Ganadores y Perdedores

Ganadores y Perdedores


Las PASO debutaron legisla¬tivamente tal como debían. Quizá, quien mejor entendió la propuesta y la demanda social del momento en la Ciudad de Buenos Aires fue la coalición de Unen, algo curiosamente bastante parecido al peronismo en cuanto se refiere a las diferencias internas. Pero todos aprenden al final del camino que no es necesario estar de acuerdo en todo, sino en dos o tres cuestio¬nes prioritarias que logran evitar las contradicciones que el individualis¬mo de los dirigentes hace y marca tendencia en la política actual.

Podemos hablar ahora e ir des¬granando las certezas que dejaron las PASO en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La candidata del Pro, Gabriela Michetti, siempre promete mucho más de lo que logra plasmar el día de los comicios. El divorcio de Ga¬briela de la gestión macrista (único factor de campaña) logró que al guarismo que en principio debería haber superado (el anterior suyo en el 2009) solo lograra igualarlo. Un triunfo como la candidata más votada (junto a Diego Santilli) pero todas las dudas en danza respecto de las elecciones de octubre. No logró noquear en primera vuelta, con los famosos 37 puntos que ale¬jaban los fantasmas y garantizaban acumulación de las fuerzas que la seguían.

Unen es una fuerza de centro, producto de la derecha, el centro y la centroizquierda que la compo¬nen. Un esquema bien peronista –en cuanto a contradicciones inter¬nas– en su concepción y que dejó muy buenas performances, como las de Elisa Carrió y Martín Lous¬teau. La chaqueña es la nave insig¬nia del espacio y el otro es el “indi¬cado” por el establishment que lo sostiene como la esperanza blanca para la jefatura de Gobierno den¬tro de dos años. No desentonaron los precandidatos a senadores Pino Solanas, Rodolfo Terragno y Alfon¬so Prat-Gay. Entre los tres apenas superaron a Michetti, algo que es muy de laboratorio, como dijimos la semana anterior. Pero superarán con toda seguridad a Daniel Filmus, el emblema K de los últimos años.

A propósito, el exministro de Educación del ya inexistente Aníbal Ibarra y cabeza por obligación hace varias elecciones de un modelo que en la Capital no enamora para nada y se conforma con perder por no tanto, llegó a su estación termi¬nal. Sin convencer demasiado en la Casa Rosada (solo apoyado en las encuestas) y con un fuerte cuestio¬namiento en el distrito que definiti¬vamente no lo digiere por su actitud personalista y de no construcción conjunta, la estrella de Filmus pa¬rece opacarse para no volver a bri¬llar más en el universo peronista de la Ciudad. Es, de alguna manera, y salvando la ideología con otros pares, un verdadero mariscal de la derrota del peronismo porteño y seguramente seguirá sus pasos salvo que alguna cabriola en el aire lo deposite en el lugar correcto de ahora en más. Difícil. Dicho de otro modo, los porteños dejarán a los K sin senador nacional. Los últimos dos años en el Senado serán con los tres representantes opositores.

La izquierda vive un momento de cierta resurrección logrando saltar las vallas que la ocasión les ponía. Sin lograr resultados rimbombantes, Jorge Altamira en la Capital y Nés¬tor Pitrola en la Provincia salvaron la ropa de la tropa roja. Otros resulta¬dos, como el de Mendoza, fueron aún mucho más auspiciosos.

Massa, Cristina y Scioli

La provincia de Buenos Aires constituyó siempre la madre de todas las batallas. El hecho nuevo fueron las dos alianzas. La que no fue entre Sergio Massa y Daniel Scioli, y la que fue entre el exmoto¬nauta y Cristina Kirchner. Y compi¬tieron dos fuerzas que tienen claro todo en la Provincia, que no tienen ni el mismo dinero ni el mismo des¬gaste, que van por todo con un jefe de 43 años, como el intenden¬te de Tigre, y que desalojan Olivos con 12 años en el poder, si se cuen¬tan los períodos del matrimonio K como corresponde.

Massa entendió que la gen¬te quiere más en un momento en el que el país puede menos. Los K miraron para el costado, retrasaron a los jóvenes ultraleales que rein¬ventaron a Néstor y fueron a jugar al juego que les propuso Massa. Intendentes, cerca de la gente y con plata pero sin propuestas. La fotocopia salió borrosa, a pesar de los cuatro actos por día de Scioli y el protagonismo inédito de la Pre¬sidenta en la campaña. Fue la vida por Insaurralde. Lograron entre ambos sacar al lomense del ano¬nimato, pero no por eso lograron tapar una situación social que se mantiene con base en parches in¬flamables. Scioli hoy es –paradóji¬camente– la única posibilidad de los K de retener algo a futuro. Massa es quien recolecta ya no la ambulancia sino los coches de alta gama de la política peronista. El movimiento es cruel en eso. Lo único peor que la traición es el llano, donde nadie quiere estar. Muchos ya se fueron y otros lo hacen por estas horas. La primera hora tiene su premio.

Todos esperamos que lo que viene sea algo superador y que, por primera vez en la historia, las políticas de Estado y la Justicia tengan el rol adecuado del que gozan en la democracias más pro¬gresistas. Así sea.

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