por ahora del formato digital y el formato libro –si bien se vuelve un objeto suntuoso- difícilmente sea reemplazado, ya que los libros nuevos la mayoría se compran para regalo, y los libros usados circulan como objeto de lectura e investigación.

Lo cierto es que aunque los medios cambian se sigue escribiendo y, si se piensa en la revolución tecnológica de los formatos digitales ocurrida aproximadamente a partir del año 2000, se escribe más que antes.

Todo esto implica una modificación de la obra artística y literaria cuya magnitud es inconmensurable.

Las nuevas tecnologías modifican también la obra literaria clásica ya que muchas obras literarias nuevas pueden ser leídas en procesos de producción y otras reproducen lo fragmentario de los formatos digitales, aún aquellas que terminan siendo publicadas en soporte papel.

La visión apocalíptica del tema también tiene peso. Es propia de la obra crítica del coreano radicado en Alemania que está tan de moda: Byung-Chul Han. Según este pensador estamos en presencia de un “enjambre digital” formado por individuos que no desarrollan ningún “nosotros”. Afirma que los modelos colectivos fundados en las nuevas tecnologías digitales son muy fugaces e inestables y los caracteriza la volatilidad. Pareciera decir que lo digital vuela y lo escrito perdura. Para Han las informaciones se producen, envían y reciben sin mediación de los intermediarios. Así medios como blogs, Twitter o Facebook liquidan la mediación de la información, la desmeditizan.

Aún cuando esta posición es radicalizada y hay que relativizarla puede ser plausible en algunos casos donde el efecto de la literatura y la información se desvanece en un caos.  Pero extrapolando lo dicho lo mismo pasó con la imprenta y la literatura oral basada en la memoria de generaciones.

La lectura a lo largo de la historia siempre jugó una suerte de soledad del receptor como individuo alejándolo de la mediación y del nosotros. Y el concepto de masa, multitud o enjambre no sustituyen este mecanismo.

Yendo a lo concreto, esto es una mera introducción y el debate sigue y se está dando en este momento, pero no nos quita la posibilidad de opinar.

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