En las bases de datos de ANSES y en la experiencia de la AUH está parte de la solución al hambre en la Argentina

En las bases de datos de ANSES y en la experiencia de la AUH está parte de la solución al hambre en la Argentina


El gobierno de Alberto Fernández comienza con el objetivo de terminar con el hambre en la argentina. Los datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA señalan que el 40,8% de los argentinos es pobre, que 6 de cada 10 chicos viven en la pobreza y que la indigencia alcanza un 8,9% en el país. Ese panorama nos obliga, de forma urgente, a debatir cuáles son los instrumentos para proteger a la niñez ante esta situación y cómo responder a la emergencia.

Ya durante la campaña electoral, pero de forma expresa y clara tras ser elegido presidente, Alberto insistió en la necesidad de asumir el “imperativo moral” de luchar contra el hambre. Lejos de la frase hecha, demostró en el armado de sus equipos, cierta sintonía con algo que el Papa Francisco sostiene desde hace tiempo: “No hay democracia con hambre, ni desarrollo con pobreza ni justicia con inequidad”.

Se cumplieron 10 años de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otra vez, como en diciembre de 2009, debatimos la necesidad de entregar dos millones de tarjetas de débito en el Plan contra el Hambre. En aquel momento, la AUH logró unificar y superar todos los planes sociales nacionales, provinciales y municipales. También tenía como principal objetivo terminar con los comedores y merenderos, darle fin a la indigencia y que se recupere la mesa familiar. A los pocos meses, se extendió para embarazadas y, años más tarde, el programa Progresar extendió la edad de cobertura de 18 a 24 años, los jóvenes eran la nueva población de riesgo.

Con la ampliación de la cobertura y la potente base de datos de ANSES, después de las inundaciones de la plata del año 2013, se pudo georeferenciar por barrio y por manzana qué familias tenían que ser asistidas y generar una liquidación complementaria para cobrar un plus en una semana. Además se enviaba un verificador para observar los daños que ese hogar había sufrido por la catástrofe. Esta intervención desde el Estado fue reconocida por organismos internacionales que se especializan en asistencia crítica.

Una década después, casi dos millones de niños de 0 a 6 años cobran la AUH. Si se quisiera asistir especialmente a los de una zona, de un barrio o a aquellos que sean visitados por una trabajadora social o un médico podrían cobrar el plan contra el hambre inmediatamente.

La gran deuda de la AUH tiene que ver con las bajas por incumplimiento de las condicionalidades. Hoy 350.000 niños y adolescentes podrían cobran la AUH y no lo hacen por una mirada punitiva del incumplimiento educativo y de Salud. Como dice la especialista en la materia Roxana Mazzola: “Es momento de asumir desde el estado que no son condicionalidades sino corresponsabilidades”.

La cobertura de la AUH cae por edad porque los adolescentes no terminan el secundario y eso hace que muchos de ellos se vuelvan invisibles para la protección social ya que solo van a tener una nueva protección con el progresar a los 18 años. Es necesario que el Estado retome esta instancia fundamental.

Lamentablemente, el gobierno de Macri modificó el plan Progresar y lo convirtió en un programa de becas meritocrático, una mirada que dejó afuera a cientos de miles de pibes. El programa pasó de 800.000 jóvenes en 2015 a cerca de 500.000 computando a los que antes recibían otras becas universitarias.

Atento a las clases medias, el macrismo incorporó también a 500.000 hijos de monotributistas a la AUH, pero todas las prestaciones perdieron poder real de compra en orden del 20%. En el caso del Progresar se congeló el monto hasta las elecciones de este año. A cambio el gobierno de Macri convirtió las UDAI de ANSES en financieras. Las familias se endeudaron en créditos con el ANSES, además de ir casas de crédito no regulado que ofrecen Efectivo inmediato, para al mes siguiente volver al comedor y al merendero.

En las bases de datos de ANSES y en la experiencia de la AUH está parte de la solución al hambre en la Argentina, son herramientas fundamentales. Las tarjetas de débito van siendo superadas por aplicaciones para el celular: con una simple foto de DNI pueden hacer una transacción con un comercio o hasta con un vendedor ambulante o trabajador de la economía popular. Además ese pago se podría hacer por una moneda virtual, como la moneda par para garantizar que no se vaya por la “canaleta de la usura”. ANSES tiene las herramientas.

*Mg. Rodrigo Ruete, profesor de Políticas Públicas (UNAHUR) y ex Secretario General de ANSES 

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