Las muertes de Alberto y Gastón

Las muertes de Alberto y Gastón


El 18 de enero de 2014, siendo las 22:49, el SAME recibió el primer llamado para acudir al domicilio del fiscal Alberto Nisman. A las 22:54, partió una primera ambulancia desde el Hospital Argerich que llegó al instante. Habrán sido unos 10 minutos en total, pero ayer, a pocas cuadras de ahí, murió Gastón ahogado en un pozo ciego sin que el SAME acudiera en su auxilio. Según se aclaró hoy, sólo arribó una patrulla cuarenta minutos después.

Gastón tenía 13 años y recién empezaba el secundario. La diferencia es que este chico vivía en la Villa Rodrigo Bueno y no en Puerto Madero. No digo que la presencia del SAME hubiera podido marcar una real diferencia, digo que la presencia del Gobierno de la Ciudad sí: su muerte, y otras que hacen parte del historial, era evitable.

No puedo comprender cómo hacen ciertos funcionarios para conciliar el sueño, o si su visión “global” de los asuntos les hacen perder detalles como este: una vida. Qué es una vida en el problema de la Reserva Ecológica, sus linderos y sus megaproyectos humeantes, qué son 900 familias, qué son 2000 villeros.

Desde el punto de vista de gestión, no son números imposibles. Su reubicación en todos estos años hubiera podido ser realidad, de haber sido esa la intención, claro está. Me pregunto si la permanencia y el avance de la villa Rodrigo Bueno no es tan intencional como los cientos de incendios que han atentado contra la reserva, si sólo es negligencia o una peligrosa mezcla de ambas cosas. Y codicia.

El tiempo ha demostrado que no es un buen lugar para vivir, a la vez que la naturaleza, sola, ha construido un espacio digno de proteger. Tenemos que conseguir un equilibrio y velar porque así sea: anteponer la vida ante cualquier otra consideración, aunque no le guste al macrismo ni a la empresa IRSA, también relacionada con el proyecto nacional sobre la Isla Demarchi.

La justicia, en primera instancia, había dispuesto la inmediata urbanización de la villa, pero el macrismo logró que se revocara el fallo a finales de 2014. Deberíamos tomar el espacio que abre esta puja relativa de oficialismos para pensar en la gente y en lo que realmente debe hacerse, cómo y con qué recursos. Un plan consensuado, pero con determinación dada la inviabilidad innegable de estos terrenos ganados al río.

Lo que sí no tiene espera es el trabajo que el gobierno de la ciudad debe hacer de inmediato para ofrecer una seguridad y atención en salud mínimas en la villa, entre otros, sin que piensen que por hacerlo se avala su existencia y se pierde para siempre la posibilidad de un negocio millonario. Frente al cadáver de Gastón, bien nos haría un poco de humanidad.

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