El deja vu de la transición del poder

El deja vu de la transición del poder


No hay que ser una analista iluminado para darse cuenta a quién le fue bien y a quién mal en las elecciones del último domingo. Una simple mirada con cierta atención a las caras de los dirigentes en los diferentes búnkeres a la hora de los resultados, definía de manera perfecta quiénes eran triunfadores y quiénes perdedores. Fue una elección que se proyecta por su propia inercia hacia el 2015, pero conteniendo el humor del presente colectivo. Más allá de los aparatos políticos que mueven sus fichas, fue la gente común –que es la inmensa mayoría– la que se expresó en las elecciones.

Las PASO ya habían decidido, también a partir de ellos, quiénes podrían competir el pasado 27. Esta vez era por los puntos y los discursos y los análisis ya no son desde la previa sino con el diario del lunes, la TV en directo o el portal de las 22:30 del día anterior, usted elija. Ahora ya quedaron muertos, heridos, sobrevivientes y los lanzados hacia adelante con distintas plataformas. Iremos recorriendo algunos puntos para destacar de estos comicios.

Del ridículo no se vuelve y ese lugar se lo ganó con creces el vicepresidente Amado Boudou. Nadie podría explicar su euforia, su sonrisa imparable y el contraste brutal que ello tenía con las caras de quienes estaban a sus costados y, en especial, detrás de él. Quiso con voluntarismo vender una fiesta en medio de un velorio. A este cronista le dio vergüenza ajena. El observado es quien por estos días está a cargo del Ejecutivo. Un papelón. Si Néstor viviera…

Otro eufórico, pero con más pergaminos para mostrar, fue el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. El Pro logró una performance mediocre a nivel nacional, que suena peor de lo que fue por la ausencia de una boleta amarilla en la provincia de Buenos Aires (salvo honrosas excepciones), pero golpeó con terrible contundencia en su territorio. Dan la sensación de ser invencibles fronteras adentro de la avenida General Paz, y lo volvieron a demostrar con la misma alegría de siempre. Tienen por delante un primer desafío enorme que es pasar la candidatura presidencial de los dichos a los hechos, de las ganas a la realidad. En paralelo deberán resolver cómo mantener la alegría en la Ciudad Autónoma sin su máximo jefe.

La cuestión es que Macri entendió que más allá de la realidad descripta, el último tren a 2015 salía a las 24 del domingo pasado, y no podía ni quería quedarse abajo. Por eso todo giró a su alrededor en Costa Salguero y también su euforia se comprende al trasmitir la fuerza victoriosa de una elección al lanzamiento de campaña de otra. Fue muy notorio el diseño de la simbiosis. Pero Macri ya está en carrera.

Si bien Daniel Filmus fue derrotado por Fernando “Pino” Solanas, quien le arrebató la senaduría que ostentaba, quizás esta no sea una buena noticia para el macrismo. El tapón de Filmus ya no estará más en cualquier desarrollo que deba contener a las huestes peronistas y a las actualmente kirchneristas de este distrito. Es más, el retroceso K a nivel nacional, que no quedó desarmado gracias a la excelente elección del 2011, será aún más notorio en la Ciudad y la ecuación para adelante es previsible. Al no existir una necesidad de los K en la Ciudad tampoco existirá más Filmus. Solamente llenaba un agujero en un distrito que para los K era impenetrable. Cuando esa fuerza política nueva que contendrá al peronismo y que nadie sabe a qué estará atada empiece a caminar, el 23 por ciento habitual le podría quedar pequeño. Y puede ser un problema para el Pro si no lo ve venir.

Sergio Massa, el gran competidor de Macri –o viceversa–, habló de llevar la “buena nueva” a otros territorios e instó a su militancia a hacerlo. Siempre municipalizando la intervención, Massa avanzará sobre todo el país, tratando de armar sobre la base social pero con la certeza de que ya no solo hablará con intendentes. Los gobernadores entendieron que a cualquiera le puede pasar la “gran Scioli”, o sea, que se los “coman” por abajo. Sin dudas, por la cantidad de votos obtenidos en el lugar donde se garantizan las presidencias, obviamente es el gran ganador del domingo. Es cierto que larga con la Ferrari, pero dos años significan demasiadas vueltas para no cometer errores. Igualmente picó en punta.

La cara de Daniel Scioli lo decía todo. Pocas veces le puso tanto el cuerpo a una campaña que no era suya directamente, aunque sí lo era en términos estratégicos. Un cuerpo extraño había invadido su casa y había que neutralizarlo. Fue imposible. El humor era otro, justo a él que siempre trae “buenas noticias”. Pero no hay peor pecado que dar por muerto a Daniel Scioli. Está tocado pero preparando una fuerte contraofensiva de verano. Veremos desde qué lugar del mapa político y qué dicen los K de ello. Aunque de ellos cada vez importe menos.

Massa, Macri y también Binner ya olieron la sangre. Un deja vu del poder. Los K tocan retirada. Encima sin su jefa. Fin.

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