La rekirchnerización de Daniel Scioli

La rekirchnerización de Daniel Scioli


Hace ya largos meses que Daniel Scioli decidió volver a sobreactuar su fidelidad al kirchnerismo para garantizarse un lugar en la interna que definirá al sucesor de Cristina. Si en algún momento, sobre todo cuando la imagen presidencial caía, el gobernador creyó conveniente tomar cierta distancia del modelo para mejorar sus chances, un par de circunstancias reacomodaron sus convicciones. Por un lado, desde que en 2013 barrió con las intenciones eternas del ultrakirchnerismo, el hoy devaluado Sergio Massa se paró en ese lugar intermedio que alguna vez imaginó Scioli: ni todo tan bien ni todo tan mal. Pero además de esta superposición geográfica, el exmotonauta vio cómo la Presidenta, con una capacidad inédita hasta ahora para los que están por dejar el poder, conservó una importante adhesión popular y también un alineamiento irrestricto de los gobernadores del PJ, que nunca recuperaron juego propio.

Las pruebas de amor de Scioli (como defender a Máximo Kirchner en público, en medio de las dudas sobre su crecimiento patrimonial) fueron retribuidas por el Gobierno nacional. Si bien nunca en el sciolismo dan nada por cerrado, todo indica que su optimista jefe será uno de los dos candidatos del espacio. La sostenida intención de voto del bonaerense ahuyentó las peores sospechas. Hoy, el plan cristinista puede buscar desgastar su figura (como permitirle hacer campaña con algunos candidatos pero bajarlo de la foto del festejo), aunque no mucho más que eso. O sí. El kirchnerismo más duro avanza en todas las puertas que abre el sciolismo para el armado de un futuro gobierno. Y, salvo la del despacho presidencial, Scioli parece dispuesto a abrir todas.

Primero se especuló con que el candidato ofrecería el armado de las listas legislativas para que Cristina pudiera colocar allí a los guardianes de su proyecto, básicamente a La Cámpora. Y hacia ese lugar fueron. Un caso emblemático es el de Mendoza. Después de desplazar al histórico operador Juan Carlos “el Chueco” Mazzón del armado provincial, ahora la Presidenta le avisó al actual gobernador, Francisco Pérez, que no será él sino la joven camporista Anabel Fernández Sagasti quien encabece en octubre la lista de diputados nacionales. Es la misma dirigente que la Rosada puso al frente de la Comisión de Juicio Político en la Cámara baja para retomar su embestida contra la Corte Suprema de Justicia.

Luego de confirmado el avance sobre las listas legislativas, el círculo chico de decisiones K (Cristina, el secretario Carlos Zannini y Máximo Kirchner) comenzó con el operativo “compañero de fórmula de Scioli”. En un comienzo, el gobernador habló de la posibilidad de colocar allí a algún colega del interior. Se especuló con José Luis Gioja; luego, el accidente que sufrió el sanjuanino alejó cualquier chance. Pero acaso ni la no caída de su helicóptero habría salvado a Gioja del desplazamiento. Así como impusieron a Gabriel Mariotto en 2011 en la Provincia, el ultrakirchnerismo piensa en un ladero puro para suceder al bochornoso Amado Boudou. Ahí los focos volvieron sobre La Cámpora.

Los nombres que comenzaron a sonar enseguida fueron el del ministro de Economía, Axel Kicillof, y el del secretario general de la Presidencia, Eduardo de Pedro. Los dos dirigentes jóvenes en los que Cristina mayor poder delegó. Ambos tienen buena relación con Scioli. Pero cuando parecía que podía abrirse una interna entre ellos, tomó fuerza la posibilidad de otra fórmula ganadora: que sigan los dos.

Hoy, Kicillof y De Pedro son los nombres más firmes alrededor de Scioli para continuar como ministro y ser vicepresidente. Es particular lo del economista: desde que asumió, casi todos los indicadores de la materia con la que le toca lidiar dan entre regular y mal. Sin embargo, la Presidenta lo elogia como su asesor más importante, y el gobernador, rápido para los mandados, lo mencionó un par de veces como uno de esos funcionarios que serían importantes para el arranque de su eventual gobierno. No piensan lo mismo algunos empresarios y sindicalistas, pero Scioli parece tener los oídos orientados casi exclusivamente hacia Balcarce 50 y Olivos.

En caso de ganar, Scioli también tendrá que convivir probablemente con otros kirchneristas duros que la Presidenta fue colocando en cargos clave y con fecha de vencimiento posterior a diciembre de este año. El titular de la AFIP, Ricardo Echegaray; la procuradora Alejandra Gils Carbó, y el presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, son tres de ellos. Hay quienes creen que el gobernador renovaría al menos este último puesto para dar una señal a sus amigos intangibles del “mercado”.

Alguna vez Kirchner así lo hizo y puso a Martín Redrado. Los que escuchan seguido a Scioli aseguran que admira particularmente cómo el santacruceño armó su equipo inicial. En esa idea, el gobernador también piensa en su “Alberto” para coordinar a los ministros. No Fernández, claro, sino Pérez. Su actual jefe de Gabinete podría repetir cargo en la Nación.

Con este panorama, aunque suene obvio, no quedó margen para que Scioli impulse candidatos afines. Ni siquiera, menos aún, en el distrito que deberá dejar luego de ocho años. La última prueba de baño de humildad debió dársela el zigzagueante Martín Insaurralde. Lo hizo al lado del gobernador.

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