El kirchnerismo volvió a ser menemista

El kirchnerismo volvió a ser menemista


Miguel Ángel Pichetto, jefe de bancada del Frente Para la Victoria en el Senado, y uno de los candidatos a suceder a Cristina Kirchner, declaró esta semana tener “una mirada de un capitalismo de mercado más abierto”. Los dichos fueron con respecto al proyecto de ley de abastecimiento, con el que el mismo Pichetto declara no estar de acuerdo pero que “por obediencia partidaria votaría favorablemente.”

La realidad es que no queda claro que piensa Pichetto. No queda claro si piensa lo que hace o piensa lo que dice que piensa. No queda claro que piensa sobre el mercado y el Estado, sobre la derecha y la izquierda. Sin embargo, y en su defensa, es absolutamente coherente que así sea ya que es la estrategia que el propio peronismo propone una y otra vez. Entiendase peronismo únicamente como referencia al pejotismo, al aparato de poder permanente que se transforma, que se amolda y está en constante mutación por su único fin: Perpetuarse en el poder.

“La pasión de dominar es la más terrible de todas las enfermedades del espíritu humano” dice Voltaire.

No debemos pensar que el pejotismo no tiene ideología solo por no responder a la lógica de izquierdas y derechas. Lejos de lo que el propio Juan Perón decía sobre que “el poder no es más que un medio”, el peronismo hizo del poder una ideología y un fin en sí mismo. Por eso el menemismo se pudo transformar en el duhaldismo mutar hacia el kirchnerismo y podrá encontrar su nuevo horizonte en el sciolismo o el massismo. No debe sorprender entonces que el compañero motonauta que debutó con Menem sea el soldado número uno de la Presidenta, o que el ex jefe de gabinete de Cristina, amigo de Boudou, haya devenido en aparente opositor y arrastre con él a buena parte de la tropa oficialista.

Enfrentar al pejotismo por izquierda o por derecha carece de sentido, en primer lugar porque se mueve de lado a lado, y en segundo lugar porque el problema argentino no es de izquierdas o derechas, sino que es mucho más básico y primitivo: Es la matriz de poder. El mito de que solo el peronismo puede gobernar, encierra en sí mismo una contradicción: Si hace 25 años que gobierna el peronismo (con excepción de dos años radicales) y la gestión de gobierno ha ido en detrimento año tras año ¿Cómo es que el partido oficialista es el único que puede gobernar? En realidad, el peronismo tiene un habilidoso manejo del poder, no del gobierno. El peronismo ha desgobernado por los últimos 25 años, empeorando los índices en todas las materias de gestión: Educación, seguridad, empleo, inflación, inversión, etc. En su afán por concentrar y manejar cada vez más poder, el peronismo se ha olvidado del gobierno, de la gestión, que es el fin último de obtener el poder.

La concentración de poder y la gestión eficiente de los recursos no responden al debate de izquierdas y derechas. En ese panorama, el sectarismo y el dogmatismo representan el mayor enemigo de una alternativa de gobierno verdadera al establishment del poder, al status quo, a los intendentes que llevan 20 años en sus cargos. La Argentina debe ir hacia un nuevo paradigma de desconcentración de poder y de eficiencia en la gestión pública. El kirchnerismo volvió a ser menemista, para presentarse como renovador. Sin embargo, la matriz de poder es y será la misma. El desafio argentino, es generar una alternativa de gobierno que cambie esa matriz.

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