La renovación de Massa: entre el descenso y la Copa

La renovación de Massa: entre el descenso y la Copa


Sergio Tomás Massa es un abogado de 47 años que goza de una virtud difícil de explicar pero fácil de graficar a través de su relación con el Club Atlético Tigre: casi siempre logra una “sensación térmica” superior a la temperatura real de sus acciones y sus recursos. No es hincha originario del equipo de Victoria, en realidad simpatiza con San Lorenzo y al que jamás presidió, ya que su cargo nunca pasó de vocal.

Sin embargo, propios y extraños lo consideran el dirigente más importante en la historia de la institución, el mismo que posó en el centro del estadio Kempes de Córdoba cuando los muchachos de Pipo Gorosito le dieron otro golpe de final a los de Boca.

Hoy está en el centro de la escena, con la cuenta regresiva ya en zona de fuego. El miércoles 12 de junio los partidos políticos argentinos tendrán que definir las alianzas que participarán del proceso electoral nacional que culmina con los comicios del 27 de octubre, previa escala en las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias del 11 de agosto.

Diez días después se conocerán de manera oficial los nombres de las precandidaturas; sin embargo, el destape que quita el sueño es el de la semana próxima, ya que, como nunca en lo que va del siglo, la conformación de cada “frente” o “alianza”, será la que defina las posibilidades de llevar a sus fórmulas hasta los sillones más importantes de la administración del Estado nacional.

Es ahí donde Sergio Massa – descalificado como “ventajita” por el presidente Mauricio Macri – intenta sacar pecho y cotizar el caudal de votos que, aunque disminuido, logró mantener estable cerca del 10%, gracias al intento de transitar por una “avenida del medio” que, de todos modos, le resultó imposible, y de la señalada habilidad para hacer que lo poco muchas veces luzca como definitorio, muy por encima de la temperatura real de su construcción.

Lo que natura non da… los medios lo prestan

En una elección compleja, con un porcentaje alto de la ciudadanía que no se aferra ni a una ni a otra candidatura, el trabajo más importante de las campañas se dirige a ese espacio, compuesto no solo por “indecisos” sino, también, por despechada/os, frustrada/os, desilusionada/os y hasta por distraídos y distraídas…

La opción de la jefa de Unidad Ciudadana por Alberto Fernández no apuntó a los ya “convencidos”, buscó ensanchar los límites de su espacio y dar cabida a ese centro del escenario aún no “jugado” por nadie o enojado con todos, por lo tanto, influenciable tanto por piropos como por diatribas…

Precisamente, sobre infundios, descalificaciones y denuncias, el oficialismo apretó el acelerador, además de exagerar su gira de “inauguraciones” tan palpables como que el Presidente hasta se agachó para tocar el asfalto de una obra para contraponerlo al supuesto “relato” de la experiencia K y, muy especialmente, desatando de manera anticipada su temporada de operaciones mediáticas, con un pico alcanzado a través de la portada del diario Clarín de este miércoles 5, que se sorprende a tres columnas ante el “Frenético intercambio de llamadas entre Cristina y Berni tras la muerte del fiscal Nisman”, cuando ¿qué otra cosa debería hacer el secretario de Seguridad de cualquier país del mundo ante la muerte de un funcionario de semejante importancia que informar a quien fuese titular del Ejecutivo?

La operación editorial se completó con el título “Fernández tuvo tromboembolia y una lesión en el pulmón izquierdo”, en la parte superior de la columna externa de la plana. En síntesis, la nave insignia del grupo liderado por Héctor Magnetto – que sigue marcando el compás de la agenda comunicacional del país – induce a pensar sobre la puesta en marcha “de un operativo de encubrimiento” por parte de la entonces mandataria y hoy precandidata a vicepresidenta de la Nación y a una enfermedad de su cabeza de fórmula que hasta podría dejarle expedito el camino a una eventual sucesión al frente del Ejecutivo. Campaña pura, operación de prensa sin códigos; y el barro que recién empieza a espesarse.

La bandera de largada sucia fue agitada un día antes, con la fábula de las listas colectoras. La decisión de los estrategas presidenciales fue la de preparar el terreno para que su jefe pudiese desdecirse del rechazo a las boletas que, desde diferentes candidaturas, puedan colgarse de un mismo aspirante presidencial, denostadas por el propio Macri.

En el arranque de negociaciones entre Massa y los Fernández llegó a plantearse acordar un binomio compartido para la provincia de Buenos Aires, apoyado por los potenciales candidatos presidenciales de uno y otro espacio de una eventual PASO “amplia”. El terror que corrió por las espaldas de María Eugenia Vidal llevó al mandatario a prohibir por decreto esa práctica el 12 de abril, menos de dos meses atrás.

Las aguas turbias de la economía, las broncas de sus propios aliados, las 11 derrotas consecutivas sufridas por Cambiemos a lo largo del año – tamizadas apenas con el solitario e intrascendente triunfo legislativo correntino – y la imagen en decadencia de su jefe desembocaron en la alquimia de un abrazo a la despreciada herramienta, presentada como una “trampa” usada por duhaldistas, kirchneristas, o peronistas de cualquier pelaje.

Aunque la filtración hacia los medios de mayor peso comunicacional los llevó hacia portadas alusivas a las negociaciones de la gobernadora de la provincia más importante del país con el “PJ alternativo”, por lo bajo, los sembradores de la jefatura de Gabinete susurraban que el interlocutor, en realidad, era Sergio Massa. Alguna de las plumas más reputadas del medio fueron usadas, incluso, para sostener que la iniciativa era del hombre de “la Miami argentina” y no al revés.

Hasta que el seguidor de los colores azulgranas cerró el día con un “No tengo prevista una reunión con Vidal”. Los medios no tuvieron más alternativa que reflejarlo, pero afirmaron que los apoderados del tigrense sí se sentaban con enviados de la dama.

Se pueden esperar más, muchas más “noticias para este boletín”. De la maniobra participan las cuevas de generación de informaciones falsas, nutridas por el aparato de inteligencia y los Juzgados federales en manos de amigos del poder y circuladas por periodistas a sueldo y a través de los medios dispuestos a evitar “el regreso del populismo”, bien financiados todos por el presupuesto “blanco” de Jefatura de Gabinete y por los “fondos reservados” de la Agencia Federal de Inteligencia que esta administración clandestinizó.

Los blancos ya fueron elegidos. Así como arrancaron con la salud de Alberto Fernández, en lista figuran familiares muy cercanos de Cristina Kirchner, nuevos pedidos de encarcelamientos, números de cuentas bancarias y hasta algún cuaderno recién fotocopiado. Antes de llegar a las primeras planas, las construcciones recorrerán los canales de las “redes sociales”, favoritas de Marcos Peña.

Intentarán, además, adecuar la cadencia de los mensajes – y de las acciones de Comodoro Py – a los tiempos electorales, ya que consideran que a la “Operación Centeno” le “faltó timing” y hubiese causado mucho más daño” electoral al kirchnerismo de haberse puesto en marcha varios meses después de lo que fue.

Alternativa sin destino

El justicialismo antikirchnerista no logró constituirse en opción, a pesar de los esfuerzos de sus dirigentes y del apoyo de la Casa Rosada, desde donde es imposible conseguirles votos pero es muy fácil presionar, tanto para lograr ante leyes que le interesan apoyos de los legisladores nacionales de provincias, atadas al presupuesto federal como un moribundo al respirado, como para estimular presencias electorales que les restasen votos al PJ-Unión Ciudadana.
La jugada parece terminar en el bumerán del monstruo de varias de cabezas que, en realidad, podría quitarle más sufragios al oficialismo nacional que a Fernández-Kirchner.

Con Roberto Lavagna decidido a no mezclarse con peronismos del interior, el cordobés Juan Schiaretti de vacaciones y orgulloso de no ser el “macho alfa” de un espacio que nunca se formalizó y con el rionegrino Miguel Pichetto sin tierra ni votos, el escasísimo apoyo popular al salteño Juan Manuel Urtubey no es funcional al interés gubernamental de dividir al electorado de su principal oposición, por más que lo tenga al propio Macri sentado en su casa en la función de presidente a domicilio.

Sobre el jefe del bloque de senadores del alternativismo nacional, cabe señalar que recibió en la semana una noticia que podría implicarle dos problemas casi insolubles para un pretendido futuro político. En la Rosada, a cambio de sus esfuerzos en el armado anti K, le prometieron negociar con el gobernador de su provincia, Alberto Wertelinek, la inclusión en la dupla de aspirantes a ocupar una banca en la cámara Alta nacional.

Sin embargo, el mandatario patagónico, que irá con candidatos propios al Senado y a Diputados, en el camino hacia la consolidación “provincialista” de su espacio, evalúa la posibilidad de abandonar la prescindencia nacional para apoyar la boleta “fernandista” con lo que, además de sumarle votos, dejaría a Pichetto sin el premio prometido en base a recursos que no le son propios a la Rosada.

Ese es el escenario en el que Massa, ya relajado tras las emociones de Córdoba, termina de deshojar una Margarita que no es la de Stolbizer. También hábil para manejar los trascendidos, el tigrense hizo que uno de sus dirigentes de mayor peso interno lograra la publicación del título “Valoramos con mucho interés la propuesta de Alberto Fernández” y mantuvo la expectativa de su posible inclusión en unas PASO que le darían “una gran energía política” al voto opositor.

Una característica que diferencia al líder del Frente Renovador de la mayoría de la dirigencia política local es la presentación de propuestas, leyes y planes ante los distintos problemas que enfrenta la ciudadanía. En este caso aprovechó la ocasión abierta a partir de las versiones falsas sobre sus pasos, para agregar que cualquier negociación con Fernández debería incluir consideraciones y acuerdos sobre el programa que encare el próximo gobierno, los lineamentos de la estrategia electoral y el armado de las listas y acerca de los ejes de la campaña.

Al plantear que también quieren discutir cuestiones como el nombre del frente a formalizar, están marcando que, de producirse un espacio compartido, aspiran a no ser invitados de cartón sino a desempeñar el papel de actores de nivel.

Telón de apuro

A medida que se acerca la hora de la verdad, muchos datos de la realidad económica rompen cualquier barrera editorial y aparecen con la claridad que ofrece la tinta negra sobre los papeles blancos; incluso en los diarios cartelizados contra las propuestas que defienden el papel del Estado en defensa redistributiva de quienes menos tienen.

Por rápido que sea el pantallazo, reseñar los números de la economía productiva argentina se convierte en un infierno extenso. A modo de flash lo menos que se puede decir es que el país se convirtió en el de mayor caída industrial del mundo y el uso de su capacidad instalada se hundió hasta el 56,2%. La producción industrial global registró en abril una merma del 13,4% contra igual período del año pasado y sufrió el undécimo mes consecutivo de contracción.

La producción de acero laminado cayó 43,5% de enero a febrero y fue 59,6% inferior respecto al de febrero del año pasado. La producción de las pymes industriales lleva diez meses de caída y están a un 50% de su productividad; sus ventas bajaron 14% en solo un mes.

El correlato socioeconómico de estos abstractos es de hambre, desocupación, desesperación, enfermedades sociales; sin embargo, el presidente Macri cree que puede lograr su reelección. Contra lo que dice en la columna que publica semanalmente en La Nación, Jaime Durán Barba, el principal estratega del mandatario, permanece aferrado a las encuestas que hace producir a propios y extraños y a los informes que interpretan sus grupos focales, en sentido contrario a lo que expresan sus participantes.

El especialista considera, no sin razón, que “Muchos cometen el error de dejarse llevar por la lectura inocente de los números de las encuestas. Las encuestas son solamente instrumentos para orientarse en una sociedad en cambio permanente”. O el destinatario de tales certezas es su propio cliente argentino o peca de aquello que demoniza.

Mal que mal, todos los laboratorios cuentan con los mimos datos, aunque lleguen a conclusiones diferentes, también los de Sergio Massa, donde una de las alertas se enciende ante el peligro a perder el control de la comarca propia, hoy administrada por un intendente – Julio Zamora – que ya saludó la candidatura Fernández-Kirchner.

Con edad para otra oportunidad, entre los intangibles que le gustaría poner sobre el mostrador de la negociación ya descripta – además de garantizar puestos en las listas de diputados nacionales que le permitan mantener los 20 escaños que el FR renueva en octubre y de espacios autónomos de administración gubernamental – seguramente debe figurar el comprometer a Fernández de no presentarse a una reelección.

Jugar la Copa es mucho mejor que recorrer el calvario que puede tocarle si yerra el tiro del final y termina estampando las letras de su nombre en el descenso que le garantice la reelección al gobierno que más daño hizo en menos tiempo en la Argentina posdictatorial. La de 51 años luce como una edad apropiada para trasladar los bártulos de Tigre a Olivos, al menos cuando se ve el trayecto desde el Obelisco.

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