Extrañamente algunos se han esforzado en explicar que el adiestramiento del cuerpo de comandos consistía en técnicas de supervivencia en situaciones extremas, y aún repudiando la práctica de los tormentos no aparece muy claro si tal práctica era para entrenar a quienes los recibían o a los que los aplicaban.
Peor aún es la hipótesis de conflicto bélico que habría originado tal adiestramiento. Según declaración periodística de un “entrenado” parece que la hipótesis era aprender a resistir en caso de caer prisionero del ERP o Montoneros. Sin embargo, jamás un combatiente montonero o de izquierda hubiera tratado a un prisionero con tormentos, porque tales aberraciones están reñidas con la esencia misma y contrarían la base conceptual de los movimientos de liberación y guerrillas argentinas. ¿Es creíble que los que diseñaron ese entrenamiento hayan sido tan supinamente ignorantes acerca de la ideología y metodología de las organizaciones revolucionarias de la década del 70?.
Mario Benedetti lo explica: “a esos verdugos…les gusta creer que uno mata como ellos con idóneo disfrute con crueldad deportiva…pero matar a un tipo a cualquier tipo así sea un sádico hijo de puta…es a lo sumo un agrio deber…hay que estar muy seguro de la justicia que se quiere….muy seguro del amor al prójimo para apretar el gatillo del odio contra el prójimo…”
Valga este fragmento de un poema para desagraviar la memoria de nuestros compañeros -los que están y los que no-, que por cierto no han sido santos pero jamás fueron torturadores. Por lo que los tormentos aplicados en entrenamiento de comandos no tienen otro fundamento que la crueldad deportiva…y ésta no podrá enviarse a Comodoro Py, hoy convertido en el CEAMSE de las vergüenzas argentinas.
(*) Alicia Pierini es Defensora del Pueblo de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires