El pasado ya pasó: ahora construyamos el futuro

El pasado ya pasó: ahora construyamos el futuro


Cuando Mirtha dice “lo que no es, puede llegar a ser”  transmite una idea estimuladora: convoca al futuro.

No ocurre a la inversa: “lo que ya fue, nunca podrá volver a ser”.

El verbo llegar es un ir hacia delante, el verbo volver es retroceder al pasado.

Los relojes no van para atrás. El tiempo no recula.

Los acontecimientos no caen descolgados de las nubes, sino que se forman y suceden dentro de un contexto, de tiempo, lugar, y un pueblo con sus valores, leyendas, usos y costumbres.

Aunque se quiera regresar a algún imaginado o verdadero pasado mejor, es una falsa utopía.  Hoy es otro el contexto y otras las coordenadas de tiempo, espacio y población.

Los que miran el espejo retrovisor y comparan sucesos del ayer con los de hoy terminan confundiendo las verdades que tuvo cada etapa –diferentes entre sí- y esa confusión finalmente deviene en falsedades.

Más valioso y preferible es estudiar e investigar los hechos del pasado junto con la salsa en la que se cocinaron esos hechos. Porque eso nos permite aprender –de aquellas circunstancias- los aciertos y errores de esa sociedad y su dirigencia que conformó el contexto de época.

Tomemos por ejemplo: la década del 43 al 55 (12 años): Perón y Evita  protectores de los trabajadores, de los derechos de la familia, la niñez y la ancianidad. Constitución nueva y legislación humanista. Elecciones democráticas sin discriminación. Integración latinoamericana,  crecimiento económico y apertura al mundo.

Del 55 a 1983: bombardeo al pueblo en la Plaza, golpes militares, proscripciones, y dictaduras (28 años). Contexto de miedo, militarización estatal y civil, exilio externo e interno y Terrorismo de Estado con miles de asesinados y desaparecidos.

Etapa 1983 a 2017: 34 años construcción de la democracia, gobiernos civiles electos e integración al mundo de los derechos humanos.  Nueva Constitución  y nuevos derechos. Condena para los victimarios y reparación para las víctimas. Economía extranjerizada, burocracias corruptas.

Si estudiamos esas tres etapas, veremos que no hay entre ellas ninguna comparación posible. Los que hemos vivido esas tres etapas, tampoco hoy somos los mismos.

Menos aún los que hicimos la primaria y la secundaria en los años de Perón y Evita, y votamos por vez primera en 1963, ganó Illia y duró poco igual que Frondizi, Guido, Onganía, Levingston, Lanusse, Cámpora, Perón, Isabel…Huímos luego de las 3 Juntas Militares asesinas y desaparecedoras…y lloramos de emoción democrática el 10 de diciembre de 1983.

La reconstrucción del país prometía amplios derechos y fervor constitucional. Con idas y vueltas, buenos y malos momentos desde entonces a hoy…el saldo es más o menos. No obstante, todavía cantamos… y si cantamos es porque el río sigue sonando… y requiere nuevas aguas.  La Naturaleza no retrocede, somos parte de ella, por eso no hay que mirar para atrás excepto que sea para seguir cantando.

Es hora de aprovechar lo aprendido, reconocer lo feliz y lo doloroso, lo generoso y lo mezquino, lo que algunos gestaron y luego otros destruyeron.  Aprendimos durante esas décadas que lo plural vale más que lo singular, que las acciones dejan huella, mientras las palabras se disuelven.

Que en democracia no hay que luchar sino construir, transformar,  debatir, desarrollar, comprender, acordar según las mayorías y empezar de nuevo cada día. 

Y –si resultara útil- ayudar a algunos que hoy vemos tropezando con las mismas piedras del ayer. Las piedras de la soberbia, de la autocracia, de la hipocresía, o del vamos por todo…

Hay que reordenar el país que nos quedó inconcluso, el que no fué, para que pueda llegar a ser: creando desde lo sano para curar lo enfermo.

Y con esfuerzo llegaremos a ser la Argentina deseada: socialmente justa, económicamente fuerte, políticamente soberana, libre, equitativa y espiritualmente humanista.

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